Una primera imagen de la generaci¨®n del 98
Es sabido que Rub¨¦n Dar¨ªo fue descubierto y hecho famoso por don Juan Valera en 1888 -a los veinti¨²n a?os-, con ocasi¨®n de la publicaci¨®n de Azul... En 1892 -centenario del descubrimiento de Am¨¦rica- vino Rub¨¦n por primera vez a Espa?a. Pero m¨¢s interesante fue la segunda visita, iniciada con el a?o 1899, como corresponsal de La Naci¨®n, de Buenos Aires. Es asombroso -y no s¨¦ si muy conocido- hasta qu¨¦ punto se sent¨ªa argentino Rub¨¦n Dar¨ªo en aquella ¨¦poca, qu¨¦ ?patriotismo argentino? lo dominaba, con qu¨¦ entusiasmo habla de Buenos Aires como ?su? ciudad.Las cr¨®nicas que Rub¨¦n enviaba a La Naci¨®n son interesantes desde: muchos puntos de vista, de una riqueza y frescura fant¨¢sticas; y se ve c¨®mo esa fantas¨ªa no exclu¨ªa la precisi¨®n, al rev¨¦s, le permit¨ªa penetrar con profundidad en muchas cosas que se escapan siempre a los ?exactos? de profesi¨®n, hombres de datos y estad¨ªsticas. (De cuando en cuando se le escapa alguna ?licencia? excesiva, como cuando hace a Ganivet arrojarse al Volga, pero al lado (le eso, cu¨¢ntas cosas finas y certeras.)
Rub¨¦n Dar¨ªo hab¨ªa nacido en 1867. Pertenec¨ªa, pues, cronol¨®gicamente, a la generaci¨®n nacida en torno a 1871 (entre 1864, 1878), que solemos llamar ?del 98?. No se le suele contar en ella porque no era espa?ol, pero literariamente lo era tanto como los que hab¨ªan nacido en Espa?a, impregnado como estaba de los mismos escritos que ellos, y sobre todo ole la misma poes¨ªa; hay que leer lo que dice de B¨¦cquer, Campoamor, N¨²?ez de Arce y, sobre todo, Zorrilla. Pero, adem¨¢s, en este tiempo precisamente se realiza la espa?olizaci¨®n de Rub¨¦n Dar¨ªo -y no digo su ?hispanizaci¨®n?, porque hisp¨¢nico era desde siempre-, que n.o excluye, sino completa, su, anter¨ªor argentinizaci¨®n. Creo que ser¨ªa apasionante estudiar en Rub¨¦n Dar¨ªo la integraci¨®n del mundo hisp¨¢nico in vivo y no in vitro, quiero decir, en su propia persona, desde su Nicaragua natal hasta la Argentina, Chile, M¨¦xico, Espa?a y todos los dem¨¢s miembros estremecidos por la lengua espa?ola.
Pero lo que aqu¨ª me interesa es c¨®mo Rub¨¦n Dar¨ªo es quiz¨¢ el primero que ve o entrev¨¦, en 1899, la figura, todav¨ªa borrosa, de la generaci¨®n del 98, a la cual iba a llegar a pertenecer en tantos sentidos, -a la que se iba a incorporar muy pronto. No es extra?o: la ve desde fuera, pero desde muy cerca. Rub¨¦n llega a Espa?a; entornando los ojos, mira el espect¨¢culo -unos d¨ªas Barcelona, en seguida Madrid-; al pronto, todo est¨¢ mezclado y confundido; pronto se van precisando algunas formas vagas, como cuando se ve algo a trav¨¦s de un Vidrio transl¨²cido; finalmente, se van dibujando algunas figuras n¨ªtidas.
Es curioso c¨®mo usa con frecuencia la palabra ?generaci¨®n?. Dice que N¨²?ez de Arce ?representa un momento del pensamiento universal en el pensamiento de su generaci¨®n en Espa?a?. Poco despu¨¦s se refiere a las generaciones que empiezan, y con un muy curioso adjetivo: ?Y yo no s¨¦ si me equivoque; pero noto que a pesar del teatro bajo y de la influencia torera -en su mala significaci¨®n, es decir, chuler¨ªa y vagancia-, un nuevo esp¨ªritu, as¨ª sea homeop¨¢ticamente, est¨¢ infiltr¨¢ndose en las generaciones flamantes. Mientras m¨¢s voy conociendo el mundo que aqu¨ª piensa y escribe, veo que entre el mont¨®n trashumante hay almas de excepci¨®n que miran las cosas con exactitud y buscan un nuevo rumbo en la noche general.? ?He de ocuparme especialmente?, a?ade, ?en estas manifestaciones de una reacci¨®n saludable y que augurar¨ªa, con tal de que esos luchadores se uniesen todos en un n¨²cleo que trabajase por la salud de Espa?a, un movimiento digno de la patria antigua. ?
Hay que advertir que todo esto lo dice Rub¨¦n Dar¨ªo el 17 de febrero, cuando apenas lleva un mes en Madrid. Ve ya unas ?generaciones flamantes?, con almas de excepci¨®n, que miran las cosas con exactitud: el primer rasgo que Rub¨¦n descubre es la aproximaci¨®n a la realidad. Y confia -ya, a los pocos meses del desastre, cuando todo parec¨ªa haber tocado fondo- en un nuevo rumbo, un movimiento digno de la patria antigua, una nueva Espa?a.
Pero ?de qui¨¦n se trata? ?En qui¨¦n piensa Rub¨¦n? Ya quince d¨ªas antes, con motivo del estreno de Cyrano de Bergerac, hab¨ªa escrito: ?Un escritor de la nueva generaci¨®n y de un talento del m¨¢s hermoso brillo -he nombrado a Manuel Bueno-?; y luego se refiere a ?el fuerte vasco Unamuno?. Manuel Bueno (1875-1936) era una de las figuras menores de la generaci¨®n del 98, nacido el mismo ano que Antonio Machado y Maeztu.
M¨¢s expl¨ªcito es, sin embargo, lo que Rub¨¦n a?ade al final del art¨ªculo antes citado: ?Lo que hay es que todos los que quieran proclamar la reconstrucci¨®n con toda verdad y claridad han de armarse de todas armas en esta tierra de las murallas que sab¨¦is. Hay que luchar con la oleada colosal de las preocupaciones; hay que hacer verdaderas razzias sociol¨®gicas, hay que quitar de sus hornacinas ciertos viejos ¨ªdolos perjudiciales, hay que abrir todas las ventanas para que los vientos del mundo barran polvos y telara?as y queden limpias las gloriosas armaduras y los oros de los estandartes, hay que ir por el trabajo y la iniciaci¨®n en las artes y empresas de la vida moderna, "hacia otra Espa?a", como dice en un reciente libro un vasco brav¨ªsimo y fuerte -el se?or Maeztu-, y donde se encuentran diamantes intelectuales como los de Ganivet - ?el pobre suicida!-, Unamuno, Rusi?ol y otros pocos, es se?al de que, ahondando m¨¢s, el yacimiento dar¨¢ de s¨ª. ?
Esto es el programa del 98, hecho suyo por Rub¨¦n. Ya no habla desde fuera, sino desde dentro. Y van apareciendo los nombres de la generaci¨®n -Rusi?ol, un poco m¨¢s viejo, hacido en 1861, pero muy amistosamente unido a ella, sobre todo a Ganivet, como Maragall a Unamuno- A ellos se a?adir¨¢n pronto otros: Benavente, de quien se ocupa con admiraci¨®n y minuciosidad; Antonio Palomero (1869-1914), coet¨¢neo exacto de Meri¨¦ndez Pidal y Navarro Ledesma, otra vez Manuel Bueno; Grandmontagne (1866-1936); Ricardo Fuente, director de El Pa¨ªs, fundador de la Hemeroteca Municipal. M¨¢s adelante habla de ?El se?or Llanas Aguilaniedo, uno de los escasos esp¨ªritus que en la nueva generaci¨®n espa?ola toman el estudio y la meditaci¨®n con la seriedad debida?; Jos¨¦ Mar¨ªa Llanas Aguilaniedo, tan olvidado, hab¨ªa nacido en 1875 y escrib¨ªa sobre problemas sociales y sobre la ¨¦poca en que empezaba a vivir.
Y luego Valle-Incl¨¢n, a prop¨®sito del modernismo. ?Los que son tachados de simbolistas?, dice Rub¨¦n, ?no tienen una sola obra simbolista. A Valle-Incl¨¢n le llaman decadente porque escribe en una prosa trabajada y pulida, de admirable m¨¦rito formal. Y a Jacinto Benavente, modernista y esteta, porque si piensa, lo hace bajo el sol de Shakespeare, y si sonr¨ªe y satiriza lo hace como ciertos parisienses, que nada tienen de estetas ni de modernistas. ? Y luego habla de los modernistas catalanes, pintores y escritores.
Todav¨ªa m¨¢s adelante vuelve Rub¨¦n ¨¢ hablar de Llanas Aguilaniedo, que le parece sumamente interesante: ?En lajuventud surge hoy una que otra esperanza, y no es poco lo que ha de dar en un cercano porvenir cerebro tan bien nutrido y generoso como el del autor de AIma contempor¨¢nea. Llanas Aguilaniedo, cuyos comienzos han entusiasmado al mismo descontentadizo Clar¨ªn. Llanas es un estudioso y un reflexivo. Comprendo lo grave que encierra el trabajo de pensar y de juzgar. Hay una luz individual que ¨¦l ha descubierto dentro de su propio esp¨ªritu, y siguiendo el consejo de Emerson, la persigue. En lo moral, en lo intelectual, cultiva la buena virtud de la higiene. Llega a una ¨¦poca en que, si sabe dirigir su propia voluntad, har¨¢ mucho bien a la nueva generaci¨®n de su pa¨ªs. No es su libro primigenio, sino la apertura de una larga v¨ªa. En esas p¨¢ginas hay mucho justo y original y no poco reflejo e injusto. Pero el esfuerzo supera a todo lo que sus compa?eros han producido.? Escribo casi sin libros, y no estoy seguro de la fecha de la muerte de Llanas Aguilaniedo, pero su ¨²ltima obra que recuerde es de 1904, cinco a?os despu¨¦s de estas l¨ªneas de Rub¨¦n.
El cual todav¨ªa a?ade: ?Antes que ¨¦l est¨¢ Mart¨ªnez Ruiz, curioso y aislado en el grupo de la juventud espa?ola que piensa. De ¨¦l he de tratar en otra ocasi¨®n, como del vasco nietzschista Ramiro de Maeztu, que est¨¢ llamando la atenci¨®n de los que observan por su fuerza y su singularidad.?
Esta es la priniera imagen, indecisa, borrosa, apasionante, ?del grupo espa?ol, digamos as¨ª, secreto, que hace una vida ciertamente intelectual?.
?Cabe algo m¨¢s claro? ?Se puede pedir m¨¢s perspicacia a este poeta reci¨¦n desembarcado, que da una admirable pintura de la Espa?a contempor¨¢nea, descubre lo que est¨¢. germinando, lo ve bajo la especie de una generaci¨®n y se?ala sus rasgos esenciales? S¨ª se prolongan estas l¨ªneas, ?qu¨¦ resulta? ?Hasta qu¨¦ punto cumpli¨® la generaci¨®n del 98 las anticipaciones, las esperanzas de Rub¨¦n? Y ¨¦l mismo, ?qu¨¦ puesto vino a ocupar en ella?
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