Programa econ¨®mico: condiciones para un debate
HAY QUE agradecer a los redactores del programa a medio plazo para la econom¨ªa espa?ola, extra?amente hecho p¨²blico en el peor momento del a?o, en lo que a la difusi¨®n del documeijto y la sensibilizaci¨®n de la opini¨®n se refiere, el realismo de sus planteamientos, el esfuerzo por exponer con claridad los problemas y la inusitada valent¨ªa a la hora de se?alar tanto las desagradables perspectivas del inmediato futuro como la inexistencia de f¨®rmulas m¨¢gicas para desvanecerlas desde el Estado. La palabra incertidumbre, repetida a lo largo del texto, marca, por as¨ª decirlo, la t¨®nica del documento, tan alejado del ocultamiento de los hechos mediante abstracciones y vaguedades como de los triunfalismos tranquilizadores, que agotan su pobre eficacia en unos cuantos meses. Cuando se recuerda la pol¨ªtica del avestruz del franquismo tard¨ªo tras la primera crisis del petr¨®leo o el a?o inicial del poder de Su¨¢rez, durante el cual los problemas econ¨®micos quedaron rebajados a simples cuestiones de intendencia, indignas de la atenci¨®n de los pol¨ªticos, se aprecia m¨¢s la disposici¨®n de los actuales gobernantes para ofrecer a la sociedad -empresarios, trabajadores y desempleadosun espejo en el que se puedan ver reflejados, con las inevitables distorsiones derivadas de conocimientos insuficientes o de racional iz¨¢ciones ideol¨®gicas, las dificultades y los desaf¨ªos de una etapa ingrata.Habr¨¢ oportunidades suficientes para discutir las l¨ªneas b¨¢sicas de la pol¨ªtica econ¨®mica que el Gobierno ha elegido para caper la crisis. Resultar¨ªa imposible en un solo comentario resumir siquiera las medidas bosquejadas para promover el empleo en determinadas ¨¢reas geogr¨¢ficas o grupos sociales, sanear y reestructurar sectores industriales en crisis, mejorar la financiaci¨®n de los procesos de inversi¨®n, ordenar y fortalecer el sector exterior y conseguir del comportamiento econ¨®mico del sector p¨²blico cotas de eficacia y austeridad que hagan olvidar, como un mal sue?o, los despilfarros, incompetencias, abusos e incluso deshonestidades en el manejo de los fondos estatales, de la Seguridad Social y de las empresas p¨²blicas en el inmediato pasado. Es posible que existan alternativas a una parte o al conjunto del programa esbozado, al fin y al cabo elaborado por un partido que depende de apoyos econ¨®micos y sociales situados en la derecha y el centro, y que est¨¢ comprometido con un modelo de sociedad determinado. Ahora bien, precisamente por esa raz¨®n, en la necesaria discusi¨®n que deber¨ªa abrirse en el Congreso y en la sociedad entera a prop¨®sito de ese texto, las cr¨ªticas a los defectos e insuficiencias de la estrategia gubernamental tendr¨ªan que ir acompa?adas, para ser aceptadas como algo distinto de esa irresponsabilidad demag¨®gica que se mueve como pez en el agua en momentos de penuria y dificultad, por l¨ªneas de actuaci¨®n alternativas coherentes y plausibles, que respondan realistamente desaf¨ªos de la econom¨ªa mundial y que acepten como marco las instituciones democr¨¢ticas, garantizadas por la Constituci¨®n. Porque los eventuales errores y carencias de la pol¨ªtica del Gobierno quedar¨ªan parad¨®jicamente protegidos y amparados por las cr¨ªticas que, al no tomar en cuenta los tercos hechos de la grave crisis que sacude al mundo occidental, se empe?aran en la absurda tarea de sacar ventajas de su alejamiento del poder y propusieran como objetivos factibles metas nacidas del arbitrismo y los deseos.
As¨ª pues, la voluntad demostrada por los redactores del programa a medio plazo de no ocultar ni las realidades desagradables ni la relativa impotencia de un pa¨ªs como Espa?a para resolver por s¨ª solo un conjunto de problemas que son funci¨®n del mercado mundial deber¨ªa marcar la pauta para una discusi¨®n que nuestra sociedad espera y exige. En los medios de la izquierda, tradicionalmente sensibles a esas relaciones de intercambio desigual entre el mundo industrializado y las zonas subdesarrolladas, que han condenado a ¨¦stas al c¨ªrculo infernal de la pobreza, el recordatorio de que el alza de los precios de los crudos significa una transferencia de recursos hacia los pa¨ªses exportadores de petr¨®leo y una reducci¨®n de la renta disponible en t¨¦rminos reales para el conjunto.dejos espa?oles parecer¨ªa innecesario. Al igual. que el eventual deterioro de las relaciones de intercambio, tambi¨¦n se?alado en el texto del programa, que representar¨ªa para naciones como Espa?a la mejor¨ªa relativa de los pa¨ªses atrasados en el mercado mundial. Un debate que no aceptara como premisa el descenso de las rentas reales de la sociedad espa?ola en su conjunto, como consecuencia del encarecimiento de los energ¨¦ticos que tenemos que importar, ser¨ªa un ejercicio in¨²til de sofistica. Lo mismo ocurrir¨ªa si los cr¨ªticos simplificaran alegre y voluntaristamente la cuesti¨®n de la creaci¨®n de nuevos puestos de trabajo como algo que depende de la bondad gubernamental y empresarial, y negaran la evidente complejidad de un proceso en el que intervienen variables de diverso signo (desde el sector exterior hasta las relaciones industriales) Y que no puede resolverse a golpe de decreto, a menos, claro est¨¢, que se cambie pan para hoy por hambre para manana o un aumento artificial del empleo durante unos meses por una desmesurada extensi¨®n del paro durante a?os.
Ese mismo realismo deber¨ªa igualmente aplicarse al enjuiciamiento aqu¨ª y ahora, no en t¨¦rminos abstractos, de las posibilidades del sector p¨²blico para frenar y superar la crisis. Un debate sobre estas cuestiones que prescindiera no s¨®lo de las dificultades operativas del gasto p¨²blico para intervenir positivamente en una econom¨ªa cuya reactivaci¨®n s¨®lo ser¨¢ posible mediante la inversi¨®n privada, sino tambi¨¦n de la ineficacia y de los abusos de la empresa p¨²blica, que nos ha legado la megaloman¨ªa franquista, correr¨ªa el grave riesgo de moverse entre la abstracci¨®n y la demagogia.
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