Venezuela cancela varios proyectos de colaboraci¨®n econ¨®mica con Espa?a
La luna de miel que Espa?a y Venezuela han vivido en el cap¨ªtulo de las relaciones econ¨®micas durante los tres ¨²ltimos a?os ha terminado. Lo que promet¨ªa ser, y en algunos momentos fue, un modelo de la nueva cooperaci¨®n entre nuestro pa¨ªs y las naciones de Latinoam¨¦rica se ha convertido en una larga retah¨ªla de proyectos en suspenso o en graves dificultades. Venezuela, que tan s¨®lo hace un a?o era El dorado de la emigraci¨®n selectiva hacia estas tierras, es hoy un lugar al que pocos inversores o t¨¦cnicos se aventuran a venir.En la actualidad, ninguno de los tres grandes programas en los que se hab¨ªa comprometido la participaci¨®n de empresas p¨²blicas espa?olas, y cuyas bases fueron establecidas durante la visita que los reyes realizaron a Venezuela en septiembre de 1977, se desarrolla con normalidad. Tan s¨®lo Pegaso ha logrado poner en marcha su planta ensambladora de camiones, que funciona con languidez y en medio de grav¨ªsimos problemas financieros.
La puntilla a nuestra penetraci¨®n en Venezuela la acaba de dar el poderoso ministro presidente del Fondo de Inversiones, entidad que canaliza la administraci¨®n de la mayor parte de los recursos que produce este pa¨ªs: su petr¨®leo. El citado funcionario, Leopoldo D¨ªaz Bruzual, ha se?alado que Venezuela no necesita un astillero y que, en todo caso, el proyecto presentado por Espa?a es lesivo para los intereses nacionales. Bruzual, en una denuncia p¨²blica, que motiv¨® incluso su interpelaci¨®n en el Congreso de Venezuela, asegur¨® que en el contrato firmado entre Astilleros Espa?oles, SA, y las autoridades venezolanas exist¨ªa una cl¨¢usula que obligaba a este pa¨ªs a reintegrar a Espa?a el 14% de la inversi¨®n, hubiera o no ganancias.
Con la frontal oposici¨®n de figura tan calificada en el Gabinete venezolano al proyecto espa?ol, la conclusi¨®n es clara: no se construir¨¢ el astillero de Paraguana.
El segundo de los grandes proyectos en los que interven¨ªa Espa?a, el ferrocarril entre San Juan de los Morros y Ciudad Guayana, que acercar¨ªa las producciones sider¨²rgicas y los minerales para exportaci¨®n hacia las costas, se ha volatilizado casi por completo. El consorcio hispano-canadiense que participaba junto a empresas estatales venezolanas en el programa ha pedido que, al menos, se les reintegren los gastos realizados hasta ahora.
En Venezuela se ha venido hablando de la necesidad de contar con una buena red ferroviaria desde hace lustros, pero nadie se hab¨ªa decidido a programarla hasta que el Gobierno de Carlos Andr¨¦s P¨¦rez puso decididamente manos a la obra. Las nuevas autoridades venezolanas, surgidas en las elecciones de diciembre del a?o pasado, no comparten el mismo entusiasmo que sus predecesores por los trenes. Y en esa coyuntura se ha quedado varado el proyecto espa?ol.
Los camiones espa?oles
El ¨²ltimo de los tres grandes cap¨ªtulos de la cooperaci¨®n hispano-venezolana, el automotriz, atraviesa una ¨¦poca turbulenta. En el proyecto inicial estaba previsto que Pegaso, en colaboraci¨®n con empresas venezolanas, construir¨ªa una f¨¢brica de camiones y otra de motores. La primera est¨¢ en marcha y funciona, aunque con muchas dificultades: a¨²n no se ha completado la aportaci¨®n del correspondiente capital por parte de los financieros venezolanos.
Para la planta de motores, la sociedad Hivenica (Hispano-Venezolana de Motores, Compa?¨ªa An¨®nima) lleg¨® a un importante acuerdo con la entidad gestora de las industrias militares venezolanas, en virtud del cual ¨¦sta aporta el 30% del capital social. La planta iba a producir, en exclusiva, motores Diesel pesados para todo tipo de camiones, con posibilidades de exportaci¨®n a pa¨ªses del Pacto Andino.
Pero tampoco este proyecto marcha sin dificultades. En estos momentos, una fuerte campa?a de oposici¨®n, auspiciada en la sombra por la compa?¨ªa multinacional Mack, que utiliza enormes espacios pagados en los peri¨®dicos, bombardea a la opini¨®n p¨²blica sobre los inconvenientes de entregar un cap¨ªtulo tan importante de la industria venezolana a Pegaso. ?Las razones?: la empresa espa?ola est¨¢ en quiebra.
A todas estas circunstancias debe a?adirse la influencia que la actual situaci¨®n econ¨®mica venezolana est¨¢ teniendo sobre la inversi¨®n privada. La recesi¨®n es evidente, y corresponde, adem¨¢s, a una meditada pol¨ªtica del Gobierno de Luis Herrera Campins de desacelerar el ritmo de la actividad econ¨®mica. Muchos de los proyectos en marcha, iniciados durante la Administraci¨®n de Carlos Andr¨¦s P¨¦rez, se han detenido. Empresas, inversores y t¨¦cnicos espa?oles, que hab¨ªan llegado en aluvi¨®n a este pa¨ªs a partir de 1976, est¨¢n recogiendo sus b¨¢rtulos, desmontando sus oficinas y buscando otros aires m¨¢s interesantes. M¨¦xico, Ecuador y Brasil, por este orden, parecen ser los nuevos horizontes.
La mayor¨ªa de los empresarios consultados entienden que esta situaci¨®n exige una clara toma de postura por parte del Gobierno espa?ol. Nadie, por supuesto, puede inmiscuirse en los planteamientos econ¨®micos de un pa¨ªs, pero s¨ª es cierto que pueden ejercerse presiones para que compromisos previamente adquiridos sean respetados. Este es el caso, con relaci¨®n a Espa?a, de los Astilleros de Paraguana y del ferrocarril Ciudad Guayana-San Juan de los Morros, que, en buena ley, no pueden desaparecer por el capricho o el carpetazo de un ministro.
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