Punto final, de Jim¨¦nez Losantos

Tras la postrera r¨¦plica, se me comprender¨¢ si renuncio a continuar la pol¨¦mica con el se?or Savater en sus hospitalarias p¨¢ginas. Como polemista, tras de hacer metaf¨®rica burla de Don Tancredo dando botes y comparar sus intelectuales movimientos con el salto de la rana, h¨¦te aqu¨ª que Savater acaba replic¨¢nd¨®me ?cua, cua, cua ... ? No pod¨ªa aspirar a m¨¢s mi argumentaci¨®n que a su demostraci¨®n acu¨¢tica. Ya est¨¢ hecho. Los nuevos insultos que me dedica tampoco son nuevos. Me llama bellaco, como el Capit¨¢n Trueno. Me atribuye insensateces que yo jam¨¢s he escrito, como defender la ? Espa?a esencial? y la ?intangibilidad cultural espa?ola?, para as¨ª probar que soy un insensato. Cualquiera que me haya le¨ªdo puede contestarle y si ¨¦l se anima a hacerlo alg¨²n d¨ªa con Lo que queda de Espa?a, seguramente me contestar¨¢, pero en otros t¨¦rminos. Entonces, pasado el ferragosto, si sigue animado, que me discuta y le responder¨¦. Las simpat¨ªas de Bergam¨ªn por Telesforo Monz¨®n me son conocidas desde mucho tiempo antes de publicar mi libro, por boca del propio Bergam¨ªn, pero mi admiraci¨®n literaria no tolera el pasapur¨¦s del testimonialismo pol¨ªtico, de modo que mi estima por el literato Bergam¨ªn sigue inc¨®lume y mi distancia pol¨ªtica tan respetuosa como siempre. Ojal¨¢ pudiera decir lo mismo del se?or Savater, pero sus lectores no me creer¨ªan.