El suicidio colectivo
Durante a?os, los que han dispuesto de medios econ¨®micos, a amparo de la ley de 1879, que otorgaba car¨¢cter privado a las aguas sub¨¢lveas, se han limitado a extraer toda cuanta agua han podido y venderla al mejor postor, sin l¨ªmite de precios, en un mercado sediento. Sin embargo los t¨¦cnicos han dado la voz de alarma: o se racionaliza, desde una perspectiva de raz¨®n social, todo el circuito del agua o Canarias est¨¢ abocada al suicidio colectivo.Las coordenadas en las que ha de moverse esta reestructuraci¨®n las constituyen, por una parte, la demanda creciente de agua por razones demogr¨¢ficas y de nivel -de vida, y por otra, la inconveniencia de forzar m¨¢s el aprovechamiento de los acu¨ªferos. En definitiva: que en tanto que la aparici¨®n de nuevas tecnolog¨ªas no abarate los costos de producci¨®n de agua (desalinizaci¨®n) no hay otra salida para cubrir la demanda futura, y aun la presente, que ahorrar agua y aplicarla a aquellos sectores de mayor productividad econ¨®mica y rentabilidad social. No es este un diagn¨®stico gratuito de la situaci¨®n, sino el que se desprende del estudio SPA-15, ya mencionado, y que constituye la m¨¢s valiosa aportaci¨®n para el conocimiento de los recursos h¨ªdricos de Canarias y el comportamiento de sus acu¨ªferos.
Partiendo precisamente de las conclusiones del SPA-15, est¨¢ en marcha actualmente un ambicioso estudio, denominado MAC-21, que pretende marcar las directrices para una racionalizaci¨®n de los recursos enfocando el horizonte del a?o 2000. Esta racionalizaci¨®n afecta a las extracciones en pozos y galer¨ªas, a las redes de distribuci¨®n, a los consumos y, finalmente, al retomo del agua una vez utilizada. El marco institucional y legal evidentemente necesita ser transformado.
Las reservas se agotan
La necesidad de controlar las explotaciones viene determinada por el simple hecho de que se est¨¢ extrayendo m¨¢s agua de la que se infiltra, como lo indica el descenso alarmante del nivel fre¨¢tico, unos diez metros anuales. Parte le la demanda actual se est¨¢ cubriendo, por tanto, en base a los ahorros acumulados en el pasado, o que significa que se est¨¢ contrayendo una deuda con el futuro.
Pero las consecuencias de esta pr¨¢ctica abusiva se est¨¢n viendo ya en el presente. Se est¨¢ asistiendo en Canarias a una p¨¦rdida de a calidad del agua, especialmente en el fluido proveniente de pozos pr¨®ximos a la costa que est¨¢n n peligro de salinizaci¨®n irreversible. A su vez, en el interior, el descenso del nivel fre¨¢tico est¨¢ provocando la desertizaci¨®n de las cotas m¨¢s elevadas.
La situaci¨®n aconseja un control de las extracciones, a la que no colabora nada la multiplicaci¨®nde pozos y galer¨ªas por toda la geograf¨ªa canaria. No se cuenta en la actualidad con un inventario completo de puntos de extracci¨®n, y el oscurantismo del mercado impide conocer con exactitud cu¨¢nta agua se obtiene en cada pozo o galer¨ªa. La multiplicaci¨®n de ¨¦stos es tal. que en la actualidad cualquier nueva prospecci¨®n significa, en la opini¨®n de un t¨¦cnico, robar agua a los dem¨¢s y no a?adir, caudal.
La proliferaci¨®n de explotaciones fue posible debido a la permisividad de la ley de 1879, corregida, demasiado tarde, por la ley 24-12-1962 y su reglamento de 1965, que imponen la obligatoriedad de una autorizaci¨®n previa a las obras de alumbramiento, con la finalidad de preservar los derechos de los aprovechamientos anteriores. Tambi¨¦n contribuy¨® a este fen¨®meno la facilidad de alumbrar agua a bajo costo, debido a la menor profundidad y longitud de pozos y galer¨ªas.
Hoy, en cambio, la profundidad media de los pozos son los doscientos metros y la longitud media de las galer¨ªas sobrepasa los dos kil¨®metros, a la vez que el descenso de la l¨¢mina de agua obliga a una prolongaci¨®n de ¨¦stas del orden de los 35 o cuarenta kil¨®metros por a?o y a una profundizaci¨®n constante de los pozos. Todo ello a un costo elevad¨ªsimo: el metro lineal de pozo, de un di¨¢metro de 2,50 a tres metros, cuesta unas 35.000 pesetas. Razones de inter¨¦s comunitario (la necesidad de control de las explotaciones) y de car¨¢cter econ¨®mico (reducir las inversioies y abaratar los costos) confluyen en un mismo punto: la conveniencia de reducir el n¨²mero de pozos y galer¨ªas.
Fuga en red
Por lo que respecta a las redes le distribuci¨®n, su disparatado kilometraje (unos 5.000 kil¨®metros) constituye el primer ¨ªndice de irracionalidad. Su principal ?efecto proviene del oligopolio formado en base a ellas y de la estructura de poder que han generado en Canarias de corte cuasi feudal aspecto este que merece in cap¨ªtulo aparte. A los detentadores de ese poder, los due?os de las redes, en el medio campesino se les conoce por los aguamangantes.
Para cualquier canario es evidente que en la situaci¨®n de penuria actual toda p¨¦rdida de agua tiene un alto costo social, y, sin embargo, el tinglado de redes que un y vienen por Gran Canaria, en todas las direcciones, pierde nualmente m¨¢s agua de la que iroduce la potabilizadora de Las Palmas, que ha costado mil milones de pesetas. Jos¨¦ Jim¨¦nez, jefe del Servicio Hidrogr¨¢fico del MOP en Las Palmas, estima que la racionalizaci¨®n de la red libear¨ªa unos veinte millones de metros c¨²bicos anuales. Lo que, al margen del alivio para los superexplotados alumbramientos, supondr¨ªa un ahorro de seteientos millones de pesetas, alprecio actual del metro c¨²bico de agua.
En Tenerife la situaci¨®n no es m¨¢s boyante. Seg¨²n el SPA-15, la demanda real urbana e industrial se estimaba en 1975 en veintiocho hect¨®metros c¨²bicos por a?o; pero, debido a las elevadas fugas de las redes de distribuci¨®n, el agua aplicada para esos dos consumos era de 47 hect¨®metros c¨²bicos. Si en este peque?o apartado del mercado es posible liberar diecinueve millones de litros por a?o, cabe imaginarse lo que puede significar actuar sobre toda la red.
Los excedentes que se consiguieran por esta v¨ªa y por otras, como la depuraci¨®n, deber¨ªan ser aplicados a sectores y actividades de mayor rentabilidad econ¨®mico-social por metro c¨²bico de agua, y ese ¨®ptimo no lo tiene la agricultura actual canaria, en opini¨®n de los t¨¦cnicos que trabajan en el MAC-21. Esto nos lleva al tema de la racionalizaci¨®n de los usos del agua.
Ante la necesidad ineludibde de ahorrar agua como ¨²nica salida para atender la demanda futura e incluso la actual, est¨¢ claro que hay que actuar sobre los consumidores, y el consumidor de agua por excelencia en Canarias es la agricultura, sector al que van destinados m¨¢s del 80% de los recursos disponibles (cuadro publicado en EL PAIS de ayer, viernes). De entre los diversos cultivos, es el pl¨¢tano el mayor consumidor de agua, en t¨¦rminos asolutos y relativos: 76 hect¨®metros c¨²bicos por a?o en Tenerife, de los 160 aplicados a la algricultura, y 43 hect¨®metros c¨²bicos por a?o en Gran Canaria, de los 116 destinados al mismo ector.
Con ser el pl¨¢tano un cultivo de por s¨ª gran consumidor de agua, el tradicional sistema de riego a manta, todav¨ªa imperante en el archipi¨¦lago (el agua corre, por toda la plantaci¨®n), es el determinante de tan altos consumos, ya que una reconversi¨®n de los sistemas de riego liberar¨ªa alrededor del 40% de los mismos. La dotaci¨®n media de agua por hect¨¢rea de platanera es de 15.000 metros c¨²bicos al a?o por el sistema. de riego a manta, mientras que con el gota a gota es s¨®lo de 8.500 metros c¨²bicos. Un agricultor de Arucas, la mejor zona platanera del norte de Gran Canaria, explicaba a EL PAIS que con el riego por aspersi¨®n todav¨ªa se puede rebajar esa dotaci¨®n. Poco a poco se est¨¢ produciendo esa transformaci¨®n de los sistemas de riego que, por otra parte, en opini¨®n de t¨¦cnicos y agricultores consultados, est¨¢ al alcance de cualquier productor. Mayores facilidades de cr¨¦dito oficial estimular¨ªan esa reconversi¨®n.
Adi¨®s a la platanera
Sin embargo, es preciso ir mucho m¨¢s all¨¢. En un avance del, MAC-21, al que EL PAIS ha tenido acceso, se afirma que ?la orientaci¨®n actual de la agricultura hacia cultivos grandes consumidores de agua y el abandono casi total de la ganader¨ªa y de las industrias transformadoras constituye una estrategia que tiene que ser revisada. El resultado final de la investigaci¨®n debe proporcionar la ordenaci¨®n de cultivos que aporte el ¨®ptimo de beneficios a la econom¨ªa canaria y que sea compatible con una demanda de agua que pueda satisfacerse sin la alteraci¨®n del equilibrio hidr¨¢ulico?.
Ese ¨®ptimo rendimiento en funci¨®n del agua empleada est¨¢ lejos de tenerlo el subsector platanero, cuya supervivencia, en parte, s¨®lo es posible gracias a la reserva del mercado nacional. Seg¨²n datos obtenidos a partir del SPA-15, el 30% de la platanera de Tenerife, el 10% de La Palma, el 80% de La Gomera, un porcentaje no determinado de Hierro y el 50% de Gran Canaria no ser¨ªa rentable de existir libertad de mercados. El agua, que supone entre el 20% y el 50% de los gastos de explotaci¨®n, es factor determinante de esa baja competitividad.
Por otra parte, en t¨¦rminos de rentabilidad social, el pl¨¢tano va muy por detr¨¢s de otras actividades agr¨ªcolas. As¨ª, desde el punto de vista de la mano de obra empleada, mientras la platanera da ocupaci¨®n a 1,3 unidades de trabajo por hect¨¢rea, el pepino ocupa a tres y el tomate a dos. (Conviene recordar que Canarias tiene a la vez el mayor ¨ªndice de paro de Espa?a y el de mayor crecimiento vegetativo de la poblaci¨®n.)
Pero la cuesti¨®n va todav¨ªa m¨¢s all¨¢ de la reconversi¨®n de riegos y reordenaci¨®n de cultivos. Se est¨¢ cuestionando tambi¨¦n la participaci¨®n de cada sector econ¨®mico en el reparto del agua disponible. Hay quienes opinan que no es posible mantener el esquema actual en el que la agricultura, significando el 80% del consumo de agua, s¨®lo aporta el 8% del PIB (producto interior bruto) canario. ?No se puede privar a otros sectores que aportan el 92% -industria y servicio (especialmente el turismo)- de un recurso fundamental para su desarroll¨®; por otra parte, ninguna poblaci¨®n tiene garantizado suficientemente el servicio?, declaraba a EL PAIS el director general de Obras Hidr¨¢ulicas, Juan Ruiz.
Otros, entre los que se encuentran Manuel Bermejo, actual alcalde de Las Palmas, agr¨®nomo de profesi¨®n, opinan, por el contrario, que hay que dar prioridad a la demanda del sector agr¨ªcola. ?Que las ciudades resuelvan sus problemas de agua?, afirma Manuel Bermejo, ?porque el consumo urbano, y sobre todo el tur¨ªstico, admiten precios m¨¢s elevados; los cultivos, no.?
Queda finalmente otro capitulo para incrementar las disponibilidades de agua, cual es la depuraci¨®n de las aguas residuales urbanas e industriales. Jos¨¦ Jim¨¦nez, ingeniero jefe del servicio hidr¨¢ulico del MOP en Las Palmas, estima que por este procedimiento podr¨ªan revertir para usos agr¨ªcolas entre treinta y 35 millones de metros c¨²bicos al a?o, tanto en Gran Canaria como en Tenerife. A la vez se preservar¨ªa a los acu¨ªferos de uno de los factores contaminantes de los misnos.
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