El espejo del mito
Joseph Campbell ha escrito: ?La l¨®gica, los h¨¦roes y las haza?as del mito sobreviven en los tiempos modernos... La ¨²ltima encarnaci¨®n de Edipo, el continuado idilio de la bella y la bestia estaban esta tarde en la esquina de la calle 42 con la Quinta Avenida, esperando que cambiaran las luces de tr¨¢nsito ... ?La cita es de El h¨¦roe de las mil caras (Fondo de Cultura Econ¨®mica, 1972), libro apasionante, que relata las m¨²ltiples visitas del universo m¨ªtico a la vida cotidiana, en el sue?o, en el culto, en la meditaci¨®n. Otro libro de m¨¢s modestas proporciones e intenci¨®n trata el mismo tema, referente a un campo m¨¢s concreto: Las palabras y los mitos, del conocido ensayista cient¨ªfico y narrador de S. F. Isaac Asimov, se?alando las huellas que la mitolog¨ªa ha dejado en el significativo mundo del lenguaje, especialmente notables en la terminaci¨®n cient¨ªfica. Es, desde luego, un texto menos complejo que el de Campbell, atendiendo menos a la poes¨ªa que sugiere el camino desde esas huellas hasta el misterio de su origen. Tiene, sin embargo, la virtud de todo buen libro de divulgaci¨®n: acercar los mitos a la gente -o recordarles lo cerca que est¨¢n-, tarea siempre encomiable. Que nos vuelvan a hablar de Eros y Psique, de la N¨¦mesis y la Hibris, de Arturo, la estrella vigilante; la relaci¨®n ling¨¹¨ªstica entre esfinter y esfinge, la muerte de Ori¨®n, la amazona Hip¨®lita, el espejo como signo de Venus y tantas otras historias eternizadas en la astronom¨ªa, la qu¨ªmica e incluso otros sectores del habla m¨¢s caseros, es una divertida disciplina, que hemos de agradecer a Asimov quienes siempre hemos sentido debilidad por la mitolog¨ªa.
Las palabras y los mitos, de Isaac Asimov
LAIA B 1979. 180 p¨¢ginas.
Did¨¢ctico y moralista
Bien es cierto que este libro poca cosa descubrir¨¢ a los expertos., como no sea alg¨²n aumento anecd¨®tico en el caudal de las etimolog¨ªas. Se circunscribe s¨®lo a la mitolog¨ªa grecolatinal y en muchos casos, las versiones que da de algunas historias no son, ni mucho menos, las m¨¢s sabrosas, sino las que, en cada caso, m¨¢s convienen a su intenci¨®n de diccionario. Su tono es quiz¨¢ excesivamente did¨¢ctico, y a veces ?el profesor Asimov? nos parece moralista, en su necesidad de explicar las palabras seg¨²n un r¨ªgido esquema que limita el significado de cada mito. Porque nosotros entendemos, sin embargo, que la mitologla ha de ser considerada de la forma m¨¢s abierta y liberal posible. Es cierto que gran parte de esos mitos fueron en s¨ª mismos morales -no en balde constituyeron religi¨®n-, pero como toda expresi¨®n del sue?o humano contienen suficiente potencial inconsciente para superar sus propios l¨ªmites. Tambi¨¦n hemos de reconocer que el propio Asimov ironiza en ocasiones sobre ese moralismo y descubre ra¨ªces de t¨®plcos cristianos, como la identificaci¨®n maniquea del diablo a la figura de Pan. Debe suponerse, adem¨¢s, que algunas puerilidades en ciertos ejemplos del texto pueden ser achacables a la traducci¨®n. Y aqu¨ª es inevitable detenerse para reflexionar hasta qu¨¦ punto es verdaderamente general y profunda la persistencia de los mitos en el lenguaje, por cuanto este libro sigue siendo v¨¢lido aun traducido de lengua tan diferente a la nuestra como es el ingl¨¦s.
Babelia
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