La multinacional MACK presiona para cancelar la incursi¨®n de Pegaso en Latinoamerica
Personas y sectores desinformados o malintenci¨®nados han aventurado la especie de que el Gobierno venezolano, durante el mandato del ex presidente Carlos Andr¨¦s P¨¦rez, adjudic¨® a la naciente democracia espa?ola proyectos de cooperaci¨®n econ¨®mica, que hoy est¨¢n siendo revisados por el nuevo Gobierno de Luis Herrera, en funci¨®n de un planteamiento pol¨ªtico determinado y no en virtud del inter¨¦s nacional. Conviene recordar, en los momentos en que dos de los grandes proyectos venezolanos en los que participan empresas espa?olas -astilleros y ferrocarriles-, est¨¢n sujetos a revisi¨®n, y posiblemente ser¨¢n cancelados, las circunstancias en que se produjeron dichos acuerdos, adaptados en todo a la legalidad vigente en dicho pa¨ªs latinoamericano, Escribe corresponsal en
Si nos atenemos a las declaraciones del ministro de Estado, presidente del Fondo de Inversiones de Venezuela, Leopoldo D¨ªas Bruzual, hechas ante una comisi¨®n parlamentaria que le interpel¨® al respecto, debe inferirse que el astillero de Paraguana, en cuya construcci¨®n deber¨ªa participar Espa?a, no se har¨¢. Si se atiende a las palabras del presidente de la Rep¨²blica, Luis Herrera, dichas cuatro d¨ªas m¨¢s tarde, aquella obra se realizar¨¢. Pero medios espa?oles dudan que la obra se lleve a cabo.El se?or D¨ªaz Bruzual afirm¨®: ?Hab¨ªa serias dudas de la anterior administraci¨®n, promotora del proyecto. Para despejarlas, decid¨ª invitar a la directiva de Astinave (la empresa mixta hispano-venezolana encargada de la ejecuci¨®n de la obra) para que demostraran la bondad del proyecto. Despu¨¦s de o¨ªrles, no me cupo la menor duda de que el negocio no era conveniente.? Refiri¨¦ndose a una entrevista mantenida con el representante de Astilleros Espa?oles, SA (AESA), se?al¨® D¨ªaz Bruzual: ?Me dijo que Venezuela deb¨ªa tener un astillero. Pero, ?por qu¨¦, se?or? ?Cu¨¢l es la raz¨®n, ahora que la industria naval est¨¢ en crisis, patas arriba en todo el mundo, ahora que los barcos se consiguen a precios de gallina flaca? ?Por qu¨¦ se interesan los espa?oles en el proyectos? Porque resulte lo que resulte, aspiran a que Venezuela les d¨¦ el 14% de rendimiento sobre el capital invertido. Si los espa?oles asumen la industria y todos sus riesgos, digo que s¨ª. ?
El presidente Herrera se?al¨®, cuatro d¨ªas m¨¢s tarde: ?El proyectado astillero de Paraguana va. Lo que sucede es que la industria naval est¨¢ en crisis en el mundo y, por consiguiente, nosotros tenemos que redimensionar la proyecci¨®n del nuestro.?
Estas contradicciones visibles entre las posiciones del presidente de la Rep¨²blica y uno de los ministros de su Gabinete se complementan con el hecho curioso de que una administraci¨®n considera in¨²til cualquier inversi¨®n en un sector industrial, el naval, al que, tres a?os antes, otra administraci¨®n diferente asignaba ?car¨¢cter prioritario? en los planes econ¨®micos nacionales.
La soluci¨®n del 14%
En virtud de esta clasificaci¨®n, en octubre de 1976, se aprob¨® el plan nacional de astilleros. Tres meses antes, en julio, once empresas extranjeras, de las veintid¨®s que hab¨ªan mostrado deseos de participar, junto a Venezuela, en el desarrollo de la industria naval del pa¨ªs hablan presentado proyectos para la construcci¨®n de un astillero de reparaciones. De dichas once entidades, el Gobierno precalific¨® a tres para el astillero de construcci¨®n (una sueca, una danesa y Astilleros Espa?oles, SA), y otras tres para el de reparaciones (la misma sueca, una holandesa y, nuevamente, AESA).
Mientras tanto, el Gobierno venezolano, de acuerdo a estudios t¨¦cnicos, desestim¨® la construcci¨®n de dos astilleros diferentes, y concluy¨® que resultaba m¨¢s rentable hacer un solo astillero que pudiera cumplir la doble funci¨®n de reparar y construir buques. El Gobierno, en una decisi¨®n adoptada a mediados de 1977, lleg¨® a la conclusi¨®n de que la oferta que m¨¢s conven¨ªa a los intereses nacionales fue la presentada por Espa?a. El 16 de septiembre de dicho a?o, se firmaba la constituci¨®n de la empresa mixta Astinave, SA. En el contrato, en contra de las manifestaciones del ministro D¨ªaz Bruzual, no figuraba ninguna cl¨¢usula que, obligara al Gobierno venezolano a garantizar a AESA un 14% anual de la inversi¨®n, hubiera o no ganancias.
Es justo reconocer, de la misma manera que es preciso resaltar la limpieza del proceso de selecci¨®n de la empresa espa?ola, que Astilleros Espa?oles lleg¨® a insinuar a la parte venezolana, en una ocasi¨®n, la posibilidad de que el Estado caribe?o buscara otro socio extranjero para la realizaci¨®n de la obra. En ese punto hubo evidente desinter¨¦s por parte de Astilleros Espa?oles, como tambi¨¦n lo ha habido, y sigue habi¨¦ndolo, por resolver algunos problemas de personal, que han detenido algunos de los programas subsidiarios del proyecto, como el de recursos humanos y el de organizaci¨®n. Cambios en la directiva de AESA, cuyos nuevos ejecutivos parecen ver con peores ojos que sus predecesores la participaci¨®n espa?ola en el proyecto, propiciaron tambi¨¦n estos problemas.
La impresi¨®n generares que Astilleros Espa?oles no est¨¢ en la actualidad especialmente entusiasmado en la idea de los astilleros venezolanos, y comparte de alguna manera el escepticismo de las autoridades de Caracas. El problema, m¨¢s que nada, es financiero. T¨¦ngase en cuenta que la obra, proyectada para una inversi¨®n de 22.000 millones de pesetas, costar¨ªa, si se iniciara ahora, alrededor de 38.000 millones. Lo preciso, en este caso, es que Espa?a adopte una postura gallarda: si no hay capacidad o inter¨¦s por participar en el proyecto, d¨ªgase claramente. Si ocurre lo contrario, que se arbitren los procedimientos correspondientes para hacer valer ante el Gobierno de Venezuela el compromiso contra¨ªdo por ambas partes.
Ferrocarriles: menos definici¨®n
Cada nuevo inquilino del palacio de Miraflores, sede de la presidencia de la Rep¨²blica, ha se?alado enf¨¢ticamente que Venezuela necesita de manera imperiosa una buena red ferroviaria. Pero hasta ahora nadie se ha decidido a ponerle el cascabel al gato de forma definitiva.
A pesar de los consejos de los expertos, que han demostrado en estudios te¨®ricos la enorme rentabilidad de cualquier inversi¨®n en ferrocarriles, el proyecto que tiene sobre su mesa el ministro de Transportes languidece y se oxida.
En 1976 el Gobierno de Carlos Andr¨¦s P¨¦rez, consciente de la necesidad de construir una red ferroviaria en el pa¨ªs, convoc¨® un concurso internacional para adjudicar la realizaci¨®n de una l¨ªnea f¨¦rrea que uniera Puerto Ordaz, punto neur¨¢lgico de la industria sider¨²rgica venezolana, y San Juan de los Morros, localidad situada en un ¨¢rea d¨¦ consumo muy ?mportante de Venezuela.
El Instituto Nacional de Industria espa?ol, a trav¨¦s de su oficina de Caracas, expres¨® a las autoridades venezolanas el inter¨¦s de varias empresas espa?olas por participar en el proyecto, y, de acuerdo a estas circunstancias, se ?present¨® la correspondiente oferta. En la subasta, la mejor propuesta fue la hecha por un consorcio venezolano-canadiense pero como su proyecto no cumpl¨ªa determinadas exigencias del Gobierno en cuanto a garant¨ªas financieras, plazos de ejecuci¨®n y otros, la licitaci¨®n fue declarada desierta.
El segundo mejor precio era el ofertado por Espa?a. Madrid pudo haber impugnado la subasta, pero, atendiendo un ruego del Gobierno venezolano, se acept¨® formar un consorcio hispano-venezolano-canadiense. Las autoridades de Caracas estaban, en cierta forma, obligadas a compensar las compras de petr¨®leo que Canad¨¢ hace a Venezuela, sin apenas contrapartidas.
Pocas semanas antes de que finalizara el mandato del presidente Carlos Andr¨¦s P¨¦rez se firm¨® el correspondiente acuerdo-marco que iba a permitir el desarrollo de los programas sectoriales del ferrocarril, con lo que la construcci¨®n comenzar¨ªa inmediatamente. La parte espa?ola estaba perfectamente preparada para aportar su colaboraci¨®n en la obra civil, vagones, se?alizaciones y formaci¨®n de personal. El total de la participaci¨®n espa?ola, en un proyecto de alrededor de 90,000 millones de pesetas, era del 43%.
La llegada de Luis Herrera al poder detuvo el proyecto. Los responsables de la pol¨ªtica, de transportes del nuevo Gabinete hab¨ªan repasado la propuesta aprobada y, en principio, hab¨ªan decidido que, si llegaba a construirse el ferrocarril, deb¨ªa reestudiarse su original trazado, para construir ramales alternos que acercasen la v¨ªa f¨¦rrea a los puertos de la costa venezolana.
Pegaso: casi resuelto
Hemos dejado para el final unas breves consideraciones sobre el tema Pegaso.
El origen del problema se sit¨²a en la presi¨®n hecha por la multinacional norteamericana MACK para privar a Pegaso de la prerrogativa de construir, en exclusiva, los motores diesel pesados que la industria venezolana deb¨ªa aportar para el consumo nacional y para las especificaciones del programa automotriz del Pacto Andino. Para dicha empresa, asentada en Venezuela desde hace a?os, supon¨ªa, y a¨²n supone, una cuesti¨®n de honor ver motores distintos a los suyos en sus chasis.
Con este planteamiento, MACK inici¨® una campa?a de desprestigio de Pegaso, basada en las dificultades financieras que soportaba ENASA en Espa?a. Con este argumento, la multinacional estadounidense trat¨® de convencer a las autoridades de Caracas para que le adjudicaran la construcci¨®n de un segundo modelo de motores pesados. Todas estas circunstancias han retrasado la puesta en marcha de la f¨¢brica de motores que deb¨ªa construir la empresa mixta hispano-venezolana HIVEMCA (en la que participa la compa?¨ªa an¨®nima venezolana de la industria militar, Cavim), prevista para finales de este a?o.
Posiblemente en los pr¨®ximos d¨ªas se llegue a un acuerdo definitivo para resolver los escollos existentes, y que no son otros que la presi¨®n de los socios locales de MACK para que sus intereses no resulten perjudicados si, corno es de esperar, se mantiene la decisi¨®n de que Pegaso sea el exclusivo fabricante de los motores. Lo m¨¢s seguro es que dichos socios locales pasen a integrar el accionariado de HIVEMCA.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.