El f¨²tbol acudi¨® al homenaje a Alberto
El f¨²tbol acudi¨® al homenaje a Alberto a lo largo de una preciosa primera parte en la que al brillante f¨²tbol brasile?o opuso el Atl¨¦tico un juego r¨¢pido, preciso y de nervio. Tras el descanso, Luis desmoron¨® el equip¨® con cambios masivos y el partido baj¨® en calidad, pero no en inter¨¦s, pues, el juego sigui¨® siendo vivaz. Hubo en esta segunda parte, adem¨¢s, cierta dureza y situaciones de gol en ambas puertas, todo lo cual imantuvo encendido el inter¨¦s del espectador.Tanto Alberto como el Flamengo merec¨ªan m¨¢s entusiasmo por parte del p¨²blico madrile?o. Alberto, porque ha sido un jugador de ejecutoria limpia y un hombre disciplinado y ¨²til en un club donde no abundan esos ejemplos; el Flamengo, porque aportaba al homenaje todo el encanto del mejor f¨²tbol brasile?o, con seis internacionales de ahora mismo. Pero est¨¢ visto que al espectador -de Madrid o de donde sea- le interesan m¨¢s los puntos que otra cosa Los que si quedaron en casa se perdieron un precioso primer tiempo y una entretenida continuaci¨®n.
El Flamengo respondi¨® a lo que se esperaba: fue un buen equipo formado por exquisitos dominadores de bal¨®n -blancos, negros y mulatos a partes Iguales-, por hombres capaces de ?esconderla? entre las piernas o sobre la cabeza del rival, con regate desconcertante y una especial capacidad para acelerar s¨²bitamente el ritmo del juego. Un par de regates de Zico y otro de Avoinho quedaron para el recuerdo. Enfrente, el Atl¨¦tico dio la mejor medida de s¨ª mismo, con velocidad, nervio, precisi¨®n en las entregas y facilidad para buscar el hueco. Atr¨¢s pas¨® apuros, pero la figura de Pereira se agigant¨® cuando fue preciso, con mando que cuando juega bien es un fuera, de serie. Adelante, Rub¨¦n, Rubio y Gonz¨¢lez supieron, casi siempre, por d¨®nde buscar el hueco. Y en el centro, Quique ratific¨® su condici¨®n de jugador v¨¢lido y de larga proyecci¨®n junto a un notable Leal y a un tosco pero ¨²til Guzm¨¢n, dedicado a rebajar, en lo posible, la calidad de Zico. Al descanso, se lleg¨® con empate a un gol y amb¨®s tantos fueron de gran belleza. Preciso y suave, casi de porcelana, el brasile?o; fulgurante y violento el atl¨¦tico.
Luis estrope¨® un tanto el partido al presentar, tras el descanso, un equipo con seis cambios que luego elevar¨ªa hasta nueve. El juego baj¨® de calidad porque ese abuso de cambios desconcert¨® a todos y se tom¨® ¨¢spero, debido, sobre todo, a varias intemperancias del lateral Toninho, a quien D¨ªez Fr¨ªas consinti¨® todo. El Atl¨¦tico carg¨® con el peso del partido en esta segunda parte, mientras que el Flamengo te conformaba con dejarse mecer por el ritmo del rival, lanzaba alg¨²n ataque peligroso aislado y se, apuntaba, de tuandb en cuando, a la guerra que Toninho parec¨ªa empe?ado en extender, por todo el campo.
Con estos planteamient¨®s, la segunda mitad sirvi¨® para mantener interesado al p¨²blico, atento a las escaramuzas, admirado, de cuando en, cuando, por las exquisiteces t¨¦cnicas de los brasile?os y deseoso de que el Atl¨¦tico diese con el gol. Pereira estuvo a punto de conseguirlo en una colosal jugada, pero los brasile?os estrellaron un bal¨®n en el palo y pusieron en aprietos m¨¢s de una vez a Aguinaga, que descubri¨® una laguna en los centros por alto. Otro elemenio de inter¨¦s fue Ayala, que no pudo levantar su deca¨ªdo prestigio en esos 45 minutos. S¨ª fue de destacar, sin embargo, el papel de Bermejo, pese a que Luis no le hab¨ªa concedido en el reparto ni la segunda parte completa, sino que s¨®lo le permiti¨® jugar veintid¨®s minutos. No hubo tantos, pero bien podr¨ªan haber ca¨ªdo uno o dos m¨¢s en cada puerta, y el p¨²blico se march¨® divertido a casa. Parala historia del Atl¨¦tico queda ya el recuerdo de Alberto, un jugador inteligente, sobrio y eficaz, que mereci¨® gozar de mejor suerte en su carrera -se retira sin jugar en la selecci¨®n-, pero que consigui¨® rematarla con un bonito homenaje.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.