La crisis econ¨®mica incrementa la inestabilidad del electorado sueco
Mientras el corto verano sueco se extingue r¨¢pidamente, luego de tres meses con m¨¢s lluvias que el sol, el centro del inter¨¦s nacional se desplaza hacia las elecciones generales del pr¨®ximo 16 de septiembre. Ese d¨ªa, el pueblo sueco concurrir¨¢ a las urnas para elegir los hombres que tendr¨¢n la responsabilidad del Gobierno durante los tres a?os venideros que, seg¨²n todas las opiniones, ser¨¢n a?os dificiles. Informa desde el corresponsal de EL PA?S, .
Contrariando lo que ha sido una tradici¨®n del pa¨ªs en materia de elecciones, esta vez, a poco m¨¢s de veinte d¨ªas de su realizaci¨®n, nadie se atrev¨¦ a formular un pron¨®stico sobre sus resultados. En lo que hay opini¨®n formada, en,cambio, es que esos resultados podr¨ªan los pr¨®ximos a?os modificar el mapa pol¨ªtico de Suecia. Los observadores estiman que algunos partidos dif¨ªcilmente podr¨¢n asimilar una derrota sin que estallen crisis internas, que hasta ahora han podido ser contenidas, pero no eliminadas. De la misma manera, para algunos dirigentes un resultado adverso puede hipotecar ¨¦l futuro.Esta incertidumbre introduce una variante inusitada en un panorama pol¨ªtico habituado a conocer anticipadamente y con un gran margen de aproximaci¨®n el comportamiento de los electores. Esto da rienda suelta a las especulaciones y suscita no poca inquietud entre los dirigentes, que adem¨¢s de no saber cu¨¢l ser¨¢ su suerte en el c¨®mputo de votos, pre sienten que m¨¢s que el cargo, lo que estar¨¢ en juego en estas elecciones ser¨¢ su destino pol¨ªtico..
Desde hace casi dos meses, el Instituto Oficial de la Opini¨®n P¨²blica, SIFO (Staten Institute foer Opinions Undersoekningar), no ha dado a conocer nuevas cifras sobre las preferencias del electorado. Las ¨²ltimas mostraban un alarmante retroceso de la socialdemocracia y, un avance del sector m¨¢s conservador de la coalici¨®n ?burguesa?.
Lo que s¨ª se sabe, luego de estudios sistem¨¢ticos durante las ¨²ltimas dos d¨¦cadas, es que la inestabilidad del electorado es cada vez mayor. Hasta hace unos a?os exist¨ªa una relaci¨®n casi matem¨¢tica entre la extracci¨®n social del votante y el partido por el que optaba. La condici¨®n de obrero presupon¨ªa el voto por la socialdemocracia, SAP (Sveriges Socialdemokratiska Arbetare Parti), y en mucha menor proporci¨®n, por el partido comunista, VPK (Vaensterpartiet Kommunisterna), de la misma manera que un empleado administrativo era un votante Potencial de alguna formaci¨®n de centro-derecha.
Sin embargo, cada vez m¨¢s, esta ? predestinaci¨®n? electoral ha ido desapareciendo. La ?desviaci¨®n? es particularmente notable en los votantes j¨®venes, cuyo comporta miento pol¨ªtico, en t¨¦rminos generales, parece contradecir en Suecia conductas bastante universales Pero, esto roza un aspecto de la sociedad sueca, el de su juventud, que es cap¨ªtulo aparte.
Rastrear las motivaciones de estos cambios, todav¨ªa imprecisos, llevar¨ªa a transitar tentativamente muchos caminos. Pero no existen dudas de que la crisis econ¨®mica que afecta al mundo occidental ha tenido tambi¨¦n aqu¨ª una incidencia importante.
Suecia ha sido durante mucho tiempo, y a¨²n lo sigue siendo, una especie de espejo donde se miraba el mundo capitalista. Un pa¨ªs donde, sin alterar lo esencial del sistema, se hab¨ªa logrado eliminar aquellos factores que son causa habitual de tensiones sociales.
A lo largo de casi medio siglo, que coincidi¨® con la presencia de la socialdemocracia en el poder, Suecia pudo desarrollar una industria altamente tecnificada y competitiva, que le permiti¨® alcanzar un puesto privilegiado como pa¨ªs exportador. Paralelamente, los altos salarios y un sistema impositivo -que es un punto de fricci¨®n en estas elecciones- proporcionaron a su poblaci¨®n uno de los niveles de vida m¨¢s altos del mundo y un aparato de seguridad social que ampara al individuo desde la cuna a la tumba.
Sin embargo, esta. estructura, que parec¨ªa inconmovible -y que permite explicar muchas peculiaridades de la sociedad sueca-, comenz¨® a agrietarse. Aunque m¨¢s tarde que en el resto de la Europa occidental, los s¨ªntomas de la recesi¨®n surgieron inequ¨ªvocamente presentes desde fines de 1976.
La recesi¨®n se hizo notar particularmente en la ind¨²stria -sider¨²rgia y construcciones navales- y fue paliada mediante el incremen to de trabajo en el sector p¨²blico y otras medidas de pol¨ªtica laboral que contaron con el apoyo de todos los partidos. Estas medidas, de mandaron grandes gastos y contribuyeron a situar el d¨¦ficit presupuestario en un nivel sin precedentes en Suecia.
Uno de los sectores m¨¢s castigados por la desocupaci¨®n ha sido la juventud. Su ¨ªndice de desempleo, en 1978, fue de un 8% entre las personas menores de veinte a?os, y de un 5 %, para las de entre veinte y veinticuatro, mientras el promedio para toda la poblaci¨®n activa fue de un 2,5 %. En Suecia no se viv¨ªa una-situaci¨®n similar desde la crisis del a?o 1929.
Si bien 1979 ha se?alado una tendencia a la recuperaci¨®n, est¨¢n lejos de haberse eliminado los motivos -muchos de ellos externosq- ue provocaron las dificultades. Es m¨¢s, algunos economistas suecos han hecho un diagn¨®stico bastante sombr¨ªo respecto al futuro de la industria.
Este deterioro en los cimientos del edificio ha repercutido en la superestructura. Brotes aislados de tensiones sociales han aparecido aqu¨ª y all¨¢ por diversos motivos. Nada grave y finalmente resuelto sin mayores traumas, pero tambi¨¦n inequ¨ªvocas se?ales de que algo comienza a funcionar con dificultad en una maquinaria considerada perfecta.
De tres a?os a esta parte, muy gradualmente, ¨¦l estilo de vida apacible con matices de calma buc¨®lica de la vida sueca ha ido. perdiendo esos rasgos para te?irse de cierta exasperaci¨®n t¨ªpica de las sociedades industrializadas en crisis.
En este marco, muy someramente descrito, se encuadran las pr¨®ximas elecciones. Ninguna duda hay de que los factores mencionados, m¨¢s otros, como el problema energ¨¦tico y las fuentes de sustituci¨®n del petr¨®leo, influir¨¢n en el comportamiento electoral del pueblo sueco.
De lo dicho hasta aqu¨ª podr¨ªa desprenderse que Suecia vive actualmente un clima de fervor preelectoral acorde con la importancia del momento hist¨®rico. Nada m¨¢s lejos de la realidad, todo transcurre dentro de la mayor calma, al menos hasta ahora. Seg¨²n el viejo estilo sueco, no se ven reuniones multitudinarias ni oradores arengando a las masas enardecidas.
Apenas s¨ª algunos signos denotan la proximidad de las elecciones. La prensa escrita y la televisi¨®n dedican grandes espacios a, informar sobre el tema. Todos los lugares p¨²blicos est¨¢n cubiertos por los carteles de propaganda electoral. Justo el 16 de agosto, treinta d¨ªas antes de la fecha fijada para las elecciones, se dio v¨ªa libre para el ?afichaje? en la ciudad. Como cuadros de una exposici¨®n, cuelgan unosjunto a otros los carteles de los distintos partidos en calles y plazas de esta capital. En lugares estr¨¢t¨¦gicos, cada partido ha instalado una peque?a stuga -caba?a de madera-, que hace las veces de local de distribuci¨®n de propaganda al p¨²blico que pasa.
Otro signo que modifica la fisonom¨ªa habitual del paisaje sueco es la presencia, que la televisi¨®n recoge puntualmente, cada fin de semana, de los candidatos en barrios de la capital y ciu dades del interior. En estas reuniones, candidatos y electores dialogan en forma casi coloquial sobre los temas que preocupan a la comunidad con vistas a las elecciones. No podr¨ªa asegurarse que tal forma de comunicaci¨®n suponga una comunicaci¨®n m¨¢s profunda. Lo que s¨ª confirma es que la pol¨ªtica no es pasi¨®nde los suecos. Un pueblo que no se caracteriza precisamente por sus grandes pasiones.
Ello no impide, sin embargo, que cada ciudadano ejerza su derecho a elegir nuevos gobernantes. Ni tampoco que muchos de ellos, sobre todo de las generaciones adultas, intuyan, no sin inquietud, que tambi¨¦n a su querida Sverige le ha llegado la hora de apretarse el cintur¨®n.
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