Valdecaballeros
EL ENCIERRO de un centenar de alcaldes extreme?os en Villanueva de la Serena para protestar por la autorizaci¨®n de la central nuclear de Valdecaballeros ha sido promovido por el PSOE y otros partidos de la oposici¨®n, pero tambi¨¦n la UCD de Badajoz ha manifestado su contrariedad ante las obras.Esta adversa reacci¨®n, sorprendente por la intensidad de la protesta y por la amplitud de la movilizaci¨®n para respaldarla, deber¨ªa servir para que el poder ejecutivo recapacitara sobre los errores en el planteamiento y en la instrumentaci¨®n de su estrategia nuclear. La virulencia de la campa?a contra Lem¨®niz y en favor de una costa vasca no nuclear puede explicarse parcialmente por la capacidad del radicalismo abertzale para encauzar movimientos populares y ecologistas nacidos al margen de la militancia pol¨ªtica. Pero la respuesta de los extreme?os al proyecto de Valdecaballeros demuestra que los temores a las centrales nucleares y la voluntad de impedir su construcci¨®n sin las debidas garant¨ªas o en determinados emplazamientos constituyen un fen¨®meno social enraizado.
Al frente de los ministerios econ¨®micos no hay ahora tecn¨®cratas insensibles a las dimensiones pol¨ªticas de los problemas. Jos¨¦ Luis Leal, ministro de Econom¨ªa, y Carlos Bustelo, ministro de Industria, economistas con experiencia en organismos internacionales, ostentan un apreciable curriculum como militantes de grupos radicales de la oposici¨®n antifranquista y una presumible vocaci¨®n pol¨ªtica. Su experiencia les puede permitir comprender f¨¢cilmente que el camino iniciado por el Gobierno para imponer a la sociedad espa?ola, por las buenas o por las malas, la construcci¨®n de centrales nucleares parece una senda equivocada: Porque no es tanto el principio de la utilizaci¨®n pac¨ªfica de la energ¨ªa nuclear lo que est¨¢ siendo ?contestado? en Valdecaballeros como un determinado sistema de hacer las cosas.
La sensaci¨®n de que la estrategia nuclear del Gobierno es un tr¨¢gala a la sociedad se alimenta no s¨®lo de los apresuramientos y semiclandestinidades de su instrumentaci¨®n, sino tambi¨¦n de la torpeza para convencer a los ciudadanos de sus buenas razones y para desmontar los argumentos de los adversarios. Falta as¨ª un debate serio y amplio que tranquilice a la opini¨®n p¨²blica y disipe definitivamente las sospechas de que el programa nuclear es la tapadera de un negocio para los fabricantes de las centrales de otros pa¨ªses y para las compa?¨ªas el¨¦ctricas del nuestro.
Por lo dem¨¢s, hay un sinf¨ªn de problemas que es preciso resolver, y que hubieran justificado en su d¨ªa la adopci¨®n de una moratoria a plazo fijo. No para terminar con el plan nuclear, sino para establecerlo de manera sensata. No es suficiente con que el Gobierno nos advierta que la energ¨ªa se ha vuelto cara y escasa y nos recuerde que el petr¨®leo es un recurso no renovable y en poder de otras naciones. Tambi¨¦n recientes estudios norteamericanos arrojan preocupantes conclusiones sobre los costes de una energ¨ªa nuclear producida por centrales dotadas de mecanismos de seguridad realmente eficientes. Los antinucleares se?alan que el uranio es igualmente un recurso escaso y no renovable; y la necesidad de enriquecerlo para ser utilizado en las actuales centrales refuerza los lazos de dependencia con el exterior de un pa¨ªs que, como Espa?a, no est¨¢ en condiciones de hacerlo. Las centrales basadas en la fisi¨®n -a?aden los enemigos de la energ¨ªa nuclear- pueden quedar obsoletas en pocas d¨¦cadas si las investigaciones sobre la fusi¨®n marchan a buen ritmo, en cuyo caso nos encontrar¨ªamos con que las pesadas inversiones hechas en una tecnolog¨ªa de transici¨®n dificultar¨ªan nuestra renovaci¨®n tecnol¨®gica. Las centrales at¨®micas s¨®lo podr¨¢n cubrir, en cualquier caso, una parte de las necesidades que dependen de la electricidad. La energ¨ªa hidroel¨¦ctrica y la producci¨®n de electricidad por las centrales t¨¦rmicas alimentadas por carb¨®n no se ven afectadas por la escasez de petr¨®leo, que seguir¨¢ siendo indispensable en el terreno motriz, al igual que el gas natural continuar¨¢ desempe?ando su papel energ¨¦tico en otros campos. La energ¨ªa solar no es ya un ensue?o de Julio Verne, sino que est¨¢ siendo desarrollada industrial y dom¨¦sticamente en numerosos pa¨ªses. Y hasta la energ¨ªa e¨®lica, dentro de sus modestos l¨ªmites, vuelve por sus fueros.
De todo esto quieren los espa?oles tener una informaci¨®n fidedigna y contrastada. Y, por supuesto, de los peligros de la utilizaci¨®n pac¨ªfica de la energ¨ªa at¨®mica. Nunca sabr¨¢n los defensores de las centrales nucleares el da?o que hicieron a su causa al descartar con displicencia los riesgos de su funcionamiento, puestos luego de manifiesto en Harrisburg. La sensaci¨®n de haber sido enga?ados en la cuesti¨®n de la seguridad de las centrales crea un comprensible recelo hacia el resto de la argumentaci¨®n en su favor.
El Gobierno puede tener raz¨®n al afirmar que Espa?a necesita centrales nucleares. Pero hay que exigirle que sea convincente en su defensa, que conteste seriamente a los partidarios de otras fuentes de energ¨ªa alternativas, que busque emplazamientos adecuados para las centrales, que disipe las dudas acerca de la seguridad de las nuevas instalaciones, y que no transmita la impresi¨®n de que trata de vencer las resistencias de la sociedad civil en exclusivo beneficio de algunas multinacionales.
La energ¨ªa nuclear acabar¨¢ probablemente imponi¨¦ndose por la fuerza de los hechos. Lo que es importante es que estos hechos no nos sean impuestos a los espa?oles por la fuerza.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Archivado En
- Carlos Bustelo
- Jos¨¦ Luis Leal
- I Legislatura Espa?a
- UCD
- Ministerio de Industria
- MEco Espa?a
- Opini¨®n
- Movilizaciones civiles
- Gobierno de Espa?a
- Orden p¨²blico
- Relaciones administraciones
- Protestas sociales
- Seguridad ciudadana
- Ministerios
- Legislaturas pol¨ªticas
- Malestar social
- Energ¨ªa nuclear
- Pol¨ªtica energ¨¦tica
- Ayuntamientos
- Partidos pol¨ªticos
- Provincia Badajoz
- Gobierno
- Administraci¨®n Estado
- Administraci¨®n local
- Extremadura