Espejo de dem¨®cratas
En los ¨²ltimos d¨ªas he le¨ªdo sucesivamente en su peri¨®dico cinco referencias a mi persona, con motivo del derrocamiento de Francisco Mac¨ªas, en Guinea Ecuatorial. A diferencia de la actitud de EL PAIS, en octubre de 1976, no sum¨¢ndose a la campa?a de difamaci¨®n que sufr¨ª en parte de la prensa, en esta ocasi¨®n su peri¨®dico se hace eco de la vieja difamaci¨®n, sin un solo dato, documento o testimonio de solvencia, al afirmar, en su editorial de 7 de agosto, que ?el socio y amigo del tirano, el abogado espa?ol Garc¨ªa-Trevijano, pudo as¨ª presumir de liberal en los salones de la corte, mientras el presidente ahora derrocado asesinaba en masa?.S¨®lo el encono pasional, unido a un mal gusto irremediable, pueden aparentemente explicar que un peri¨®dico que se llama independiente se exprese en semejantes t¨¦rminos. ??Socio? de Mac¨ªas? ?En qu¨¦? La parcialidad y mala fe de su editorial son tan obvias que no merecer¨ªan de mi parte una r¨¦plica si no fuera por la intencionalidad pol¨ªtica que encierra. Jam¨¢s presum¨ª de liberal, porque, en el sentido pol¨ªtico del t¨¦rmino, nunca lo he sido. Si ustedes desconocen la diferencia ideol¨®gica entre un liberal y un dem¨®crata, no soy yo quien vaya a ilustrarles. Tampoco he podido presumir en los salones de la corte, porque, a diferencia del responsable de ese editorial, no los frecuento. Salvo que llame salones de la corte a los lugares donde me he reunido con quienes compart¨ªan, bajo la dictadura, el ideal de la democracia: cuartelillos de polic¨ªa, c¨¢rcel de Carabanchel, Juzgados de Orden P¨²blico, reuniones clandestinas, Colegios de Abogados...
Por otra parte, su habitual colaborador, don Juan Goytisolo, me ha distinguido en cuatro ocasiones con tres falsedades, que rechazo, y una conclusi¨®n subjetiva, que respeto, pero no comparto.
Falsedades que rechazo: que aconsej¨¦ a Mac¨ªas el pacto con Atanasio Ndongo; que redact¨¦ la constituci¨®n guineana de 1973; y que realic¨¦ una impresi¨®n de sellos de Guinea en Liechtenstein. Desafio al autor de estas falsas informaciones, y a usted como responsable del peri¨®dico que las acoge, a que las pruebe. Si no son capaces de ello, ninguno de ustedes merece la consideraci¨®n de persona responsable.
La conclusi¨®n de considerar triste mi papel, y hundidas para siempre mis aspiraciones de liderazgo pol¨ªtico, es s¨®lo una cuesti¨®n de opini¨®n. Es m¨¢s triste la suerte de los que han renunciado a lo que fueron para devenir lo que son, que la de aquellos que no hemos abdicado de lo que fuimos, aun al precio que ustedes nos hacen pagar, para ser lo que se debe ser: personas de conciencia hist¨®rica, y no simples oportunistas. Adem¨¢s, no habiendo tenido aspiraciones personales de liderazgo, puedo seguir manteniendo la ambici¨®n de que un d¨ªa triunfe en Espa?a la idea moderna del Estado democr¨¢tico.
Cada cual tiene derecho a instalar su vida en el modus vivendi de su elecci¨®n. No discuto, por tanto, la legitimidad de un escritor ex antifranquista para instalarse ahora, a trav¨¦s de EL PAIS, y desde una pretendida pureza intelectual, en la fobia de la coherencia democr¨¢tica.
Al vivir en y de la negaci¨®n de los que siguen creyendo en lo que antes fue la condici¨®n del escritor independiente, ¨¦ste ya no afirma nada, salvo su propia renegaci¨®n. Tiene que destruir todo lo que, a su pesar, admitir para hacerse la ilusi¨®n de que a¨²n conserva una conciencia; pero nunca podr¨¢ evitar que esa nueva conciencia sea ya, indefectiblemente, una mala conciencia, es decir, una conciencia de mala fe. Al referirse a esta clase de conciencia dec¨ªa Sartre que no se miente sobre lo que se ignora, ni cuando se propaga un error, ni cuando uno mismo se enga?a. Pues bien, el se?or Goytisolo, cuando escribe sobre Guinea, ignora, propaga errores, se enga?a, y adem¨¢s, respecto al golpe de Estado de Atanasio Ndongo y a los sellos de Liechtenstein, miente.
Para que usted, se?or director, lo sepa de una vez, y aunque esta verdad pueda desagradarle, afirmo que no he realizado un solo acto de apoyo a la dictadura de Mac¨ªas y que no he recibido en concepto de honorarios profesionales, ni en cualquier otro concepto, beneficio econ¨®mico alguno de ese peque?o pa¨ªs, que merecer¨ªa mejor suerte y que, en todo caso, a tenor de lo publicado en su peri¨®dico, ustedes ni siquiera han intentado conocer.
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