El relanzamiento de la Uni¨®n de la Izquierda francesa carece de credibilidad
Las dificultades econ¨®micas crecientes y la perspectiva de la elecci¨®n presidencial de 1981 motivan de nuevo el coqueteo de los partidos franceses de izquierdas. La opini¨®n p¨²blica, que se manifiesta amplia y abiertamente descontenta con el poder actual, por ahora al menos, no cree en el resurgir de la Uni¨®n como alternativa.No se recuerda una situaci¨®n pol¨ªtica o econ¨®mica del pa¨ªs en la que los franceses, de manera tan rotunda, hayan renegado de su Gobierno como lo hacen ahora.
Los comentarios y sondeos de la opini¨®n p¨²blica, que se multiplican en el momento en que terminan las vacaciones, prueban lo antedicho: porcentajes que oscilan, seg¨²n las encuestas diferentes, entre el 63% y el 85% condenan la pol¨ªtica econ¨®mica, o afirman que ?el Gobierno no sabe a d¨®nde va?.
En este clima, los partidos de izquierdas, como los sindicatos, redoblan las cr¨ªticas al giscardismo y, paralelamente, a¨²n no se atreven a declararse ?novios?, pero ya empiezan a darse citas. Por iniciativa del Partido Socialista (PS), en los pr¨®ximos d¨ªas, importantes dirigentes de esta formaci¨®n se entrevistar¨¢n separadamente con sus hom¨®logos comunistas, radicales de izquierda, as¨ª como con representantes de los dos sindicatos m¨¢s potentes del pa¨ªs, la CGT, de tendencia comunista, y la CFDT, socialista autogestionaria. Tras el descalabro de la Uni¨®n de las izquierdas, en marzo de 1978, es la primera vez que, oficialmente, vuelven a establecer contactos los protagonistas de aquella alianza abortada por los comunistas.
De creer lo que dicen muy seriamente todos ellos, lo ¨²nico que les preocupa y les incita a declarar el ?alto el fuego?, tras los tiroteos que los confrontan desde hace dos a?os, es la pol¨ªtica reaccionaria del Gobierno. Pero, como de costumbre, por razones electoralistas, los comunistas dan a entender que los socialistas act¨²an preocupados por una ?raz¨®n innoble, digna de los peores politicastros?, es decir, por qu¨¦ Fran?ois Mitterrand, el l¨ªder del PS, vive desesperadamente la ¨²ltima etapa de la gran pasi¨®n de su vida: ser presidente de la Rep¨²blica en 1981.
Por su lado, el PS sospecha que la actividad de los comunistas responde esencialmente a un objetivo: castigar la figura del se?or Mitterrand para que su hom¨®logo del PCF, Georges Marchais, probable candidato por el PCF, llegue en segundo lugar al final de la pr¨ªmera vuelta de las presidenciales, y, con ello, debilitar definitivamente la fuerza de los socialistas.
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