Irlanda: un aspecto del terrorismo

MARGARET THATCHER, primera ministra de Gran Breta?a, y Robert Lynch, primer ministro, de la Rep¨²blica de Irlanda, han iniciado un di¨¢logo imposible sobre el terrorismo en el Ulster. Su comunicado conjunto tiene toda, la pobreza idiom¨¢tica que sirve en estas ocasiones para disfrazar la imposibilidad: su ¨²nica menci¨®n pr¨¢ctica es que las conversaciones entre los dos pa¨ªses continuar¨¢n a fin de mes. La intenci¨®n brit¨¢nica es la de que la Rep¨²blica de Irlanda no se limite a condenas verbales acerca del terrorismo, sino que tome medidas pr¨¢cticas para colaborar en, su localizaci¨®n y extinci¨®n. Lynch no puede aceptar ese compromiso. En parte, y s¨®lo en parte, porque no tiene posibilidades materiales: con una polic¨ªa de 8.000 n¨²meros y una? frontera de casi 4.700 kil¨®metros, notablemente permeable por sus condiciones geogr¨¢ficas. Pero en mayor parte a¨²n porque moralmente no puede hacerlo.Cuando se habla del terrorismo no se suele hacer una distinci¨®n muy real: que si su presencia real -el acto de un asesinato, como el de lord Mountbatten- es inmediatamente condenable por todos, lo, que podr¨ªamos llamar su filosof¨ªa, o la textura moral e ideol¨®gica en que se asienta, se acoge con puntos de vista muy distintos. Lynch representa un partido y un pa¨ªs que se fund¨® por el terrorismo y que considera h¨¦roes -con monumentos, nombres de calles y de colegios, edificios p¨²blicos y un lugar en los libros de historia- a los terroristas que lo fundaron. Para los irlandeses, las minor¨ªas cat¨®licas del Ulster est¨¢n formadas por hermanos de raza, y de religi¨®n, y son unionistas: consideran al Ulster como un territorio irredento. Aunque el Gobierno de Lynch desear¨ªa muy sinceramente que acabase el terrorismo y se extinguiera el IRA en todas sus alas -porque es un movimiento radical que puede convertirse incluso en una amenaza para la propia forma de gobierno irlandesa- , no lo puede expresar ni puede tomar demasiadas medidas de represi¨®n.

Pero no es solamente el Gobierno de Lynch el que tiene que considerar as¨ª el problema. El IRA y los grupos vi¨®lentos del Ulster est¨¢n recibiendo dinero y armas de Estados Unidos, enviadas por los irlandeses o descendientes de irlandeses, que forman un poderos¨ªsimo lobby en el que hay desde familias pol¨ªticas y millonarios hasta una importante mafia; y que re¨²ne tambi¨¦n una cantidad de votantes que ha llevado a Carter, tan sensible estos ¨²ltimos tiempos al bar¨®metro del voto, a suspender los env¨ªos de armas para la polic¨ªa, del Ulster. No hay que olvidarse de que las comunidades ¨¢rabes y negras de Estados Unidos est¨¢n enviando tambi¨¦n armas y dinero para la OLP, que tiene una fuerza que se ha puesto de manifiesto con el caso Young; y que la comunidad jud¨ªa -aparte de Estados Unidos como naci¨®n- est¨¢ ayudando a los bombardeos israel¨ªes de L¨ªbano. Cualquier examen moral del terrorismo tiene que tener en cuenta que dos grandes personajes populares en el mundo, como Sadat y Begin, comenzaron sus carreras pol¨ªticas con atentados terroristas. Si a esto a?adimos que la ya inmediata visita del papa Wojtyla a la Rep¨²blica de Irlanda supone un soporte a los cat¨®licos del Ulster, y que arrastra la opini¨®n de millones de cat¨®licos, comprenderemos por qu¨¦ no es tan f¨¢cil aislar una forma de terrorismo. Los dos ¨²ltimos viajes de Wojtyla, el de Polonia y el de Irlanda, se refieren concretamente a zonas donde el catolicismo tiene una posici¨®n militante y combativa: no ha considerado necesario, en cambio, venir a Espa?a, donde le esperaban los congresos mariol¨®gicos. de Zaragoza y las fiestas en tomo al Pilar.

Por todas estas razones, en primer lugar, no es f¨¢cil que el di¨¢logo de Margaret Thatcher con Lynch, o las conversaciones que van a continuar a otro nivel, puedan tener ning¨²n resultado. Ni lo tendr¨ªa siquiera el refuerzo militar que Piden a Margaret Thatcher, y que ¨¦sta se resiste a acometer directamente: diez a?os de esfuerzos de toda ¨ªndole -el asesinato de Mountbatten era una forma espectacular de conmemorar ese aniversario- no han ido consiguiendo m¨¢s que un recrudecimiento de la lucha armada. Y el bloqueo de las salidas, pol¨ªticas. La m¨¢s elemental es la unionista: devolver a Irlanda el territorio del Ulster. Pero Gran Breta?a no puede desamparar as¨ª a la poblaci¨®n que le es fiel: los protestantes, descendientes de los puritanos que llev¨® Cromwell -con una forma de ocupaci¨®n realmente terrorista-, que son los que forman hoy las clases dominantes. Tampoco la Rep¨²blica de Irlanda est¨¢ muy dispuesta, aunque sea su doctrina y su teor¨ªa, a asumir un territorioque lleva dentro el veneno de la guerra civil.

A la postre, lo que ocurre es que las descolonizaciones que comenzaron en los a?os sesenta se pudieron hacer dejando en condiciones que siguen siendo imposibles a pa¨ªses africanos o asi¨¢ticos; pero parece que hay un cierto racismo que impide hacerlo cuando se trata de territorios europeos.