Fue una reuni¨®n

de varios viejos amigos, algunos de los cual es ven¨ªan de la c¨¢rcel. El anfitri¨®n fue Richard Nixon, que en otro tiempo presidi¨® los destinos de Estados Unidos, y que desde que estall¨® el esc¨¢ndalo Watergate vivi¨® como un refugiado pol¨ªtico en su propia tierra, hasta que comenz¨® de nuevo a viajar y se atrevi¨® a romper el cerco que se hab¨ªa impuesto en San Clemente (Calif¨®rnia), en la que un d¨ªa fue llamada. ?la Casa Blanca del Oeste?, y que, en realidad, siempre se llam¨® ?La Casa Pac¨ªfica?.El party organizado esta semana por Richard Nixon fue, de nuevo, para decir adi¨®s. Esta vez no hubo l¨¢grimas, como cuando abandon¨® en helic¨®ptero su Casa Blanca de Washington. El se?or Nixon se desped¨ªa de su mansi¨®n de San Clemente para irse a vivir con su esposa, Patricia, a un apartamento de Nueva York.

El invitado de honor de esta reuni¨®n amistosa fue John Mitchell, el fiscal que ocult¨® Watergate mientras pudo, y que por su obstrucci¨®n de la justicia fue encarcelado durante diecinueve meses. Ni una palabra contra Richard Nixon pronunci¨® el senor Mitchell mientras dur¨® el castigo.

Dwight Chaplin, Rose Mary Woods, Herbert Klein, Robert Mardian y Ronald Ziegler, este ¨²ltimo ex jefe de prensa de la administraci¨®n del Watergate, tambi¨¦n estuvieron presentes. Fue, como dijo el New York Times, ?una reuni¨®n de leales?. Las ausencias m¨¢s notables, seg¨²n los 250 invitados, fueron las de Bob Haldeman y John Ehrlichmann, los principales implicados, junto con el propio Nixon, en el famoso esc¨¢ndalo pol¨ªtico. Los dos sufrieron gravemente el peso de la justicia. A Nixon lo perdon¨® Gerald Ford, su sucesor. Ford no estuvo en el party, en el que un mariachi interpret¨® melod¨ªas mexicanas, mientras todos los invitados beb¨ªan margaritas y com¨ªan tacos.