Prensa y terrorismo
El verano pasado en Marienbad, o sea La Magdalena de Santander (mis mejores deseos, Juby y Miguel Angel) lo hemos, o han, dedicado al periodismo, el terrorismo, la agresividad y otras instancias de nuestro tiempo, que es de todos menos m¨ªo.Mart¨ªn Ferrand ha dirigido el curso con astucia galaica y ahora me env¨ªa las conclusiones a que lleg¨® la mesa redonda final, mesa a la que no me sent¨¦, porque el mar entraba y sal¨ªa por la puerta y la ventana de mi cuarto con pleno derecho y naturalidad, como los personajes absurdos de Mihura, Tono, Jardiel o Ruiz Iriarte. Era la habitaci¨®n del pr¨ªncipe Javier o no s¨¦ qu¨¦ pr¨ªncipe alfonsino, cuyo fantasma muy respetado me miraba como intruso desde el bisel de todos los espejos.
Entre el pr¨ªncipe y el mar, me echaron del cuarto.
Por m¨¢s que all¨ª conoc¨ª a la hija de Jim¨¦nez Blanco, destacado rosacruz de uced¨¦ y buen amigo m¨ªo por Nueva York, y la ni?a result¨® ser lista, llena de sabidur¨ªas y encantos. Por m¨¢s, digo, o por menos, pues para no enamorarme del puro imposible, lo consult¨¦ con la almohada y con el pr¨ªncipe, y me vine.
Estas conclusiones que me env¨ªa Mart¨ªn Ferrand dicen que hay un distanciamiento entre la prensa y la sociedad espa?ola. Creo, por el contrario, que nunca la progres¨ªa liberal ha estado m¨¢s pendiente de EL PAIS (entre otras cosas porque no exist¨ªa), la derecha ¨¦pica nunca ha estado m¨¢s pendiente de sus imparciales, alc¨¢zares forzarrenovados y la basca en general nunca ha estado m¨¢s pendiente de Intervi¨², donde el propio Martin Ferrand escribe la primera p¨¢gina. Creo que ni ¨¦l ni yo estamos lejos de la demanda lectora del personal, y as¨ª lo hubiera dicho en la mesa redonda (que seguramente era cuadrada) de no haberme echado de Santander el. fr¨ªo, el pr¨ªncipe don Javier o don Alfonso, ya extinto, el mar y la hija de Jim¨¦nez Blanco.
Pero lo que m¨¢s preocup¨® en Santander, l¨®gicamente, fue el terrorismo y su reflejo en la prensa, pues pasaron los tiempos en que Jorge Sep¨²lveda (hace muy poco revivalizado en la teletonta, pero sin su Santander, t¨² eres novia del mar, que tocaban todas las arm¨®nicas del Frente de Juventudes en los fuegos de campamento), pasaron los tiempos, digo, en que Sep¨²lveda y Mach¨ªn nos daban la nota falsa de un Santander y una Espa?a en paz.
Ans¨®n ha opinado alguna vez que desoyendo al terrorista en la prensa desaparece el terrorismo. En Santander se ha resuelto todo lo contrario, y me alegro. El gran Rubert de Vent¨®s (Umberto Eco catal¨¢n que nada envidia al italiano) dice en La est¨¦tica y sus herej¨ªas que el terrorismo en s¨ª es un lenguaje, claro. Importa m¨¢s el significante que el significado. M¨¢s la expresi¨®n del crimen que el crimen mismo.
Los memoriones santanderinos decidieron que, si bien el periodista no es el cartero de los terroristas, tiene, en cambio, pleno derecho a informarse e informar a fondo en esta materia, porque la profesi¨®n y la sociedad lo exigen. De acuerdo. Ahora, ?en qu¨¦ medida un manuscrito grapo con faltas es o no informaci¨®n? Si es informaci¨®n y lenguaje la parabellum del terrorista, c¨®mo no lo va a ser su carta. (Nota bene: se dice en este documento que la informaci¨®n period¨ªstica adolece de profundidad, queriendo decir, sin duda, que adolece de falta de profundidad.) Como los grapos.
Finalmente, los memoriones santanderinos denuncian la teletonta como medio de desinformaci¨®n. Ni ocuparse de ella. En cuanto al periodista, uno cree que a cada cual lo suyo: hay el periodista-detective, el periodista-pensador, el periodista-polit¨®logo y el primo del director. En estas cuatro categor¨ªas divido yo a los periodistas. El terrorismo tiene que estar en la prensa con todo su terror, mucho m¨¢s de lo que est¨¢. ?Por qu¨¦ la derecha del Monte Tabor, que hizo funeral de toda una calle, juando California 47, se ha contentado tan pronto con dos fotos de carne, dos grapos de verano y el pie de foto? El periodista no es polic¨ªa ni cazarrecompensa. El periodista es una conciencia con corbata.
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