Adri¨¢n Ferre?o

La capacidad de convertir lo cotidiano en sorprendente, el atroz aburrimiento en inter¨¦s constante, sin resbalar por el lado de lo dulz¨®n intimista ni de lo declaradamente borde, sospecho que es -pienso ahora en Onetti- la maestr¨ªa de la inteligencia m¨¢s capaz de desarmar a la cr¨ªtica, oficio de suyo adornado de pocos atributos legitimadores.La enumeraci¨®n de los temas en la pintura de Adri¨¢n Ferre?o es una de sus pocas claves de entendimiento; son exasperantemente usuales, de esos que nos encontramos todos los d¨ªas: la lata y la llave oxidadas en la arena, la caja rota al borde del camino, los cables que atraviesan el cielo, la botella vac¨ªa. Son los siempre reducidos tama?os de sus cuadros y los desacostumbrados puntos de mira los elementos que definitivamente le alejan de toda posible asimilaci¨®n con el realismo fotogr¨¢fico e hiperrealismo.

Pintor ambulante, fuera del estudio es no s¨®lo donde encuentra los herrumbrosos objetos e insignificantes detalles, sino tambi¨¦n donde los traslada al lienzo. Doblemente ambulante, adem¨¢s, por su condici¨®n de vasco y extreme?o, con San Sebasti¨¢n y Abad¨ªa de C¨¢ceres como lugares cambiantes de trabajos y querencias. Es as¨ª como en esta exposici¨®n, despu¨¦s de varios meses de estancia en C¨¢ceres, los verdes y grises que aqu¨ª le invad¨ªan han dado paso a tierras rojizas y pedregales, al intenso azul de Extremadura.