La cuesti¨®n econ¨®mica
(Decano de la facultad de Econ¨®micas de la Universidad Aut¨®noma de Barcelona. Militante de base del PSC-PSOE)
Uno de los muchos comentarios que suscita la pol¨¦mica abierta dentro del PSOE, a ra¨ªz del 28?. Congreso, es el escaso inter¨¦s y parcial relevancia que los temas econ¨®micos y el an¨¢lisis de la crisis econ¨®mica y su repercusi¨®n en la sociedad espa?ola han levantado entre las diversas tendencias o posiciones enfrentadas en los ¨²ltimos meses. Por una parte, la cuesti¨®n econ¨®mica ha sido pr¨¢cticamente marginada del congreso, releg¨¢ndola a una reuni¨®n de expertos que todav¨ªa no ha tenido lugar.Por otra, la mayor parte de las ponencias sobre la l¨ªnea pol¨ªtica que habr¨¢n de discutirse en el pr¨®ximo Congreso Extraordinario inciden s¨®lo parcialmente en el tema, o se limitan a meras y reiterativas declaraciones de principios, como si, hoy d¨ªa, pudiese perfilarse una l¨ªnea pol¨ªtica coherente para el socialismo espa?ol sin una toma de posici¨®n previa sobre la naturaleza y causas de la crisis econ¨®mica y sus m¨²ltiples efectos, tanto en lo que concierne a las perspectivas inmediatas de la clase trabajadora como a las consecuencias que, a m¨¢s largo plazo, plantean las transformaciones que est¨¢n teniendo lugar en las econom¨ªas capitalistas.
Pues bien, en ese contexto resulta hasta cierto punto sorprendente que la denominada izquierda radical, o sector cr¨ªtico del PSOE, no se haya distinguido precisamente, por su incidencia en esta tem¨¢tica, sino todo lo contrario, en la medida que ha logrado llevar la discusi¨®n en un mal viaje -o en un viaje de retorno, si se prefiere- a est¨¦riles tomas de posiciones sobre la verdad revelada con bula sacramental de las que imprimen car¨¢cter, despiertan el entusiasmo entre algunos creyentes, pero carecen del m¨¢s m¨ªnimo contenido. El falso discurso de la izquierda cr¨ªtica queda en evidencia ante la fr¨¢gil consistencia -o irresponsable omisi¨®n- con que apresuradamente despachan el an¨¢lisis de la crisis econ¨®mica que, en buena l¨®gica marxiana, deber¨ªa influir la definici¨®n de una l¨ªnea pol¨ªtica y su concreci¨®n en un programa o alternativa de gobierno.
De hecho, tal como ha quedado planteado el debate -una vez conocidas las posiciones respectivas- no se requieren grandes cavilaciones para comprender que tras ese discurso denominado cr¨ªtico- y que s¨®lo es radical en la medida que se manifiesta como ?revaival? de radicalismos pasados- s¨®lo alumbran los fulgurantes destellos de una lucha por el poder, tan vieja como la propia pol¨ªtica, pero que, ahora, con m¨¢s evidencia que en otras ocasiones, muestra la capacidad de los personajes implicados para recurrir a los m¨¢s sugestivos disfraces. Pero cuando ¨¦stos se disipan se pone de relieve que la cr¨ªtica no se ejerce en raz¨®n a posiciones pol¨ªticas con contenido real diferente, sino en virtud de que los ?sujetos cr¨ªticos? est¨¢n alejados del poder y no participan, sino marginalmente, de su ejercicio.
La crisis econ¨®mica
Si el sector cr¨ªtico quiere ir directamente a la ra¨ªz de los problemas que acucian a la sociedad espa?ola deber¨ªa pronunciarse sobre los m¨²ltiples aspectos que hoy nos ha planteado la crisis econ¨®mica. En primer lugar, no estar¨ªa de m¨¢s que tratasen de valorar y clarificar en el debate que est¨¢ teniendo lugar los diversos elementos que caracterizan la crisis econ¨®mica por la que atraviesa el mundo actual. No basta con hacer referencia a los p¨¦rfidos designios del capital monopolista, cuando existen otros elementos que requieren un an¨¢lisis detenido, como son, entre otros, la creciente escasez -o toma de conciencia de esa escasez- de los recursos naturales, especialmente energ¨¦ticos; las dificultades del progreso t¨¦cnico e innovaciones tecnol¨®gicas para alimentar una nueva fase de prosperidad y crecimiento; la creciente elevaci¨®n de la relaci¨®n capital-producto, que no significa aceptar una ca¨ªda progresiva de la tasa de ganancia, como suelen afirmar; la crisis de una determinada organizaci¨®n del trabajo en gran escala ante la resistencia de las centrales sindicales; la reorientaci¨®n de la divisi¨®n internacional del trabajo y el desarrollo de la actividad productiva en pa¨ªses del Tercer Mundo; los avances logrados por los trabajadores en sus luchas reivindicativas, etc¨¦tera, elementos, todos ellos, que, de una u otra forma, y con distinta valoraci¨®n, requieren una explicaci¨®n por parte de los que propugnan otro modelo de sociedad distinta de la que nos ofrece el capitalismo actual.
En lo que concierne a la realidad m¨¢s pr¨®xima, tampoco estar¨ªa de m¨¢s una toma de posici¨®n sobre la gravedad de la repercusi¨®n de la crisis sobre la econom¨ªa espa?ola, estando obligados, como socialistas, unos y otros, a dar respuestas que rebasen la simple ?salida del franquismo?, porque lo que est¨¢ en crisis es un modelo de industrializaci¨®n, una f¨®rmula de desarrollo basada en un crecimiento sectorial y geogr¨¢ficamente concentrado en determinados enclaves, fuertemente intensivo en capital y ahorrador de trabajo, y despilfarrador de toda clase de recursos naturales, en cuanto que conlleva la aparici¨®n de deseconom¨ªas y de cuantiosos costes sociales y ambientales que deterioran las condiciones de vida y de trabajo de amplios sectores de la poblaci¨®n.
Una respuesta pol¨ªtica a una crisis de esa naturaleza y con tales connotaciones no puede limitarse a simples planteamientos nacionalizadores, sino que ha de ir m¨¢s all¨¢, ofreciendo alternativas que forzosamente se sit¨²an al margen de la l¨®gica del sistema. De ah¨ª la necesidad de insistir en una revisi¨®n de los objetivos de producci¨®n, en una reorientaci¨®n de la demanda de consumo, en la potenciaci¨®n del consumo de bienes y servicios p¨²blicos o sociales en detrimento de los usos individualizados, en una redistribuci¨®n de la fuerza de trabajo, que permita contrarrestar la tendencia a producir un paro creciente en las econom¨ªas capitalistas. Todo ello, por supuesto, en el contexto de un progresivo control de las decisiones de inversi¨®n y del proceso de acumulaci¨®n de capital, comenzando -lo que casi siempre se olvida- por todas aquellas decisiones ya vinculadas al sector p¨²blico, pero todav¨ªa sometidas a intereses privados.
L¨ªnea pol¨ªtica a corto plazo
En cuanto a la definici¨®n de una l¨ªnea pol¨ªtica a corto plazo, hay, adem¨¢s que partir de un an¨¢lisis cr¨ªtico de los elementos que han condicionado, desde 1975, la transici¨®n econ¨®mica.
As¨ª, entre otros aspectos, conviene tener claro que, tras los aumentos de salarios reales de 1975, 1976 y parte de 1977, y los consiguientes avances en la distribuci¨®n de la renta, se ha registrado una agudizaci¨®n de la crisis que se ha traducido en p¨¦rdidas de salarios reales para muchos grupos de trabajadores, adem¨¢s de un aumento del paro que deteriora a¨²n m¨¢s, si cabe, la situaci¨®n de la clase trabajadora y limita la propia estrategia socialista. Igualmente se requiere un an¨¢lisis del marco de las relaciones y estructuras de poder en que se ha desenvuelto el capitalismo espa?ol, donde el capital multinacional no s¨®lo ha consolidado posiciones en sectores productivos reservados en otro tiempo al capital financiero espa?ol, sino que se destaca como la principal fuerza ascendente, capaz de imponer nuevas transformaciones e influir decisivamente la pol¨ªtica econ¨®mica del Gobierno. La agudizaci¨®n de la dependencia externa, as¨ª como las posibilidades de salida de la crisis en un solo pa¨ªs, son tambi¨¦n elementos, entre otros, que requieren un m¨ªnimo an¨¢lisis por parte de aquellos que tratan de dotar de una l¨ªnea pol¨ªtica al socialismo espa?ol de 1979.
Necesidad de un debate p¨²blico sobre problemas concretos
?D¨®nde est¨¢n, pues, todas estas reflexiones sobre la crisis econ¨®mica? ?En el debate suscitado por Pablo Castellano y Francisco Bustelo y su contribuci¨®n a la filosof¨ªa de la praxis?... El socialismo espa?ol ha de salir de su atolladero actual a trav¨¦s de un debate pol¨ªtico sobre los problemas concretos que hoy tiene planteados la sociedad espa?ola, entre los que destacan aquellos que se derivan de la crisis del capitalismo en su fase actual. Si continuamos dejando que se centre el debate en una discusi¨®n -por lo dem¨¢s, de ¨ªnfimo contenido- entre creyentes y no creyentes, llevaremos al socialismo a un callej¨®n sin salida y alejaremos por muchos a?os a los trabajadores de la posibilidad de incidir en una pol¨ªtica de gobierno y de transformaciones de las estructuras econ¨®micas que, por si se ha olvidado, siguen reproduciendo las mismas relaciones de dominaci¨®n que en a?os anteriores.
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