Reaparece Mesrine, "enemigo p¨²blico n¨²mero uno" de Francia
Todos los delincuentes tienen su historia literaria y misteriosa, como Jacques Mesrine, el enemigo p¨²blico n¨²mero uno de Francia. Sus apariciones, espor¨¢dicas y turbulentas, recuerdan a las de aquel personaje, Basil Lee, de uno de los relatos del novelista norteamericano F. Scott Fitzgerald. Basil llegaba a un restaurante s¨®rdido de Broadway, descorr¨ªa las cortinas, mostraba una pistola a los concurrentes, y dec¨ªa, con la sobriedad de los delincuentes profesionales: ?No se muevan, por favor. Esto puede escap¨¢rseme.? Cuando la quietud llenaba la estancia, Basil dec¨ªa con voz igualmente queda: ?Ahora que est¨¢ cumplido mi prop¨®sito, quiz¨¢ les interese saber qui¨¦n soy. No soy otro que ese evasivo caballero, Basil Lee, mejor conocido como La Sombra.? As¨ª es tambi¨¦n Jacques Mesrine, sobre cuya ¨²ltima aparici¨®n escribe Feliciano Fidalgo.
?Alerta general contra Mesrine?. Desde hace veinte a?os, la Francia policial, y la otra, lanzan o viven el mismo eslogan cada vez que el llamado ?enemigo p¨²blico n¨²mero uno?, Jacques Mesrine, aparece, dice ?Buenos d¨ªas?, es decir, realiza una operaci¨®n, y se evade de nuevo para, no sin tardar, reaparecer. Es lo que ocurri¨® anteayer: Mesrine cit¨® a un periodista, Jacques Tiller, del semanario de extrema derecha Minute, en un bar de Par¨ªs con el fin, se cre¨ªa, de regalarle una entrevista ¨²nica, explosiva y exclusiva.El periodista fue a la cita, subi¨® con Mesrine en un autom¨®vil y, poco despu¨¦s, se encontr¨® en un bosque, en las inmediaciones de Par¨ªs. Seg¨²n ha contado despu¨¦s el periodista, el ?enemigo p¨²blico n¨²mero uno?, tranquilamente, lo zurr¨® a gusto, lo desvisti¨® para humillarlo, lo at¨® de pies y manos y, para terminar, le solt¨® tres tiros: uno le alcanz¨® la mand¨ªbula; el otro, la espalda, y el tercero, la nuca. Cosa no grave, porque el periodista pudo arrastrarse hasta la carretera m¨¢s pr¨®xima y all¨ª le recogi¨® un automovilista. La polic¨ªa dir¨ªa m¨¢s tarde que ?Mesrine no quiso matar, sino aleccionar?.
?C¨®mo consigui¨® la cita el periodista con el hombre m¨¢s perseguido de Francia? ?Por qu¨¦ el enemigo, que hab¨ªa asegurado en otra entrevista que no se vengar¨ªa de los periodistas malos, se ha cebado ahora con Tiller? Preguntas sin contestaci¨®n cierta. Pero hay muchas sospechas: el se?or Tiller, de 32 a?os, ha sido polic¨ªa antes de ser periodista (ayer el director de Minute afirm¨® que el oficio de polic¨ªa ?es un buen aprendizaje para ser periodista?), ha escrito ¨²ltimamente art¨ªculos poco agradables para Mesrine, pero la polic¨ªa sospecha que esta raz¨®n no justifica el castigo que le ha infligido el enemigo. Se dio a entender ayer en Par¨ªs que, semanas atr¨¢s, el periodista de extrema derecha intervino como intermediario en el ¨²ltimo golpe de Mesrine, consistente en el secuestro de un millonario, y parece ser que oper¨® con cierta suciedad.
Lo cierto es que Mesrine, una vez m¨¢s, se ha evaporado a pesar de la ?alerta general? decretada por la prensa m¨¢s emotiva del pa¨ªs.
La carrera de este enemigo empez¨® realmente cuando, a los diecisiete a?os (ahora tiene 42), abandon¨® su trabajo por solidaridad con cuatro colegas que hab¨ªan sido despedidos. Despu¨¦s fue recluta en Argelia, viaj¨® un poco por Espa?a y Canad¨¢, volvi¨® a Francia y en 1969 ya hab¨ªa purga o varias condenas por robos y tenencia de armas. Acto seguido emigra a Canad¨¢, en donde se convierte en el ?enemigo p¨²blico n¨²mero uno?: secuestra a un industrial y lo libera contra el rescate de 200.000 d¨®lares (doce millones de pesetas). En 1971 la polic¨ªa le echa el guante, es juzgado, condenado a diez a?os de c¨¢rcel, pero un a?o despu¨¦s se evade de la c¨¢rcel en Quebec. No pasan tres semanas y Mesrine liquida a dos guardas campestres. Regresa a Francia, y en 1973 la polic¨ªa, de nuevo, lo detiene tras haber cometido un buen n¨²mero de atracos. Tres meses m¨¢s tarde, Mesrine, en el Palacio de Justicia de Compiegne, cerca de Par¨ªs, se ampara en el presidente del tribunal durante su proceso y no lo suelta hasta que se encuentra al aire libre. En 1973, en Par¨ªs, la polic¨ªa vuelve a encontrarlo y, definitivamente ya, en apariencia, Mesrine se dedica a escribir sus memorias, El instinto de la muerte, para entretener los veinte a?os de c¨¢rcel que se le han venido encima.
En 1977, tras una operaci¨®n rocambolesca, cuando se le estaba juzgando, el enemigo, no se sabe con qu¨¦ complicidades, se fuga de la prisi¨®n. Desde entonces, ?la alerta general contra Mesrine? no ha dado resultado, a pesar de que sus manifestaciones p¨²blicas se han multiplicado: atrac¨® a un banco cerca de Par¨ªs, rob¨® en el casino de Deauville, dio entrevistas a Par¨ªs-Match y Liberation, secuestr¨®, hace pocas semanas, al millonario Henri Lelievre, al que solt¨® contra el pago de cien millones de pesetas. Y, por fin, el periodista y ex polic¨ªa se?or Tiller ha podido saber que Mesrine, el enemigo, existe.
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