La vuelta de Amparo Rivelles
Amparo Rivelles dej¨® un buen nombre de actriz al marcharse de Espa?a: se lo encuentra intacto al volver, incluso aumentado por el vientecillo de nostalgia y de regreso que hay ahora en el teatro espa?ol. Lo merece. Su presencia en el escenario del Infanta Isabel, para el estreno de Salvar a los delfines, de Santiago Moncada, es siempre la de una excelente actriz, no s¨®lo con la solvencia legendaria de la escuela en que se form¨®, sino actual, vigente. Probablemente se ha equivocado con la obra elegida: un papel ?de reaparici¨®n? le hubiera sido m¨¢s rentable.La obra en s¨ª es endeble. Son personajes que cuentan cosas, no personajes a quienes les est¨¢ sucediendo algo. Hay una primera acci¨®n: una mujer separada que vive con otro hombre y vuelve a encontrarse con su marido al cabo de siete a?os, con motivo del anuncio de la boda de su hija; hay una breve tendencia a la reanudaci¨®n, que se resuelve dej¨¢ndolo todo como est¨¢. La segunda acci¨®n es un contrapunto: la hija que se casa con un tailand¨¦s, budista zen. Sirve para el contraste. La generaci¨®n mayor tiene una obsesi¨®n sexual, una ambici¨®n econ¨®mica, materialista; prisa y confusi¨®n. Los j¨®venes -a trav¨¦s del zen- dejan el sexo para su momento justo y abandonan el dinero y las centrales nucleares para irse a las islas Feroe a salvar delfines. Triunfa el ecologismo. Todo el primer acto y gran parte del segundo. est¨¢n construidos sobre escenas de dos personajes: en cuanto hay m¨¢s en escena se le embarullan al autor. Pero m¨¢s que un problema t¨¦cnico es una necesidad verbal: como todo se cuenta, son necesarias las escenas de dos personajes para sostener el di¨¢logo, que generalmente es un doble mon¨®logo. Santiago Moncada tiene ingenio. Lo saca de la l¨ªnea Wilde-Benavente, de la alta comedia; parece siempre -en esta obra como en otras -asombrado de lo contempor¨¢neo. Probablemente el p¨²blico tambi¨¦n lo est¨¢, y este es el secreto de su ¨¦xito. El lenguaje es limpio; el concepto, ir¨®nico. Ganar¨ªa mucho pic¨¢ndolo m¨¢s y poni¨¦ndolo m¨¢s al servicio de una acci¨®n que al del relato. En sus obras faltan acontecimientos esc¨¦nicos. El lenguaje no lo suple, pese a su atractivo. Hay longitudes abrumadoras. En cuanto al fondo de la comedia, resulta m¨¢s indicado que analizado; la forma caricatural no llega, en este caso, a ninguna profundidad.
Salvar a los delfines, de Santiago Moncada
Int¨¦rpretes: Amparo Rivelles, V¨ªctor Valverde, Angel Picazo, Cristina Galb¨®, Kunio Kobayahi. Direcci¨®n de Jos¨¦ Luis Alonso. Escenograf¨ªa de Pin Morales y Rom¨¢n Arango. Estreno: Infanta Isabel. 15-9-1979
Queda muy bien dicha la comedia por Amparo Rivelles, bien apoyada por V¨ªctor Valverde y ?ngel Picazo. El papel de Cristina Galb¨® es breve e insignificante; se la espera en algo con m¨¢s entidad. Kunio Kobayashi recibe la atenci¨®n que corresponde a un personaje ex¨®tico y al mismo tiempo c¨®mico y tierno. Y la direcci¨®n de Jos¨¦ Luis Alonso llega tan lejos como el texto lo permite: es una comedia demasiado inm¨®vil, de la que ha sacado todo el partido que puede. La escenograf¨ªa es convencional.
En la rese?a de la anterior obra de Moncada, Vivamos hoy, estrenada en el teatro Reina Victoria, se perdi¨® entero el p¨¢rrafo dedicado a la interpretaci¨®n. Esta p¨¦rdida equivale a una injusticia para Julia Guti¨¦rrez Caba: precisamente porque su actuaci¨®n da toda la humanidad que hay en escena. Este p¨¢rrafo ven¨ªa a reiterar lo que es sabido: que Julia Guti¨¦rrez Caba es una actriz de primer orden, que est¨¢ esperando el papel que necesita.
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