El arte de desperdiciar toros
A cuatro de los toros de ayer, cualquier torero con un poco de gusto y decisi¨®n les hubiera cortado las orejas. O a cinco, si hilamos fino. Sin embargo, los espadas de la terna no fueron capaces de merecer ni una sola vuelta al ruedo. Como contrapunto, cuando apareci¨® el torillo que presentaba dificultades, el diestro de turno lo machete¨® deliberadamente a la defensiva. En estas circunstancias, el ¨²nico arte que exhibieron los matadores fue el de desperdiciar los toros.Seguramente son de esos a los que s¨®lo les va el boyanc¨®n, con el que se tapan. Con el boyanc¨®n casi todos tienen excusa: ?No han embestido los toros. ?Ay, el d¨ªa que me embista un toro en Madrid!? Frases manidas, la eterna excusa. Porque llega el d¨ªa en que, efectivamente, como ayer, sale en Madrid el toro que embiste, y no pasa nada; tampoco les sirve. El primero, aplomadillo, ten¨ªa un pit¨®n izquierdo excelente y Gregorio Lalanda no lo aprovech¨®. Boyante el segundo, un precioso casta?o, Curro Fuentes le peg¨® derechazos acelerados y violentos, y en los naturales se dejaba enganchar el enga?o. Excelente por el derecho el tercero, L¨¢zaro Carmona, tras unos bonitos estatuarios, tore¨® aceptablemente en redondo, mas sin vibraci¨®n. En los ayudados y pases de la firma finales, tampoco gust¨®. La nobleza de la res admit¨ªa mucho m¨¢s. Manejable el cuarto, Lalanda, que parec¨ªa desanimado, se lo dej¨® ir en blanco. El quinto, protestado porque era escurrido, pero cornal¨®n astifino, se quedaba corto en el ¨²ltimo tercio y Fuentes lo machete¨® sin contemplaciones. De carril el sobrero, perteneciente al hierro de Germ¨¢n Gerv¨¢s, Carmona le hizo una faenita voluntariosa y vulgar.
Plaza de Las Ventas
Sexta corrida de la feria de oto?o. Cinco toros de El Tomillar, en conjunto bien presentados y nobles; cumplieron en el primer tercio, y un sobrero (sexto) de Germ¨¢n Gerv¨¢s, grande, sospechoso de pitones, noble. Gregorio Lalanda: un pinchazo y se tumba el toro (pitos). Bajonazo y rueda de peones (silencio). Curro Fuentes: estocada ca¨ªda, descabello, aviso, y dos descabellos m¨¢s (algunos pitos). Media (silencio). L¨¢zaro Carmona: pinchazo, en el que sufre una voltereta, dos pinchazos m¨¢s y rueda de peones (palmas y saludos). Media desprendida (palmas).
La presentaci¨®n de las reses de El Tomillar (propietario, Victorino Mart¨ªn) hab¨ªa sido buena en l¨ªneas generales. Con los caballos, casi todos los toros cumplieron; ten¨ªan la fuerza justita y m¨¢s de uno dobl¨® las manos. Aparte los pitones, que se apreciaban limpios y astifinos, era g¨¦nero del que habitualmente se sirven las figuras para continuar en el machito. Lalanda, Fuentes y Carmona, seguramente por convencimiento de que no son figuras ni lo ser¨¢n nunca, debieron pensar que tantas facilidades no iban con ellos, y desde?aron el regalo.
El sexto, un jabonero terciado, cinque?o, muy armado, pertenec¨ªa a la ganader¨ªa de Leonardo Mu?oz, al¨ªas El Nazareno (padre de Emilio Mu?oz), y sali¨® con gas y codicia, se estrell¨® contra las tablas, correte¨®, le fallaron las fuerzas (quiz¨¢ por el encontronazo), lo protestaron, el presidente sac¨® el pa?uelo verde; en cuanto vio a un cabestro, el jabonero le tir¨® un viaje; citado desde chiqueros por el vaquero, hizo mutis. Sentimos muy de veras que no lo lidiaran. Este cinque?o a lo mejor habr¨ªa aportado la emoci¨®n que falt¨® en la corrida. Los s¨ªntomas no pod¨ªan ser m¨¢s elocuentes: durante los escasos minutos que permaneci¨® en el ruedo, arm¨® el alboroto preciso para sacarnos del sopor. S¨ª, por supuesto, preferimos los toros buenos a los alborotones, pero para lo que sirvieron, m¨¢s hubiera valido que los dejaran para otro d¨ªa y para otros toreros.
Esta plaza
Vaya gato, Curro a tu sitio, ese caballo est¨¢ resabiado, qu¨¦ verg¨¹enza, se?or presidente, s¨¢calo a los medios, no lo ahogues, torero, la hora, ya est¨¢ bien de barberos, palco dimisi¨®n, por la izquierda va, menudo toro te dejas ir, cuidado por los adentros no, ponlo de largo que es bravo, m¨¢s corrida Canorea. Esta plaza es ¨²nica, y se expresa. Dicen que a veces la afici¨®n madrile?a yerra. Pero no pasa una de las malas, nunca deja de percibir una de las buenas, vive la corrida, aunque, como la de ayer, sea una murga; la analiza hasta el ¨²ltimo pormenor. Esta afici¨®n es una mina. La feria de oto?o cuajar¨¢ y cuajar¨¢n los festejos entre semana, si el empresario sabe aportar imaginaci¨®n al desarrollo de la temporada. Madrid responde siempre.
Babelia
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