En los colegios, el "porro" corre como el agua
La verdad es que Olga piensa que lo de su hermano Miguel es demasiado. Esta misma ma?ana, sin ir m¨¢s lejos, Miguel ha encendido el primer porro del d¨ªa nada m¨¢s bajarse de la cama, sin tan siquiera esperar al desayuno, con los p¨¢rpados a¨²n cosidos de lega?as. Qu¨¦ pesado. Se aprovecha de la soledad de la casa -pap¨¢ estaba en la agencia y mam¨¢ hab¨ªa salido ya para la tienda- y despliega una fanfarroner¨ªa inaguantable, de primog¨¦nito, de hermano mayor y poderoso. A sus quince a?os Miguel se cree el ombligo del mundo, y camina por la casa con la colilla del porro entre los labios, sinti¨¦ndose muy adulto; ser¨¢ idiota.Es una hartura esto de los porros, reflexiona Olga. Acaba de terminar ella la EGB, el a?o que viene comienza el BUP en un Instituto y, por lo que cuenta su hermano mayor -tan s¨®lo un a?o mayor, que tampoco es para tanto, para que se ponga as¨ª de estirado y de impertinente- sabe ya que en el pr¨®ximo curso le espera la furia de las drogas.
Las drogas. Hay que ver qu¨¦ desaz¨®n, qu¨¦ obsesi¨®n tiene todo el mundo con el tema. La primera vez que Olga oy¨® hablar del tema fue hace dos a?os, cuando ten¨ªa doce. En el colegio, entre los amigos. Que si el chocolate, que si el porro, todo eso. Envuelto en mucho misterio, en susurros. Y luego los padres empezaron a dar la paliza con el asunto.
Bueno, no todos los padres. Ella misma, por ejemplo, tiene unos padres modernos, que trabajan los dos, que hablan de todo con los hijos. Es una suerte, porque por lo menos los pobres hacen lo que pueden. No como le pasa a Pilar, su amiga intima, que tiene unos padres horrorosos. Los padres de Pilar est¨¢n obsesionados con las drogas y no hacen m¨¢s que fastidiar con el asunto: ?T¨², ni?a?, le dicen a Pilar, ? no tomes ning¨²n caramelo ni nada que te ofrezcan, que lo que quieren es darte droga para enviciarte y hacerte una desgraciada de por vida?. La verdad es que los padres de Pilar no entienden nada, pero nada. Para ellos, el hach¨ªs es algo que se inyecta, y la hero¨ªna la distribuyen en bombones a la puerta del colegio. Qu¨¦ borricos, no saben distinguir entre drogas duras y blandas, no se aclaran. Si supieran que Pilar lleva un a?o fumando porros se desmayan. Bastante jaleo ha tenido ya la pobre este a?o, que ha perdido curso porque no le gusta la cosa de estudiar y, ahora, como ha cumplido los catorce, la mandan lej¨ªsimos, al colegio V¨ªctor de la Serna, en Fuencarral, porque en los colegios del barrio, del barrio del Pilar, en donde viven, no hay plazas suficientes. Y sus padres, hala, venga a decirle que si es que es un desastre, que si no estudia porque va con malas compa?¨ªas, que si ?Dios m¨ªo, lo mismo te est¨¢s drogando y todo y nosotros sin saberlo?, y al final de las discusiones siempre la mandan lavarse la cara, porque Pilar ha empezado a ponerse rimmel en las pesta?as y esto a sus padres no les gusta nada.
Bueno, se dice Olga, la verdad es que esto es rid¨ªculo. Armar tanto jaleo por un porrito de nada, y hablar todo el d¨ªa de las drogas, cuando el padre de Pilar le suele dar al trinque cantidad, o sea, que se emborracha con frecuencia, y la madre, que es una hist¨¦rica, no hace m¨¢s que tragar p¨ªldoras todo el d¨ªa: que si para los nervios, que si para el coraz¨®n porque le palpita demasiado, man¨ªas suyas, que si para dormir... Y como dice su hermano Miguel, que en esto tiene raz¨®n -aunque seguro que se lo ha o¨ªdo a alguien, porque ¨¦l no es capaz de pensar una cosa as¨ª por s¨ª s¨®lo-, como dice Miguel, pues, eso s¨ª que es estar drogados, tanto m¨ªedo al tate y luego est¨¢n atiborrados de vino y pastillas. Y eso, nada, no les parece mal.
Recuerda Olga la primera vez que fum¨® un porro. Fue con la pandilla, un chico que iba ya al Instituto trajo hach¨ªs un d¨ªa, hace medio a?o o algo as¨ª, y se fumaron un canuto. Olga se mare¨® bastante y luego le entr¨® una risa loca, como si todo fuera divertid¨ªsimo, y se lo pas¨® bastante bien. La verdad es que fue una experiencia interesante, se sent¨ªa una... no s¨¦, como si se separase del cuerpo, flotante, burbujeante. Y total, ?qu¨¦ pasa por meterse un canuto de vez en cuando? No hay nada malo en ello, se dice Olga. Desde aquella primera vez, ella ha fumado unas cuantas veces: en ocasiones Miguel le ha pasado algo, y si no alg¨²n amigo de ¨¦sos que siempre llevan. Pero no fuma mucho. Piensa Olga que est¨¢ bien probarlo, que de tiempo en tiempo fumar hach¨ªs es placentero. Pero no se vuelve loca por elporro. La verdad es que no entiende por qu¨¦ a Miguel le ha entrado esa furia, por qu¨¦ se pasa todo el d¨ªa colocado. A Miguel y a los dem¨¢s del grupo, sobre todo a los chicos, que es que parecen tontos, vaya, todo el d¨ªa con el canuto puesto, ya no hacen.m¨¢s que eso, no hablan m¨¢s que de eso y est¨¢n aburrid¨ªsimos, sin que les interese otra cosa. Eso a Olga no le hace ninguna gracia, la verdad.
Miguel, por ejemplo, se ha metido tr¨ªpis y todo. Olga no. A Olga le dan miedo las cosas m¨¢s fuertes, y cuando ha venido alg¨²n amiguete ofreciendo algo -coca¨ªna, LSD- siempre se ha negado a probarlo. Dicen que ni la coca ni el LSD son fatales, vamos, que no son especialmente da?inos, pero Olga no sabe muy bien d¨®nde est¨¢n las fronteras con la droga dura, con la hero¨ªna y la morfina y todo eso, y como las drogas duras le horripilan, y sabe que son terribles, y que matan, pues no quiere arriesgarse por caminos poco conocidos. Ella porros, s¨ª, porque son inocuos. Lo dem¨¢s, de lejos y con cuidado.
Los mayores confunden todo
Lo que pasa es que nadie sabe nada. Los mayores, vamos. No entienden un pimiento de estas cosas, o no quieren entender. Est¨¢n llenos de miedo y lo confunden todo. El a?o pasado, un profesor progre del colegio, que daba matem¨¢ticas, dedic¨® varias horas de clase a hablar de las drogas. Dec¨ªa: ?Lo que os pido es que no las prob¨¦is sin saber bien lo que son, primero enteraros y despu¨¦s las prob¨¢is si quer¨¦is.? Pero el t¨ªo nunca explic¨® qu¨¦ eran, que es lo que ten¨ªa que haber hecho. En aquellas charlas les preguntaba a los alumnos lo que sab¨ªan de las drogas, quiz¨¢ para enterarse ¨¦l mismo del asunto.
Recuerda Olga que de cuarenta que eran en clase s¨®lo hablaron unos diez, con ella incluida, que eran los ¨²nicos que sab¨ªan lo que era un porro, que lo hab¨ªan probado. Los dem¨¢s, ni idea. Claro que en los colegios se sabe poco todav¨ªa, es en los institutos cuando empieza la carrera del porro. Por lo que cuenta Miguel, en los institutos corre el porro como el agua, y la mitad de los chicos se dedican al comercio, venden tate, y tripis, y lo que sea, que Olga sabe que en los institutos tambi¨¦n se comercia con papelinas de hero¨ªna, aunque ella no las ha visto nunca. El 90% de los alumnos de instituto fuman hach¨ªs, piensa Olga, eso seguro, si no es m¨¢s. La verdad es que lo de consumir porros es facil¨ªsimo, una pastilla grande te la venden los propios compa?eros por ochocientas pelas, y si no tienes dinero te pueden vender chinas por doscientas, y por cien, y hasta puedes conseguir una chinita peque?a, justo para un porro, por cinco duros. Y qui¨¦n no tiene cinco duros.
Aquel profe progre del colegio quiso hacer una reuni¨®n de alumnos, padres y profesores para tratar el tema de las drogas, pero los padres dijeron que no, que de ning¨²n modo, que eso era como incitar a sus hijos al consumo. Como si no estuvieran consumiendo ya, sin su permiso. Los padres se niegan a reconocer que lo del porro es una cosa extendid¨ªsima y, con su man¨ªa de no entender nada, confunde las drogas duras con las blandas y ah¨ª s¨ª que empieza el problema. Porque Olga es de la opini¨®n de que no tiene nada que ver que fumes un porro con pasarte a drogas mayores, que son dos cosas diferentes.
Pero lo malo es que los adultos tienen las ideas muy confusas, y confunden a sus hijos, y hay algunos chicos que llegan al Instituto sin saber muy bien qu¨¦ es una cosa y qu¨¦ es la otra, y ah¨ª s¨ª que puede organizarse el l¨ªo. Miguel y Olga se lo han explicado cientos de veces a sus padres, lo de la diferencia entre las duras y las blandas, porque, ya est¨¢ dicho, sus padres son modernos y los pobres est¨¢n ansiosos de aprender, que ellos s¨ª que quer¨ªan ir a esa reuni¨®n que propuso el profesor de matem¨¢ticas, pero como no sali¨®, pues nada.
As¨ª es que ahora Olga piensa en el curso que le espera, en ese primer a?o de Instituto, en la avalancha de compa?eros traficantes, en la desgana general que lleva a sus amigos a estarse todo el d¨ªa colgados del canuto. No le gusta esa perspectiva, no le gusta, porque fumar todos los d¨ªas es como emborracharse continuamente; o sea, una tonter¨ªa que te embota. Olga en esto tiene las ideas claras y precisas. Y pensando en el invierno que se acerca, Olga exhala un suspiro adulto y se dice: ?Lo dif¨ªcil va a ser aclararles las ideas a nuestros padres.?
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