La grave crisis econ¨®mica condiciona la estabilidad pol¨ªtica
Por ahora no puede hablarse de un sistema r¨ªgido, cerrado, que marque el norte de las decisiones econ¨®micas del Gobierno nicarag¨¹ense. Alfonso Robelo, miembro de la Junta y, te¨®ricamente, uno de los actuales dirigentes m¨¢s versados en cuestiones econ¨®micas, dice que se aplica un ?sistema mixto?, que alterna las teor¨ªas de la econom¨ªa de mercado con nacionalizaciones, como las de la banca, o explotaciones estatales de tierras de labor, como las de las grandes extensiones expropiadas al dictador y a sus amigos.Algunos observadores no comprometidos con el Gobierno se?alan que el intervencionismo estatal en materia econ¨®mica ser¨¢ inevitablemente creciente, a menos que consigan motivar suficientemente a la iniciativa privada, que se muestra reacia a poner en marcha sus antiguas empresas y, m¨¢s a¨²n, a abrir nuevos negocios. Una cadena de supermercados existente en el pa¨ªs, La Colonia, acept¨® reanudar la actividad en sus saqueados locales con la inexcusable condici¨®n de que el Estado asumiera el 50% de la sociedad. Al ser Somoza y las gentes de su entorno los propietarios de la mayor¨ªa de las industrias importantes del pa¨ªs, el Estado, despu¨¦s de las expropiaciones, se ha convertido virtualmente en el primero y casi ¨²nico promotor industrial nicarag¨¹ense.
Esto, sin duda, es un serio problema para el Gobierno en m¨¢s de una ocasi¨®n: no es sencillo, por ejemplo, encontrar personas id¨®neas para colocar al frente de esas industrias.
Informe de la CEPAL
Es preciso reconocer que todo es muy dif¨ªcil en estas primeras semanas siguientes al triunfo de la revoluci¨®n: hay que ir a Nicaragua y recorrer sus ciudades para poder calibrar en toda su extensi¨®n los da?os causados por la guerra, por la rapi?a, por el abandono. Un reciente informe de la CEPAL (Comisi¨®n Econ¨®mica para Am¨¦rica Latina), organismo dependiente de las Naciones Unidas, se?ala que los da?os sufridos por las industrias durante los combates equivalen a m¨¢s de 150 millones de d¨®lares (alrededor de 10.000 millones de pesetas), y que las p¨¦rdidas en edificaciones superan los cuarenta millones (2.800 millones de pesetas). Afirma tambi¨¦n que la guerra civil cost¨® 35.000 vidas humanas. El citado organismo, que alaba ?la eficacia de las autoridades para recuperar el control de la administraci¨®n nacional?, pone de manifiesto las dificultades intr¨ªnsecas del proceso de reconstrucci¨®n.
La actividad laboral es muy reducida, sobre todo en los centros urbanos. Aunque no existen estad¨ªsticas, los m¨¢s optimistas se?alan que el desempleo alcanza al 30% de la poblaci¨®n activa. El sector servicios es, sin duda, el m¨¢s favorecido. Ese apartado de la producci¨®n es el que mayor vitalidad ofrece en estos momentos y el que, en buena medida, ha contribuido a la cada d¨ªa m¨¢s consistente imagen de normalizaci¨®n.
Las nuevas circunstancias, por supuesto, han propiciado un reverdecimiento de las actividades sindicales, aunque la organizaci¨®n es a¨²n muy esquem¨¢tica. La CNT (Confederaci¨®n Nicarag¨¹ense de Trabajadores) aparece, sin duda, como la fuerza obrera potencialmente m¨¢s importante del pa¨ªs. No se han producido, hasta ahora, choques serios con los empresarios. Unos y otros parecen estar m¨¢s empe?ados en progresar y en salir de esta situaci¨®n que en plantear situaciones reivindicativas. Tan s¨®lo existe tensi¨®n por la pretensi¨®n de algunos sectores laborales para conseguir que los patronos paguen los sueldos correspondientes a los dos meses de guerra que coincidieron con los de huelga general.
Lo m¨¢s serio de la grave situaci¨®n econ¨®mica nicarag¨¹ense es, sin duda, la elevada deuda externa y las duras condiciones en que ¨¦sta fue adquirida. Ahora mismo, Nicaragua debe m¨¢s de 1.500 millones de d¨®lares (casi 100.000 millones de pesetas), que significan el equivalente a los ingresos de tres a?os de exportaciones o el producto nacional bruto de un a?o.
La Junta de Reconstrucci¨®n ha explicado p¨²blicamente en distintos foros cu¨¢l es su posici¨®n con respecto a este problema: como principio general, el pa¨ªs no est¨¢ ahora en disposici¨®n de cumplir los compromisos contra¨ªdos por el r¨¦gimen anterior y espera comprensi¨®n por parte de los acreedores para la renegociaci¨®n de los d¨¦bitos.
En las Naciones Unidas, Daniel Ortega, miembro de la Junta de Reconstrucci¨®n, aclar¨® de forma meridiana que Nicaragua no pensaba pagar ni un solo centavo de las deudas contra¨ªdas por Somoza para la compra de materiales b¨¦licos o para cualquier otra clase de financiaci¨®n de la guerra.
En este cap¨ªtulo de las ayudas, los responsables del Gobierno insisten en que, por encima de todo, precisan dinero contante. Somoza dej¨® en los dep¨®sitos del Banco Central menos de tres millones de d¨®lares y se llev¨® en los ¨²ltimos meses, seg¨²n estimaciones nada exageradas, cerca de cincuenta, o pr¨¢cticamente todas las reservas de divisas de la naci¨®n. Hasta las pr¨®ximas cosechas de caf¨¦ y algod¨®n Nicaragua no podr¨¢ exportar casi nada.
Diversos organismos financieros internacionales han concedido cr¨¦ditos a Nicaragua por un importe aproximado de seiscientos millones de d¨®lares (unos 40.000 millones de pesetas), pero de ellos s¨®lo han llegado al pa¨ªs alrededor de 170 millones.
Aunque la situaci¨®n presente es muy grave, todos en Nicaragua creen que hay razones m¨¢s que sobradas para el optimismo. El pa¨ªs es muy rico, sobre todo si se tiene en cuenta que la poblaci¨®n no es muy numerosa. La potencialidad agr¨ªcola y ganadera, enorme. Ni las tierras, ni la mayor parte de la caba?a ganadera han sufrido da?os. Cuando los campesinos consigan su primera cosecha normal, el pa¨ªs dispondr¨¢ de una fuente de ingresos importante.
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