La desratizaci¨®n s¨®lo llega a una de cada siete ratas
La guerra contra las ratas es una guerra perdida: mientras el hombre siga produciendo cada vez m¨¢s basura y residuos alimenticios, las ratas seguir¨¢n campando por sus respetos como hace cincuenta millones de a?os, porque, en comparaci¨®n con la rata, el hombre es un reci¨¦n llegado a la Tierra. En el caso de Madrid, suponiendo no s¨®lo que se mantenga el ritmo raticida, sino que se incremente y se pongan en circulaci¨®n mejores y m¨¢s sofisticados m¨¦todos plaguicidas, la poblaci¨®n de ratas llegar¨ªa a estabilizarse en el a?o 2000 en algo m¨¢s de seis millones y medio de unidades.Las razones de la guerra perdida: justo debajo del Madrid colapsado, neurotizante en su mezcla aberrante de asfalto y metal, existe otra ciudad paralela, la ciudad de las ratas, formada por 3.100 kil¨®metros de alcantarillado, de los que solamente 1.300 son visitables y, por tanto, desratizables. Los datos realistas es que los 20.000 kilos de raticida anticoagulante Ibys-152 S con que se castigar¨¢ hasta el pr¨®ximo d¨ªa 8 de noviembre m¨¢s de 3.000 kil¨®metros de alcantarillado y calles, trescientas hect¨¢reas de jardines y parques, y cinco kil¨®metros de la cuenca del r¨ªo Manzanares, s¨®lo alcanzar¨ªan, en el mejor de los casos, la efectividad de un 15 % de lo que ser¨ªa capaz el instrumento del aleg¨®rico flautista de Hamel¨ªn.
Al menos ese, un 15 %, es el ¨ªndice de efectividad que ha previsto el Ayuntamiento para la campa?a que el Ayuntamiento de Madrid inici¨® ayer, y que es una de las ambiciosas de las llevadas a cabo hasta ahora por el Ayuntamiento. Miles de carteles han sido colocados en la ciudad solicitando cooperaci¨®n para la campa?a: el cartel muestra a un enorme roedor comi¨¦ndose el escudo de la Villa de Madrid, el oso y el madro?o, y una inscripci¨®n: No les des de comer. Junto a la misma, un n¨²mero de tel¨¦fono para cooperar en la lucha raticida, el 477 69 15.
Como todos los a?os, desde que en 1966 se iniciaran las campa?as de desratizaci¨®n, el Ayuntamiento ha concedido la contrata al Instituto Ibys, por un presupuesto aproximado de siete millones de pesetas. Cincuenta y tres personas, entre t¨¦cnicos y operarios del instituto y poceros del Ayuntamiento iniciaron ayer las operaciones, empezando por la zona norte de la ciudad, para, en el curso de los citados treinta d¨ªas, circunvalar la ciudad y terminar en la Casa de Campo. El trabajo de los operarios y poceros es arduo. Cinco horas al d¨ªa y siete d¨ªas a la semana. Es necesario actuar con rapidez. Cada cinco d¨ªas hay que volver a ocuparse de los cebos y trampas que se colocaron cinco d¨ªas antes. As¨ª durante un mes. Y as¨ª, dos campa?as al a?o. Madrid y sus tripas van a oler durante ese tiempo a raticida anticoagulante. Pero no hay cuidado: el R-152 S no es venenoso ni produce enfermedad alguna.
Efectividad razonable
?Si se cumplen las previsiones, y se cazasen 625.000 ratas en esta campa?a, el resultado del safari ser¨ªa razonablemente bueno?, manifestaron ayer a EL PA?S t¨¦cnicos municipales. ?Ser¨ªa incluso una cifra por encima de la media habitual de otras grandes aglomeraciones urbanas de otros pa¨ªses, porque, t¨¦ngase en cuenta que, parad¨®jicamente, en los n¨²cleos m¨¢s poblados y desarrollados es donde existe un mayor n¨²mero de ratas.?Seg¨²n los mismos t¨¦cnicos, el mantenimiento de este nivel conllevar¨ªa, dentro de veinte a?os, una estabilizaci¨®n de la poblaci¨®n m¨²rida en una cifra superior a los seis millones de ratas. ?Cifra, en principio, aterradora, pero l¨®gica desde el punto de vista de la producci¨®n de basuras y desperdicios alimenticios.?
Tengamos en cuenta que de los 125 kilogramos de basura producidos por cada madrile?o durante el a?o 1960, hemos pasado a 325 kilogramos en 1978, seg¨²n las ¨²ltimas estad¨ªsticas de que se dispone.
Es tal la capacidad procreativa de estos roedores, seg¨²n puso de manifiesto un reciente estudio del doctor Herrero Mart¨ªn, diplomado en Sanidad, quien, desde su puesto de jefe t¨¦cnico de lbys particip¨® en todas las campa?as de desratizaci¨®n anteriores, y quien ha dedicado m¨¢s de veinticinco a?os al estudio de los m¨²ridos, que una pareja de ratas excepcionalmente constituida es capaz de procrear hasta 30.000 ratas en un a?o. Eso s¨®lo en teor¨ªa: no se asusten. Porque de esas 30.000 ratas s¨®lo un 15 % llegan a adultas y, adem¨¢s, la propia madre se alimenta de ratas y ¨¦stas se devoran entre s¨ª.
Las ratas, seg¨²n el doctor Herrero -ya jubilado y quien s¨®lo ha accedido a hablar de la poblaci¨®n m¨²rida desde un punto de vista cient¨ªfico, ya que, pese a sus grandes conocimientos del tema, prefiere no interferir en la campa?a de la Delegaci¨®n de Sanidad-, comen aproximadamente alimentos y desperdicios por un total diario del 10% de su peso; esto es, entre treinta y cuarenta gramos diarios. El peso m¨¢ximo que alcanza una rata adulta es, afortunadamente, de cuatrocientos gramos, porque es tal la capacidad devoradora de las ratas que una frase lapidaria de Albert Einstein pondr¨ªa los pelos de punta a cualquiera: ?Si las ratas pesasen veinte veces m¨¢s, la poblaci¨®n humana se habr¨ªa extinguido hace mucho tiempo.?
Comen 2.500 millones
Seg¨²n estudios del doctor Herrero Mart¨ªn, situando en cien pesetas el kilo de alimento de los m¨²ridos (cifra razonablemente baja, por otra parte), el da?o directo que producen en concepto de alimentaci¨®n, s¨®lo alimentaci¨®n, es de 250 millones de pesetas. ?Pero esta cifra hay que multiplicarla por diez, porque, adem¨¢s de la comida, el desarrollo de los dientes incisivos de las ratas es tan grande que necesariamente debe roer objetos duros, con el fin de que los dientes no se les salgan de la boca?, asegura el doctor Herrero, a quien la cifra de cuatro millones de ratas le parece exagerada, ya que en la actualidad opina que deben de existir en Madrid entre dos y tres millones de ratas. En contraste con los seis millones de m¨²ridos que hab¨ªa en Madrid en 1966, cuando el Ayuntamiento encarg¨® a lbys, y este instituto al doctor Herrero, la primera gran campa?a desratizadora de la capital de Espa?a, campa?a que ¨¦l califica a la menor oportunidad como gloriosa. Es cierto que en trece a?os Madrid perdi¨® dos millones de ratas, pero este hecho no ha sido beneficio exclusivo de las campa?as de desratizaci¨®n en s¨ª, sino de la desaparici¨®n de cientos de traper¨ªas y similares que exist¨ªan en todo el cintur¨®n perif¨¦rico de la ciudad, y a que los grandes descampados donde hoy se asientan miles de torres de pisos -por ejemplo, los terrenos de La Vaguada y del barrio de El Pilar- eran gigantescos criaderos de ratas, hoy en cierto modo exterminadas, al igual que los colectores, que antes estaban pr¨¢cticamente abiertos en estos descampados.Por tanto, los da?os causados por los roedores de este tipo ascienden anualmente a la nada despreciable cifra de 2.500 millones de pesetas. Eso sin contar con que la rata, bien directamente, bien por contaminaci¨®n de aguas y alimentos (los mercados son por sistema un gran foco de m¨²ridos), son portadores de m¨¢s de cuarenta enfermedades distintas, entre ellas el c¨®lera y la rabia.
Pr¨¢cticamente todos los barrios de Madrid, con excepci¨®n quiz¨¢ de edificios con menos de veinte o treinta a?os, sufren la presencia habitual de la poblaci¨®n m¨²rida, aunque los principales n¨²cleos de infecci¨®n, de m¨¢s a menos, son las colonias de San Ferm¨ªn I y II, la zona vieja de Vic¨¢lvaro, el Poblado Dirigido de Orcasitas, la Colonia de Los Angeles, Villaverde, el barrio de La China, la Colonia de San Antonio de Usera, la parte vieja de Moratalaz, la zona de Palacio, Arganzuela, Delicias, San Blas, Guindalera, Ciudad Jard¨ªn y las inmediaciones de la plaza de Castilla. Las zonas citadas en primer lugar son, seg¨²n fuentes municipales, los objetivos prioritarios de la presente campa?a de desratizaci¨®n.
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