Su¨¢rez, presidente del Gobierno
UNA DE las virtudes p¨²blicas del presidente Su¨¢rez ha sido, hasta ahora, su capacidad para encajar las cr¨ªticas a su gesti¨®n y a su persona. Hasta el extremo de aceptar de buen grado que las fronteras de la libertad de expresi¨®n son mucho m¨¢s amplias cuando se trata de juzgar a los gobernantes elegidos por el sufragio popular que cuando el blanco de la censura se mueve en otros ¨¢mbitos de la vida social. Adolfo Su¨¢rez estaba consolidando as¨ª su buena imagen de hombre p¨²blico en un sistema parlamentario con esa buena correa, que caracteriza a sus hom¨®logos en Estados Unidos y Europa, y que no siempre demuestran tener, parad¨®jicamente, ministros o l¨ªderes de la oposici¨®n con indiscutible trayectoria democr¨¢tica.El presidente del Gobierno, quiz¨¢ deseoso de marcar las diferencias entre su ayer y su hoy, ha venido mostrando su buena disposici¨®n a romper con los rituales fara¨®nicos, los silencios impuestos y las persecuciones a los irrespetuosos.
Es un hecho incontestable que, a lo largo de las ¨²ltimas semanas, los nost¨¢lgicos de todas las Cortes de los Milagros que en el mundo han sido han especulado con la posibilidad de que factores extraconstitucionales apearan de la presidencia del Gobierno al se?or Su¨¢rez. Ya hemos indicado, desde estas mismas columnas, que cualquier soluci¨®n a cualquier crisis pol¨ªtica que rompiera con la legalidad constitucional y con la voluntad de la mayor¨ªa parlamentaria constituir¨ªa el principio del fin del r¨¦gimen democr¨¢tico y del sistema de libertades en Espa?a. En este sentido, la figura del presidente del Gobierno, investido por mayor¨ªa absoluta del Congreso, debe ser defendida y apoyada frente a cualquier conspiraci¨®n. S¨®lo un voto de censura constructivo, que incluyera el nombre de un nuevo presidente del Gobierno asistido por la mayor¨ªa absoluta del Congreso, podr¨ªa as¨ª mandar al retiro al se?or Su¨¢rez. Es decir, ¨²nicamente la C¨¢mara baja, en la que los diputados de UCD disponen de una c¨®moda mayor¨ªa relativa, ser¨ªa competente para derribar al Gobierno. Las tentativas de involucrar al Rey en la ofensiva contra el Gobierno constitucional no s¨®lo indican un complejo desconocimiento del compromiso de don Juan Carlos con el r¨¦gimen constitucional, sino que tratan de crear un imposible paralelo, a?orado por los nost¨¢lgicos de la democracia org¨¢nica, entre las relaciones del Jefe del Estado y el presidente del Gobierno en la Espa?a constitucional y las vinculaciones de dependencia con el general Franco de los miembros de sus digitales gabinetes. No parece demasiado aventurado afirmar que el Rey ni quiere ni puede cortocircuitar los mecanismos previstos por la Constituci¨®n para la dimisi¨®n del presidente del Gobierno y el nombramiento de su sucesor.
Por esa misma raz¨®n, resulta extra?a y preocupante la actitud adoptada por el comit¨¦ ejecutivo de UCD en su reuni¨®n del pasado s¨¢bado. Al primer partido del arco constitucional le hubiera bastado con recordar el articulado de la norma fundamental y la obvia imposibilidad de las tentativas de derribar al presidente del Gobierno mediante maniobras a espaldas del Parlamento. Sin embargo, el m¨¢ximo organismo de UCD opt¨® por la f¨®rmula de ?respaldar un¨¢nimemente al presidente Su¨¢rez, su pol¨ªtica y su Gobierno?, y hacer una extra?a amalgama, digna del lenguaje de los sistemas autoritarios, entre las instituciones democr¨¢ticas y la persona del se?or Su¨¢rez.
Tal vez las tensiones dentro de UCD, cuya vida interna oscila entre el marasmo horizontal y el verticalismo jer¨¢rquico, puedan explicar ese acto de inquebrantable adhesi¨®n a Adolfo Su¨¢rez. Pero el resultado no deja de ser preocupante para los ciudadanos. No se puede confundir la defensa del titular de un ¨®rgano constitucional, en este caso la Presidencia del Gobierno, con el regreso a las pr¨¢cticas caudillistas y adulatorias. UCD puede y debe reafirmar su indiscutible derecho, como partido de mayor¨ªa relativa, a mantener su control parlamentario sobre el poder ejecutivo, confirmando con su confianza en el se?or Su¨¢rez o reserv¨¢ndose la posibilidad de sustituirlo por otro candidato. En este aspecto, nadie podr¨ªa criticar su agresividad frente a quienes pretendan alterar la legalidad constitucional o jugar con los poderes situados fuera del Parlamento. Pero la defensa del se?or Su¨¢rez en tanto que presidente del Gobierno constitucional es algo sustancialmente distinto de la leyenda del hombre providencial, consustancial con las instituciones democr¨¢ticas y profeta de su evangelio.
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