El secretario de las Juventudes Comunistas, por la legalizaci¨®n del "porro"
?Si leg¨ªtimas han sido de siempre las bebidas alcoh¨®licas, leg¨ªtimo ha de ser el porro; si objeciones morales hay para lo segundo, tambi¨¦n para lo primero?, manifest¨® a EL PA?S el secretario general de la Uni¨®n de Juventudes Comunistas de Espa?a (UJCE), Josep Palau, quien, terciando en la pol¨¦mica sobre la legalidad de los derivados del cannabis, considera que ¨¦stos deber¨ªan ser despenalizados, y su venta convertida en monopolio del Estado a trav¨¦s de Tabacalera.?Este es un tema que hay que tratar cient¨ªfica, abierta y rigurosamente. Lo cierto e importante?, opina el l¨ªder de la organizaci¨®n juvenil ligada al PCE, ?es que las nuevas generaciones occidentales han sustituido el tradicional alcohol por la marihuana y el hach¨ªs como fuente de sensaciones placenteras y de relajamiento s¨ªquico. En Espa?a, en concreto, el porro o canuto ha desplazado al tinto y a la cazalla. De la era de la trompa hemos pasado a la era del coloc¨®n. Del agresivo "Dos cubatas, oiga", hemos pasado al susurrante "?Chocolate, t¨ªo?".?
Sostiene Josep Palau que el porro no lleva a la drogadicci¨®n, y que, ?estad¨ªsticamente, el alcoholismo lleva m¨¢s que las drogas blandas al consumo de alucin¨®genos duros. Por otra parte, la drogadicci¨®n hay que compararla al alcoholismo, y el consumo del porro al consumo de cubatas. A nadie se le ocurre meter en la c¨¢rcel a los alcoh¨®licos, y menos a los que toman cubatas?.
?Es m¨¢s precisamente el car¨¢cter m¨ªtico, de cosa prohibida, lo que hace del porro un inductor a la droga fuerte. Con la normalizaci¨®n es posible que aumentara cuantitativamente el consumo, pero sin duda disminuir¨ªa la llamada filosof¨ªa del porro como fuente de vida a trav¨¦s del marginalismo. De otra parte, la legalizaci¨®n es la ¨²nica forma de terminar con el tr¨¢fico clandestino, que, am¨¦n de ser una aut¨¦ntica mafia (el gran tr¨¢fico), constituye una ingarant¨ªa de higiene.?
?Cabr¨ªa preguntarse si la ley decretada en Estados Unidos en los a?os treinta?, agrega Josep Palau, ?disminuy¨® el consumo de alcohol o lo aument¨®. Habr¨ªa que ver tambi¨¦n si de la misma manera que tal ley fue m¨¢s un medio de distracci¨®n de los trabajadores norteamericanos en un momento de aguda crisis econ¨®mica, con el mantenimiento de la ilegalidad del porro no se pretende crear falsos mitos entre la juventud occidental para alejarla de la preocupaci¨®n por sus problemas reales: paro, crisis universitaria, etc¨¦tera.?
?Respecto a las razones morales, quien m¨¢s habla de ellas en relaci¨®n con estos problemas realmente sostiene una ¨¦tica hip¨®crita, que condena a los j¨®venes por consumir porros, mientras promueve y financia, amasando millones, el consumo del alcohol.?
En el cap¨ªtulo de propuestas concretas, el secretario general de la UJCE piensa que ?el concepto hach¨ªs o cannabis y derivados debe separarse del concepto penal estupefaciente, con lo que ser¨ªa despenalizado, es decir, legalizado. En segundo lugar la venta de derivados del cannabis debe ser monopolio del Estado. Tercero, deber¨ªa prohibirse la publicidad de estos productos, pero tambi¨¦n la del tabaco y el alcohol. Cuarto, deber¨ªan estudiarse y planificarse campa?as sanitarias, no moralistas, antitabaco, antialcohol y, s¨®lo en este concepto, antiporro, especialmente en las escuelas. Quinto, la drogadicci¨®n debe ser despenalizada, para ser considerada como enfermedad y tratada como tal, de la misma manera que el alcoholismo?.
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