Br¨¹ggen y Leonhardt, la lecci¨®n del barroco
Cualquiera que sea el nivel de la temporada musical madrile?a que ahora empieza, incluso imaginado el m¨¢s alto, el concierto de Br¨¹ggen y Leonhardt quedar¨¢ entre lo m¨¢s sobresaliente. Qu¨¦ lecci¨®n para los merodeadores de la m¨²sica antigua; qu¨¦ ejemplo de musicolog¨ªa viva ese hacer actualidad, incluso innovaci¨®n -como apunta Alvaro Mar¨ªas, en su espl¨¦ndido comentario-, a partir de la m¨¢s seria y profunda b¨²squeda en la autenticidad del pasado. Qu¨¦ demostraci¨®n de que si la m¨²sica fue siempre aleatoria, tal condici¨®n brill¨® como algo sustantivo en ciertas ¨¦pocas y, de modo particular, en las transicionales. Lo que acerca de modo evidente muchos fen¨®menos del barroco a buena parte de las corrientes actuales.En cierta ocasi¨®n, despu¨¦s de una interpretaci¨®n valios¨ªsima de las partitas de Bach, escuch¨¦ al profesor Zubiri que aquella m¨²sica le sugor¨ªa algo de matem¨¢tico. Tal impresi¨®n habr¨ªa sido inviable ante la versi¨®n de la Suite en re mayor, que no es sino la n¨²mero seis para violoncello solo, admirablemente transcrita para ?clave? por Gustav Leonhardt. Llegar a semejante expresividad a trav¨¦s de recursos puramente barrocos, sin rozar siquiera la tentaci¨®n filorrom¨¢ntica que un d¨ªa anim¨® a tantos, supone algo as¨ª como sintetizar en el instrumento de tecla las corrientes estil¨ªsticas de la m¨²sica vocal, cantar las ?pasiones?, como pretend¨ªa Monteverdi en su teatro.
Frans Br¨¹ggen, flauta, y Gustav Leonhardt, clave
Obras de Dieupart, Bach, Corelli. Teatro Real 11 de octubre.
Cuando Mar¨ªas recuerda a los grandes ?pioneros? de la nueva restauraci¨®n del barroco -Dolmetsch y su obra, Wanda Landoska y sus conceptos-, yo pensaba en lo que debieron ser los esfuerzos de aquella Sociedad de Conciertos de Instrumentos Antiguos, patrocinada por Saint-S?ens, que visitaba desde los primeros a?os de su existencia las filarm¨®nicas espa?olas. El miedo a aburrir a los socios se patentiza en los programas, confeccionados en su mayor parte por trozos sueltos de Destouches, Borghi, Hervelois, Corelli, Ariosti, Lully, Leclaire, Bruni, Marais los Couperin, Marcello y, por supuesto, Haendel, Bach y dem¨¢s ?grandes?. Con todo, fue un intento digno de estima y una actitud por parte de los dirigentes filarm¨®nicos que debi¨® sonar a cosa inusitada.
De entonces a hoy, cu¨¢nto recorrido el que se transparenta en la labor de Br¨¹ggen y Leonhardt al hacer normalidad una manera recta y fundamentada de entender lo barroco para, desde sus datos caracter¨ªsticos, insertarlo en el ?pluralismo est¨¦tico?, que, seg¨²n Wangermee, caracteriza nuestro tiempo. La musicolog¨ªa interpretativa del d¨²o holand¨¦s va mucho m¨¢s lejos del mero saber, del exacto descubrir la verdad de un estilo obediente a un tiempo hist¨®rico; ambos int¨¦rpretes, que -a la vista est¨¢- detestan lo museal, ponen mucho de s¨ª mismos cuando recrean las obras. Bastar¨ªa la realizaci¨®n del bajo en la suite, de Dieupart, para enaltecer la categor¨ªa de Leonhardt, como ser¨ªa suficiente escuchar algo de lo que Br¨¹ggen logra de la flauta barroca travesera, para alumbrar hasta d¨®nde llega su poder¨ªo t¨¦cnico-estil¨ªstico.
Pocas veces nos ser¨¢ dado escuchar las l¨ªneas horizontales con la flexibilidad, independencia y, a la vez, coherencia lograda por los dos maestros en Bach; ser¨¢ dif¨ªcil escuchar con frecuencia un Corelli como la Sonata, que sustituy¨® a la anunciada de Mancini, cuyos tonos humanos sobrenadan la estructura formal. La aventura de perseguir, a trav¨¦s de la libertad, la autenticidad radical de los diversos pentagramas, otorga al hecho interpretativo dimensiones emocionales de primer orden; esa aventura la viven, y nos la hacen vivir en grado m¨¢ximo, Leonhardt y Br¨¹ggen. Pero si hasta el clave parec¨ªa poseer posibilidades din¨¢micas de las que, por naturaleza, carece, y capacidad de legato, digna casi de la voz o del instrumento de arco. Y Br¨¹ggen, en las dos flautas dulces, utilizadas en la primera parte, y en la travesera de la segunda, exhibi¨® el dominio absoluto de todos los recursos -afinaci¨®n, fraseo, articulaci¨®n, respiraci¨®n, acentos, continuidad, cant¨¢bile- propios de toda m¨²sica y en los espec¨ªficos de la barroca.
Babelia
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