Despu¨¦s de Estrasburgo: advertencias y reproches a SM el Rey de Espa?a
Hace pocos d¨ªas, los millones de espa?oles que ve¨ªamos/escuch¨¢bamos la TV (concretamente el Telediario nocturno) vimos/escuchamos a nuestro Rey clausurando -o inaugurando, no recuerdo bien- un congreso de juristas, o algo as¨ª, que se celebraba entonces en Madrid. Personalmente, di un respingo al o¨ªr a don Juan Carlos I citar, al final de su parlamento, a don Jos¨¦ Ortega y Gasset. Pens¨¦ para m¨ª: ??Dios m¨ªo, qu¨¦ dir¨¢n algunas gentes cuando oigan al Rey de Espa?a citar a Ortega!?La verdad es que guard¨¦ para m¨ª tal reflexi¨®n y que no volv¨ª a pensar en ello hasta ayer, en que le¨ª los textos ¨ªntegros de los discursos del Rey ante el Parlamento Europeo y al recibir el t¨ªtulo de doctor honoris causa por la Universidad de Estrasburgo.
Porque en ambos textos el Monarca vuelve a la carga. ?Pero con qu¨¦ firmeza, con qu¨¦ convencimiento, con qu¨¦ elocuencia!
En las dos ocasiones, el Rey cita a Ortega, porque un hombre de cuarenta a?os, espa?ol, no puede citar a ning¨²n pensador contempor¨¢neo ?salt¨¢ndose? a Ortega. Pero es que el Soberano cit¨®, adem¨¢s, a Unamuno, a Madariaga, a Pedro La¨ªn, a Erasmo, a Juan Luis Vives, a Cervantes ?y hasta a Rousseau y Voltaire! ?Demasi¨¦, se?or, demasi¨¦!, que dir¨ªa nuestro com¨²n amigo Francisco Umbral.
?Pero no hab¨ªamos quedado en que Juan Jacobo Rousseau -tal como lo calificara en 1933 un joven y desdichado pol¨ªtico espa?ol- era ?nefasto?? ?Pero no nos hab¨ªan ense?ado en el colegio que Voltaire era el ?imp¨ªo se?or de Ferney?? ?Pero no es cierto que los nombres de Erasmo y de Vives eran ?peligros¨ªsimos?? ?Pero Vuestra Majestad no cay¨® en la cuenta el otro d¨ªa, junto al Rin, de que Kant y Einstein -entre cuyos dos nombres encierra Vuestra Majestad el florecimiento del neohumanismo y el nacimiento de la Declaraci¨®n de Derechos Humanos- eran igualmente ?peligrosos? y ?nefastos??
Pero, se?or, ?no se dio cuenta Vuestra Majestad de que la frase de Cervantes que cit¨® en su discurso universitario (?Por la libertad, as¨ª como por la honra, se puede y se debe aventurar la vida?), figura tallada en piedra por el escultor espa?ol Baltasar Lobo en el monumento a los h¨¦roes espa?oles de la resistencia en un boulevard de Annecy, la ciudad francesa de la Alta Saboya?
Se?or, se?or, ?no recapacit¨® Vuestra Majestad antes de hablar de Madariaga en que su nombre estuvo prohibido en Espa?a durante aquellos a?os de ?ortopedia mental? a que aludi¨® Vuestra Majestad al ser investido doctor por la Universidad?
?No se fij¨®, se?or, en que aquel se?oruco que precedi¨® a Vuestra Majestad en lajefatura del Estado, cuando quer¨ªa insultar a alguien, le llamaba ?enciclopedista??
Francamente, se?or, no s¨¦ d¨®nde vamos a parar con tanta invocaci¨®n a la libertad del hombre, al humanismo, al respeto mutuo, etc¨¦tera.
?Y luego ese respeto por la cultura y por la universidad! No s¨¦, no s¨¦... Pero a este paso Espa?a va a convertirse en un nido de ?intelectualoides? (que as¨ª se dec¨ªa antes), y ya sabe Vuestra Majestad lo ?peligros¨ªsima? que es esa gente...
?A que va a resultar que el Rey de Espa?a es el campe¨®n denodado y decidido de los derechos humanos, de la libertad, de la convivencia y del respeto ajeno?
(Como dir¨ªa mi compa?ero Eugenio Su¨¢rez, para eso ?no hemos muerto un mill¨®n de espa?oles?).
?A que tambi¨¦n va a resultar cierta la frase de Unamuno cuando dijo en Salamanca, en el oto?o del 36, aquello de ?vencer¨¦is, pero no convencer¨¦is??
?Sabe lo que le digo, se?or (y sea dicho con todos los respetos), que en este pa¨ªs hay a¨²n much¨ªsimos dogm¨¢ticos, much¨ªsimos cazadores de brujas, much¨ªsimos enemigos de la libertad de esos que Vuestra Majestad denunci¨® en Estrasburgo.
Y que (para desdicha de quienes a¨²n creemos en ciertas magrtitudes humanas, como nos ense?¨® el Cristo de verdad y no el que: se inventaron los nacional-cat¨®licos espa?oles) este pa¨ªs est¨¢ lleno de simult¨¢neos enemigos del aborto y de partidarios de la pena de muerte.
Se?or, se?or, Rey m¨ªo: ?Sabe Vuestra Majestad que en este pueblo para muchos es pecado que una mujer ense?e su rodilla desnuda y no es pecado matar a un ?rojo? a golpes de ?bate? de b¨¦isbol?
Pues ya lo sabe. Y quien avisa no es traidor.
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