S¨®lo mil madrile?os fueron incinerados en cinco a?os
Son apenas una treintena y est¨¢n dispuestos a conseguir su objetivo: que los muertos madrile?os respeten el suelo para que lo puedan disfrutar los vivos y que, adem¨¢s, no contaminen ese mismo suelo, las aguas que puedan fluir por debajo del mismo o los n¨²cleos urbanos que envuelven a los cementerios convencionales. Se llaman Asociaci¨®n Crematoria Madrile?a y pretenden hacer propaganda en favor de la cremaci¨®n de los muertos y ayudar a las familias de los difuntos en todos los tr¨¢mites que se les presentan a la hora de llevarse al cad¨¢ver de casa.La Asociaci¨®n Crematoria Madrile?a o, mejor, sus fundadores, llevan ya dos a?os a cuestas con el papeleo para que se les reconozca como tal. Hace poco, en julio de este a?o, han conseguido que el Gobierno Civil les apruebe sus estatutos.
La presidenta de esta Asociaci¨®n, que ahora nace, es Dolores Pozuelo; la secretaria, Madeleine Kosmann. El marido de la primera muri¨® hace ya bastantes a?os, cuando en Madrid no exist¨ªan todav¨ªa los hornos crematorios de cad¨¢veres y, puede que por eso, fue enterrado. El de la segunda fue incinerado poco despu¨¦s de su fallecimiento, en abril de 1977. El de ¨¦sta era un antiguo concejal del Ayuntamiento de Madrid, en tiempos de la II Rep¨²blica, Manuel Mui?o. ?Por favor, no diga de qu¨¦ partido pol¨ªtico era?, encarece la se?ora Kosmann. ?No queremos que nadie relacione esta iniciativa con una postura pol¨ªtica.? En la conversaci¨®n tercia la se?ora Pozuelo: ?Ni pol¨ªtica ni religiosa. Nosotros no propugnamos la incineraci¨®n de los cad¨¢veres por raz¨®n de ideas. En nuestra asociaci¨®n tiene cabida todo aqu¨¦l que est¨¦ de acuerdo con nuestra idea y que quiera, en el momento de morir, ser incinerado. Pero nada m¨¢s.?
Tanto la una como la otra insisten: ?Nuestra asociaci¨®n tiene fines puramente filantr¨®picos.? Ya los estatutos ahora aprobados por el Gobierno Civil as¨ª lo reflejan: ?Esta asociaci¨®n no persigue fines lucrativos, sino un papel filantr¨®pico, evitando contaminaciones y ahorrando espacio del terreno en los cementerios.?
Desaparecen los inconveniente religiosos
El gran obst¨¢culo para que la incineraci¨®n de los cad¨¢veres fuera una realidad en Espa?a desapareci¨® en el a?o 1964. La Iglesia Cat¨®lica, en esa fecha; por boca del papa Pablo VI, asegur¨® que no exist¨ªa ning¨²n problema -ni la reencarnaci¨®n de los cuerpos- para que un cad¨¢ver fuera incinerado. La Iglesia Protestante, por su parte, ha admitido, desde siempre, la posibilidad de que una persona sea quemada despu¨¦s de su muerte. De esta forma, en Estados Unidos, donde la mayor¨ªa de la poblaci¨®n profesa esta religi¨®n, la pr¨¢ctica de la cremaci¨®n es com¨²nmente aceptada y considerada como algo normal. Es m¨¢s, en la cuna del capitalismo, las empresas dedicadas a las pompas f¨²nebres han ideado sistemas para que los cuerpos pasen directamente del local donde son velados a los hornos.Madrid fue la primera ciudad espa?ola que construy¨® oficialmente un horno para la cremaci¨®n de cad¨¢veres. El hecho acaeci¨® hace ahora cinco a?os, en el cementerio de La Almudena. Sin embargo, desde entonces, han sido poco m¨¢s de un millar los cad¨¢veres incinerados en Ia ciudad, la mayor¨ªa de ellos correspondientes a extranjeros que, ya por costumbre arraigada en sus correspondientes pa¨ªses, ya por necesidad, escogieron, esta forma de pasar a mejor vida.
Potenciar el sistema
Sin embargo, ante esta poca demanda de cremaci¨®n de cad¨¢veres, la Asociaci¨®n Crematoria Madrile?a se propone precisamente potenciar la utilizaci¨®n de este sistema. Antecedentes no le faltan: en Toulouse (Francia) existe desde hace a?os una sociedad hom¨®loga de la que ahora se crea en Madrid. A ella pertenecieron, en su momento, los esposos Mui?o-Kosmann. De ah¨ª les vino la idea de crear una sociedad parecida en Espa?a.En el caso de Dolores Pozuelo su inclinaci¨®n por la incineraci¨®n de los cad¨¢veres no tiene el mismo origen. Ella misma nos lo cuenta: ?Hace ya muchos a?os, cuando fue inaugurado el pantano de Entrepe?as, vi como las aguas lam¨ªan los l¨ªmites de un antiguo cementerio y cajas y parte de los cad¨¢veres all¨ª enterrados sal¨ªan a la superficie y eran arrastrados por la corriente. Desde ese d¨ªa, que tengo perfectamente marcado en la memoria, estoy decidida a evitarle a cualquier ser humano la misma visi¨®n que tuve yo.? Sin embargo, en el momento en que muri¨® su marido, la se?ora Pozuelo no tuvo m¨¢s remedio que enterrarle. En ese momento no exist¨ªa todav¨ªa en Espa?a un horno crematorio.
Esta Asociaci¨®n, sin embargo, no se constituye como una sociedad de seguros de entierro, al estilo de las que existen en todo el pa¨ªs. El sistema con el que piensan operar es bien simple: quien quiera que su cuerpo sea quemado una vez muerto, no tiene m¨¢s que hacerse socio de la Asociaci¨®n y redactar un testamento de cremaci¨®n ante un notario. En concepto de cuota para mantenimiento de la asociaci¨®n, cada afiliado deber¨¢ pagar quinientas pesetas, si tiene entre dieciocho y 35 a?os; 750, entre 36 y cincuenta a?os, y mil pesetas, si tiene m¨¢s de cincuenta a?os. Todas estas cuotas son al a?o. Adem¨¢s, la asociaci¨®n, hoy todav¨ªa naciente, dispone ya de unos tel¨¦fonos para quien quiera ponerse en contacto con ella: 479 22 88 y 473 71 98. Quien quiera informaci¨®n postal puede dirigirse a la direcci¨®n de la asociaci¨®n, en la calle Alonso Carbonell, 2, en Madrid. Si decidimos quemar nuestros cuerpos, los que queden con vida nos lo agradecer¨¢n. Este puede ser su eslogan.
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