L¨¢zaro, tronco
Vale lo tuyo, t¨ªo, gracias por esa alusi¨®n, o sea en Abc, mucho lo tuyo, sobre el chell me refiero, maestro, a ver si me entiendes, y gracias sobre todo por inclinarte, con tanta sabidur¨ªa como el que m¨¢s y mayor atenci¨®n contempor¨¢nea que ninguno, tronco, hacia el rumor de la calle, la parla del personal, lo que se dice.Fernando L¨¢zaro-Carreter. Qu¨¦ art¨ªculo, qu¨¦ ensayo, qu¨¦ promesa, qu¨¦ realidad, macho, y ese gesto tuyo, espiritual, de vivir siempre con la cabeza un poco vuelta, ladeado el o¨ªdo hacia lo que habla el pueblo, atento a german¨ªas, argots, coloquialismos, creaciones vivas, recreaciones de la palabra muerta. Nadie hoy tanto como t¨², desde una sabidur¨ªa catedr¨¢tica y acad¨¦mica bordada de cl¨¢sicos y p¨ªcaros, nadie tan atento al cuelgue coloquial de los que est¨¢n ya enrollados para siempre con los picos, al cheli cotidiano de una juventud que pasa de todo, menos del idioma, del recinto cerrado e imaginativo que ellos mismos se han creado. T¨² sabes mejor que yo, tronco, memori¨®n, L¨¢zaro, que el verbo siempre se hace carne, que el verbo antecede a la corporeidad mortal y rosa, que la primera empalizada espiritual que anuncia el nacimiento de un clan, de una tribu, de una aldea, de una cultura, es una empalizada de palabras nunca dichas.
Por eso, maestro, tu eruditismo es un humanismo, y has ca¨ªdo antes que nadie, me parece, en que una juventud que ya habla de otra forma es otra juventud, una juventud otra, hecho como est¨¢ el hombre de palabras y constituido por lo que dice. Qu¨¦ levemente vuelves la cabeza, acercas el o¨ªdo, pegas la oreja, t¨ªo, atiendes al roneo del personal, y has acertado plenamente con eso de que el cheli no es un argot de clase, sino de generaci¨®n, pues que lo habla el pasota universitario y el vallecano de moto e ignorancia. Ser¨¢ que el cheli, o como quieras, L¨¢zaro, expresa la distancia, el descontento, la desconfianza, la displicencia, el spleen madrile?o y juvenil de una busca que va de amor y porro, sexo y tate, todo menos matar a nadie, menos matar en nadie la libertad, el queo, el ir viviendo y un poco de vacile, sin faltar.
Otros han toreado, tronco, L¨¢zaro, ya muy a toro pasado, estudiando en Torres o en Valle la obra de arte que hicieron con la palabra viva y a¨²n canalla. T¨² en tu generaci¨®n, Amor¨®s en otra generaci¨®n m¨¢s joven, os hab¨¦is adentrado en el presente, cortando por lo insano, vadeando el idioma de ahora mismo. Cuando el cl¨¢sico est¨¢ vivo, cuando la picaresca est¨¢ en el p¨ªcaro, y no a¨²n en los libros, es cuando hay que estudiarla y entenderla. Es cuando no se queda en un sintagma, sino en signo social, se?al de lo que pasa, el cirio de los tiempos, mermelada mental de los pol¨ªticos, esbeltas realidades, atroces realidades, todo dios aplicado a su canuto , en la teca que mola, bailando en fila india, que es lo dernier, la percusi¨®n de un rock duro, ya roto, obra ya tan abierta que es s¨®lo ruido y, por lo tanto, furia.
Qu¨¦ saben ellos de esa juventud, qu¨¦ saben de la calle los que dicen evento, como ironizas t¨², L¨¢zaro, t¨ªo, como ironizaba ya Mairena. Y por eso no aciertan con la cosa, o sea que no se aclaran, no saben de qu¨¦ va -ay estos hijos-, y quieren reponer el matrimonio en plan indisoluble, tipo Ep¨ªstola, y quieren contener lo incontenible: una nueva moral m¨¢s natural, heredera sin saberlo de Rosseau, de Fourier, de Sade, de Nietzsche, de Voltaire, de Rimbaud, Baudelaire y dem¨¢s troncos.
Medio mundo, de mi generaci¨®n para arriba, gira hacia la derecha y comete adulterio pol¨ªtico con la se?ora Thatcher, ay la chorva, Cruella de Vill del conservadurismo reaccionario que trae pena de muerte y espanto del aborto al mismo tiempo. Pero el otro medio mundo, de mi generaci¨®n para abajo, est¨¢ creando la paz, la libertad, unos anticip¨¢ndola con picos y otros remodel¨¢ndola en su ocio. Como sabes, maestro, en cada tribu juvenil del mundo, Londres o Nueva York, Munich o Amsterdam, hay un cheli, un ghetto dialectal y voluntario. Qu¨¦ te voy a contar, memori¨®n, tronco.
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