Estatuto de Autonom¨ªa: de todos y para todos
Diputado del PNVQuiz¨¢ una de las estrategias m¨¢s h¨¢bilmente planteadas contra el Estatuto de Guernica desde fuerzas que lo combaten implacablemente (Herri Batasuna, EMC, etc¨¦tera) haya sido el intento de identificar Estatuto con PNV y con derecha ideol¨®gica, a trav¨¦s de la doble ecuaci¨®n, Estatuto = PNV; Estatuto = derecha. Afortunadamente, y a pesar de las innumerables trampas tendidas, como el famoso reto para un debate p¨²blico lanzado por HB frente al PNV s¨®lo, excluyendo a todas las dem¨¢s fuerzas pol¨ªticas y sindicales que lo apoyan, o la reciente nota de una cierta coordinadora de sacerdotes vascos, cuya representatividad es m¨¢s que dudosa y que de tanto exceso de imparcialidad al criticar el comedido y objetivo documento pastoral conjunto de los obispos vascos caen en el m¨¢s absoluto partidismo, repitiendo incluso esl¨®ganes que maneja HB, afortunadamente digo, tal estrategia no ha podido ser llevada a cabo por sus autores al ser abortada por la prudencia y madurez pol¨ªticas de quienes defienden el Estatuto.
La finalidad perseguida estaba bien -clara: a trav¨¦s de la primera ecuaci¨®n, romper el voto; es decir, lograr la abstenci¨®n de quienes no son ni se sienten nacionalistas (UCD, PCE, PSE-PSOE, ORT-PTE, etc¨¦tera) y a trav¨¦s de la segunda ecuaci¨®n, romper el voto y lograr la abstenci¨®n de quienes no son ni se sienten de derechas, sean o no nacionalistas (ESEI, EE, PNV, PSE-PSOE, PCE, ORT-PTE, ANV, etc¨¦tera).
Con los unos pensando, ?el Estatuto de Guernica es cosa de vascos (nacionalistas), que se arreglen entre ellos?, y con los otros diciendo ?el Estatuto de Guernica es cosa de las derechas, que se lo guisen y coman ellos?, se lograba el m¨¢s absoluto fracaso de lo que es y supone el Estatuto, objetivo afanado por los enemigos de la democracia con uno u otro pelaje.
Este ha sido, pues, uno de los esl¨®ganes o latiguillos demag¨®gicos que por su peligrosidad y evidente falsedad era necesario desterrar y se desterr¨® de las mentes sencillas y confiadas que en nuestra Euskadi tantas veces son presa de la manipulaci¨®n y de la falta de escr¨²pulos.
El Estatuto de Guernica, como otros estatutos, es un instrumento de reparto de poder entre el Estado y la Comunidad Aut¨®noma. El poder reconocido y atribuido a la comunidad aut¨®noma vasca, a Euskadi, en forma de competencias exclusivas y compartidas ser¨¢ ejercido, ser¨¢ administrado por aquella o aquellas fuerzas pol¨ªticas que obtengan el respaldo popular mayoritario en las futuras elecciones al Parlamento vasco y, en consecuencia, ocupen el Gobierno vasco. Y aqu¨ª no hay cortapisa ni condicionamiento para ninguna ideolog¨ªa democr¨¢tica. S¨ª la hay, en cambio, para las fuerzas fascistas o totalitarias.
No hay una sola fuerza pol¨ªtica en Euskadi que pueda, con un m¨ªnimo de honestidad, atribuirse el protagonismo exclusivo del Estatuto, como tampoco la hay que pueda sentirse excluida del mismo, con las l¨®gicas excepciones ya mencionadas.
Para unos, el Estatuto es un primer paso, incluso insuficiente; para otros, es el final del trayecto, incluso demasiado, pero para ninguno puede constituir una barrera pol¨ªtica infranqueable. La ¨²nica condici¨®n que exige el Estatuto para ser aceptado es querer a Euskadi, buscar lo mejor para el Pa¨ªs Vasco, aqu¨ª y ahora, y en esto no se puede hablar ni de derechas ni de izquierdas.
El Estatuto de Guernica no es el resultado m¨¢s o menos bueno de una negociaci¨®n de veinti¨²n d¨ªas en el Congreso y la Moncloa. No es el resultado; m¨¢s o menos acertado, de la labor de unos partidos o unas personas. Es el fruto de la labor y lucha de un pueblo tras la recuperaci¨®n de unos derechos, lucha que no es de ahora, que ni siquiera es s¨®lo de la ¨¦poca franquista, sino que proviene desde 1839, hace ya 140 a?os.
El texto estatutario es testigo y ?v¨ªctima? de posiciones diferentes, muchas veces encontradas, de intereses y fines diversos, a veces contrapuestos; pero, en todo caso, con derecho a ser tenidos en cuenta durante la elaboraci¨®n de aquel texto. Se trataba de hacer un Estatuto para el Pa¨ªs Vasco, no para el PNV, o para EE, o para UCD, o para el PSE-PSOE, o para el PCE, etc¨¦tera, ni tan siquiera, por mucho que ello supusiese, para Herri Batasuna sola, porque entonces no podr¨ªa ser, en la medida de lo posible y sin renunciar a unos m¨ªnimos indispensables, de todos.
El acuerdo sobre el Estatuto de Guernica fue sellado con un apret¨®n de manos entre Su¨¢rez y Garaikoetxea, pero nadie debe ver en este ¨²ltimo m¨¢s que al lendakari o presidente del Consejo General Vasco, organismo que constituye hoy m¨¢ximo exponente de la voluntad del Pueblo Vasco, y aglutinante de las fuerzas pol¨ªticas vascas que representan el 80% de ese pueblo.
A, lo largo y ancho del contenido estatutario no hay una filosof¨ªa pol¨ªtica que predomine sobre otras. Hay temas propiciados por unos y por otros, hay concepciones del PNV, evidente, como las hay del PSE-PSOE, de EE, de UCD o del PCE, pero, globalmente considerado, el Estatuto no supone la imposici¨®n de una postura sobre todas las dem¨¢s, ni mucho menos.
Es frecuente hoy en Euskadi o¨ªr decir, con evidente carga de mala fe, que el Estatuto supone la marginaci¨®n de los que desde otras tierras vinieron al Pa¨ªs Vasco, bien forzados por una situaci¨®n de injusticia, bien voluntariamente; que ya pueden ir haciendo las maletas, porque una de las primeras medidas que adoptar¨¢n los ?vascos? ser¨¢ la de su expulsi¨®n. Tambi¨¦n se ha llegado a propagar la especie de que el que no se haga abertzale lo va a pasar pero que muy mal. Incluso hay quien, como Herri Batasuna, dice que el Estatuto va contra la clase trabajadora, para la que el Estatuto va a suponer la opresi¨®n y marginaci¨®n, as¨ª como para la ?izquierda?, que sufrir¨¢ con el Estatuto m¨¢s represi¨®n.
Todo este paquete abigarrado de alucinaciones malintencionadas tiene, como es notorio, por fin alejar de la mente de muchos hombres y mujeres en el Pa¨ªs Vasco el hecho incuestionable de que el Estatuto es para todos, sin distinci¨®n alguna.
Los denuestos que HB lanza contra el Estatuto, en base a la supuesta marginaci¨®n de la clase trabajadora y la imaginaria represi¨®n contra la izquierda, quedan m¨¢s que descalificadas con la comprobaci¨®n de un hecho a todas luces evidente: precisamente apoyan el Estatuto con m¨¢s fuerza los partidos pol¨ªticos con m¨¢s trabajadores en sus filas (PNV, PSE-PSOE, EE, PCE, etc¨¦tera), as¨ª como las sindicales m¨¢s representativas, y no creo que ¨¦stas o aqu¨¦llas vayan a echar piedras sobre su propio tejado. En cuanto a la mayor represi¨®n para la izquierda, es una afirmaci¨®n demasiado burda, si no es porque bajo el concepto gen¨¦rico de izquierda a secas se esconde otro componente sociol¨®gico del Pa¨ªs Vasco tristemente c¨¦lebre hoy d¨ªa por su modo de intentar conseguir sus objetivos. Lo que s¨ª debe quedar claro al respecto es que la conquista que para Euskadi supone el Estatuto ser¨¢ defendida con u?as y dientes frente a quienes, con m¨¦todos antidemocr¨¢ticos y violentos, de uno y otro color, intenten socavarla y eliminarla.
Hay en Euskadi un elevado porcentaje de castellanos, leoneses, extreme?os, andaluces, gallegos, etc¨¦tera. En la mayor¨ªa de los casos, venidos a nuestra tierra por necesidad y no por su voluntad. Ellos saben, a pesar de las infamias que al respecto se han dicho y escrito, que el Estatuto es para ellos al igual que para los vascos de nacimiento. El concepto de condici¨®n pol¨ªtica de vascos en el Estatuto no se ha sometido a ning¨²n an¨¢lisis geneal¨®gico previo. Unica y exclusivamente depende de la adquisici¨®n de la vecindad administrativa; es decir, de un breve tiempo de residencia en el Pa¨ªs Vasco y su inclusi¨®n en el padr¨®n municipal.
La suerte de Euskadi es la suerte de todos los que en ella viven y trabajan y voluntariamente quieren unir sus destinos a los del pueblo que les acoge. El Estatuto ni margina ni separa a nadie, porque todos navegamos en el mismo barco.
Con el ?bai? (s¨ª), el 25 de octubre aprobamos un Estatuto de todos y para todos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Archivado En
- Opini¨®n
- Pol¨ªtica nacional
- Constituci¨®n de las Autonom¨ªas
- Estatutos Autonom¨ªa
- Refer¨¦ndum
- EAJ-PNV
- Comunidades aut¨®nomas
- Administraci¨®n auton¨®mica
- Pol¨ªtica municipal
- Pol¨ªtica auton¨®mica
- Elecciones
- Pa¨ªs Vasco
- Partidos pol¨ªticos
- Espa?a
- Administraci¨®n p¨²blica
- Pol¨ªtica
- Estatutos
- Normativa jur¨ªdica
- Legislaci¨®n
- Justicia