"S¨ª" a los estatutos
MA?ANA EL cuerpo electoral de Catalu?a y del Pa¨ªs Vasco -excepto Navarra- van a tener la oportunidad de manifestarse a prop¨®sito de los estatutos de Sau y de Guernica. El resto de los espa?oles, contra lo que algunos sectores de la ultraderecha sostienen, expresaron ya su opini¨®n a trav¨¦s de sus leg¨ªtimos representantes, que aprobaron por abrumadora mayor¨ªa en el Congreso ambos textos. A este respecto, nunca se insistir¨¢ lo suficiente en que los principios de la democracia representativa, la m¨¢s alta cota de vida p¨²blica civilizada alcanzada en la historia de la humanidad, no pueden ser menoscabados ni eludidos por las vanguardias iluminadas de la ultraderecha y la ultraizquierda, que est¨¢n en desacuerdo en todo excepto en condenar a las urnas a la destrucci¨®n y en sacralizar el lenguaje de las armas como ¨²nico veh¨ªculo de razonamiento. Es por eso una mentira o una ignorancia afirmar que los referendos de Sau y de Guernica han sido sustra¨ªdos a la voluntad del resto de la sociedad espa?ola. El Congreso representa al pueblo espa?ol y sus decisiones tienen como respaldo los millones de votos depositados, hace s¨®lo siete meses, en los comicios. Desde estas columnas hemos defendido la necesidad hist¨®rica y pol¨ªtica de la autonom¨ªa de Catalu?a y del Pa¨ªs Vasco y hemos se?alado la congruencia de los estatutos de Sau y de Guernica como v¨ªa para alcanzar ese objetivo.S¨®lo nos queda ahora reafirmar nuestra recomendaci¨®n de voto afirmativo a los catalanes y vascos -esto es, a los hombres y mujeres que viven y trabajan en Catalu?a y en el Pa¨ªs Vasco- a quienes pueda interesarles la opini¨®n de este peri¨®dico. Tanto en una comunidad como en otra, no parece que los votos negativos signifiquen una amenaza real. Fuerza Nueva, con Alianza Popular en el Pa¨ªs Vasco como compa?ero de viaje (los ?tontos ¨²tiles? no son s¨®lo de izquierdas), es la ¨²nica formaci¨®n pol¨ªtica que apadrina de manera consecuente esa opci¨®n. Y no parece que vayan a conseguir un resultado de votaciones m¨ªnimamente interesante.
En cambio, la abstenci¨®n puede restar calor popular, aunque nunca legitimidad democr¨¢tica, a los resultados de ma?ana. Si la abstenci¨®n significara, clara y un¨ªvocamente, un pronunciamiento en contra de los estatutos, una votaci¨®n por debajo del 50% del censo electoral privar¨ªa al resultado final de capacidad de convicci¨®n pol¨ªtica. Pero es del todo evidente que no es tal el caso. Si las fuerzas que se oponen a los estatutos de Sau y de Guernica desde el nacionalismo radical hubieran cre¨ªdo en la posibilidad de arrastrar en favor de su opci¨®n a la mitad de la poblaci¨®n, o incluso a una cuarta, quinta o sexta parte de los catalanes y de los vascos, su campa?a hubiera girado en torno al voto negativo. Conscientes de su debilidad pol¨ªtica y de la carcoma de sus argumentos, han preferido situarse como tapones de corcho encima de la ola abstencionista, para simular que la provocan.
En el abstencionismo que ma?ana puede producirse en Catalu?a y en el Pa¨ªs Vasco confluyen varios factores de muy distinta naturaleza. En primer lugar, la incompetencia t¨¦cnica del Ministerio del Interior, que ha sido irremediablemente incapaz de actualizar y rectificar los errores del censo electoral a lo Largo de los ¨²ltimos tres a?os. Algunos expertos del Instituto de Estad¨ªstica sit¨²an en niveles cercanos al 15%, y en cualquier caso dif¨ªcilmente inferiores al 10%, la artificial inflaci¨®n de las listas de ciudadanos con derecho a voto, por errores materiales y duplicaciones domiciliarias, y en un porcentaje no despreciable las personas despojadas de ese mismo derecho por pereza individual o desajustes administrativos. Tambi¨¦n hay que tomar en consideraci¨®n los ¨ªndices de abstenci¨®n natural, que en los pa¨ªses europeos de vieja tradici¨®n democr¨¢tica se elevan generalmente -con excepci¨®n de Italia- por encima del 20%. Los transe¨²ntes, los enfermos, las personas de edad y los que permanecen al margen de cualquier manifestaci¨®n de la vida p¨²blica constituyen un n¨²cleo irreductible a la participaci¨®n electoral.
Pero a estas dos causas hay que a?adir, tanto para Catalu?a corno para el Pa¨ªs Vasco, una espec¨ªficamente pol¨ªtica, que nada tiene que ver con el abstencionismo activo preconizado por Herri Batasuna, el PSAN, la LCR o el MC, pero que se relaciona directamente con ese fen¨®meno de ?huelga de votos ca¨ªdos? que expresa el desencanto de algunos sectores ciudadanos ante las formas y los contenidos de la democracia consensuada instaurada por las c¨²pulas de los grandes partidos. Esta manifestaci¨®n, de gran inter¨¦s para los analistas y una de las claves m¨¢s originales y significativas del proceso pol¨ªtico espa?ol, no pueden apropi¨¢rsela ni los nacionalistas radicales ni la izquierda extraparlamentaria, que, a falta de principios, ha transformado el oportunismo en su bandera. ?Alguien se puede imaginar a los abstencio nistas del desencanto vibrando de emoci¨®n patri¨®tica ante un discurso de Telesforo Monz¨®n, o apasion¨¢ndose por las disquisiciones de los marxistas-leninistas del MC o de los trotskistas de LCR? Hace falta mucho fanatismo o mucha cara dura para llevar al molino del abstencionismo activo la pasividad desencantada de los que pasan de todo.
En el Pa¨ªs Vasco hay que a?adir a esos tres factores gen¨¦ricos de abstencionismo -el t¨¦cnico, el natural y el desencantado- otros dos espec¨ªficos de la situaci¨®n de aquel territorio. En primer lugar, la inercia residual de la campa?a abstencionista del PNV en el refer¨¦ndum constitucional. Los hechos han demostrado que la actitud del nacionalismo vasco moderado ante la convocatoria del 6 de diciembre no era ni tan cerrada ni tan r¨ªgida como algunos -entre otros, este mismo peri¨®dico- equivocadamente supusieron. Su decisi¨®n de acatar una Constituci¨®n a la que no votaron se ha prolongado en su positiva y constructiva actitud frente al Estatuto de Guernica. Lo que, dicho sea de paso, abre un cierto margen de esperanza para creer que algunos de los grupos que forman Herri Batasuna pudieran cambiar de actitud frente a las instituciones de autogobierno. En cualquier caso, la campa?a abstencionista del PNV ante la Constituci¨®n, por justificable que fuera dentro de sus presupuestos, est¨¢ demasiado cercana en el tiempo como para que sus efectos sobre el electorado nacionalista se hayan disipado completamente.
Y, en segundo lugar, est¨¢ el clima de amedrentamiento -lo que acertadamente Santiago Carrillo ha llamado ?el pucherazo del miedo?- creado por las acciones armadas de ETA y las agresiones f¨ªsicas y verbales de algunos militantes de Herri Batasuna. Los delincuentes que asesinan sin contemplaciones y los admiradores del Superman etarra, que aplauden sus cr¨ªmenes y no tienen ni una palabra de compasi¨®n para las v¨ªctimas, han manipulado como principal recurso para predicar la abstenci¨®n, a falta de argumentos racionales y de alternativas pol¨ªticas, la mezcolanza de amedrentar a los votantes y de presentar la aprobaci¨®n mayoritaria del Estatuto como su propia sentencia de muerte.
Votar manana, y votar afirmativamente, es la ¨²nica salida practicable para la situaci¨®n del Pa¨ªs Vasco y la confirmaci¨®n de que la autonom¨ªa de Catalu?a ha sido ganada gracias a la tenacidad, a la inteligencia y a la valent¨ªa ciudadana de los catalanes. Votar negativamente es un gesto que va a permitir a los nost¨¢lgicos del anterior regimen y a los aut¨¦nticos art¨ªfices de los movimientos separatistas contar sus efectivos en esos territorios. Abstenerse, sin estar a favor de las opciones independentistas radicales en Catalu?a y en el Pa¨ªs Vasco y del terrorismo en Euskadi, es un acto de frivolidad o de cobard¨ªa pol¨ªtica.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Archivado En
- Constituci¨®n de las Autonom¨ªas
- Extrema izquierda
- Abstencionismo
- Opini¨®n
- Resultados electorales
- Comunidades aut¨®nomas
- Refer¨¦ndum
- Estatutos Autonom¨ªa
- Censo electoral
- Pol¨ªtica auton¨®mica
- Catalu?a
- Ultraderecha
- Administraci¨®n auton¨®mica
- Ideolog¨ªas
- Pa¨ªs Vasco
- Elecciones
- Espa?a
- Pol¨ªtica
- Administraci¨®n p¨²blica
- Estatutos
- Normativa jur¨ªdica
- Legislaci¨®n
- Justicia