Obras P¨²blicas garantiza viviendas a los desalojados de Canillejas
El ministro de Obras P¨²blicas y Urbanismo, Jes¨²s Sancho Rof, asegur¨® ayer a mediod¨ªa al presidente de la junta municipal de San Blas que las veintis¨¦is familias recluidas en la iglesia de la Virgen del Camino, despu¨¦s de ser desalojadas de la UVA de Canillejas, tendr¨¢n viviendas en los pr¨®ximos d¨ªas. A pesar de las dificultades presentadas por el delegado provincial, el ministro asegur¨® al concejal del distrito, Mariano L¨®pez, que la soluci¨®n ser¨¢ inmediata.
Los desalojados ser¨¢n instalados en un grupo de viviendas prefabricadas que el Ministerio construir¨¢ dentro de un mes en terrenos a¨²n no decididos, que al menos parte estar¨¢n en el distrito de San Blas. Hasta la instalaci¨®n de los edificios prefabricados, las veintis¨¦is familias ser¨¢n alojadas en viviendas vac¨ªas. Para evitar nuevos problemas a la hora de ser realojados en los bloques prefabricados, todos los ocupantes habr¨¢n de aceptar un acta notarial por la que se comprometen a entrar en las viviendas vac¨ªas por un per¨ªodo limitado.En el caso de que todos no puedan pasar a los bloques temporales, podr¨¢n permanecer en las viviendas ahora vac¨ªas, por un per¨ªodo limitado, entre un a?o y a?o y medio, pues dichos edificios han de ser derribados para proceder a construir nuevos bloques de viviendas sociales. Esta veintena de familias vivieron ayer su segunda jornada en la iglesia de la Virgen del Camino, donde han instalado camas, mesas y ¨²tiles de cocina.
Ayer, mientras los obreros de la construcci¨®n asist¨ªan al entierro de un ni?o de diez meses, muerto dos d¨ªas antes en el poblado, los obreros que hab¨ªa enviado la Delegaci¨®n Provincial echaban abajo los bloques de casas prefabricadas y desde el interior de la sede parroquial de la Virgen del Camino, las mujeres y los ni?os contemplaban en silencio el trabajo de las palas excavadoras. Hac¨ªa m¨¢s de veinticuatro horas que el cura p¨¢rroco, don Eloy, hab¨ªa autorizado a entrar a los desalojados en el templo, despu¨¦s de hacer frente al grave dilema que supon¨ªa llenar la iglesia de camas o llenar la calle de pobres.
En realidad, la elecci¨®n no era dudosa, porque el dejar en la acera m¨¢s pr¨®xima a Elisa Rodr¨ªguez Tostado, esposa de un alba?il en paro, madre de una ni?a de tres a?os y embarazada de varios meses, dif¨ªcilmente habr¨ªa podido ser calificado como una buena acci¨®n. ?Antes de ocupar el local en la UVA viv¨ªamos en un tejar pr¨®ximo a Torrej¨®n; no dispon¨ªamos de agua, aunque el grado de humedad era inimaginable. El ¨²nico calor posible era el que ven¨ªa de un horno de cocer ladrillos; no obstante, el ambiente lo impon¨ªa el arroyo-vertedero que pasaba junto al cobertizo.? Tampoco habr¨ªa sido tranquilizador el despedir a Mar¨ªa del Rosario Garc¨ªa, una joven de diecisiete a?os, embarazada y fuera de cuentas, cuyo marido tiene diecis¨¦is y gana 15.000 pesetas mensuales como empleado de carnicer¨ªa. Unos pocos hab¨ªan huido de un pisito amenazado por la subida de alquileres. ?Y la ¨²nica vivienda que se nos ha ofrecido, siquiera por cinco d¨ªas, es, ya ve usted, la Casa de Dios. ?
En la Casa de Dios han dormido, pues, veinticinco familias. Al amanecer, la primera luz que pasa por las vidrieras superiores del templo les ha permitido leer, entre sue?os, ?Perd¨®n, Se?or, he pecado?, en el confesionario m¨¢s pr¨®ximo, cuyo cuerpo de madera emerge ahora, por imperativos de la miseria, de un mar de s¨¢banas. Los ni?os se frotar¨ªan los ojos al reparar en el m¨¢rmol negro del altar mayor, y al ir leyendo, con s¨®lo mirar alrededor ?Se?or, yo creo, pero aumenta mi fe?, o ?Tu palabra da vida, conf¨ªo en t¨ª, Se?or?, o una ¨²ltima plegaria a la Virgen del Camino en el modesto retablo de madera, ?Virgen del Camino: si en el caminar con mi cruz hacia Dios llego a caer, ruega por m¨ª.? Han ca¨ªdo todos, con el tiempo justo para recoger camas, mesas, ropas y algunos muebles elementales, y pedir cobijo al se?or cura. Naturalmente, no pueden cocinar: los ni?os, aun los que precisan comer caliente, se est¨¢n apa?ando con pan, ?porque mi marido, que trabaja en el butano, est¨¢ de huelga?, o porque ?el m¨ªo es, como casi todos, alba?il temporero, y estamos sin blanca?. El problema se reduce a la necesidad de un lugar a cubierto donde vivir. Los colonizadores est¨¢n, seg¨²n ellos mismos dicen: desde hace m¨¢s de dos a?os en las listas de espera del Ministerio de la Vivienda y, hoy, jueves, como mal menor, el se?or cura va a tener que aplazar el funeral segundo aniversario por el alma del que fue esposo de Antonia Mart¨ªn, ?no quiero que haya que encomend¨¢rselo, con todo el personal aqu¨ª?, y tambi¨¦n una boda, y hoy, jueves, como mal menor, nuevos c¨®nyuges una cruel alegor¨ªa de la vida familiar.
Cuando los hombres volvieron del entierro del ni?o, encontraron a sus propios ni?os en el templo. En el exterior, las excavadoras s¨®lo hab¨ªan dejado un cipr¨¦s en pie entre los escombros, como quien reduce un bosque a un solo ¨¢rbol.
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