Un mill¨®n de acciones bancarias
La avalancha de papel que han observado los valores bancarios a lo largo de las dos ¨²ltimas semanas, y que alcanz¨® su cenit el pasado martes en el mercado madrile?o, con un mill¨®n amplio de t¨ªtulos ofertados, es un suceso hist¨®rico o meramente anecd¨®tico, seg¨²n criterios; pero lo cierto es que ah¨ª est¨¢ y que, hasta el momento, nadie acierta a explicarse c¨®mo fue posible tal acumulaci¨®n de papel en cinco sesiones escasas.Posiblemente, y si nos atenemos a la frialdad de los n¨²meros, lleguemos a la conclusi¨®n de que un mill¨®n de t¨ªtulos ofertados, frente a los 313 que tienen los siete grandes del sector bancario admitidos a cotizaci¨®n, no es cifra significativa. Es m¨¢s: si analizamos los 350.000 banestos puestos a la venta en la sesi¨®n del martes y los relacionamos con el total de acciones del valor que cotizan oficialmente en la Bolsa (81 millones), veremos que el porcentaje queda en un exiguo 0,43 %. Pero no es menos cierto que estas cifras vendedoras llevaron a nuestros mercados a las cuerdas y los colocaron en una situaci¨®n harto comprometida.
La pregunta entonces se desdobla y, por una parte, se urge la necesidad de contestar al porqu¨¦ de semejante cifra de t¨ªtulos puestos a la venta, y, por otra, el plantearse c¨®mo tan peque?o porcentaje puede provocar una situaci¨®n como la vivida la semana pasada.
Para la primera cuesti¨®n se barajan distintas hip¨®tesis que, en general, podr¨ªamos considerar como particulares del sector. Unas ser¨ªan remotas; esto es, existir¨ªan con anterioridad, y su incidencia en el comportamiento de los valores del grupo dif¨ªcilmente podr¨ªa llevar a situaciones como la que nos ocupa. Ser¨ªa el caso, por ejemplo, de que la relaci¨®n precio/beneficio de las acciones del grupo, resultara la m¨¢s baja en su conjunto del mercado. Podr¨ªa ser asimismo el hecho de que estos valores cotizan casi a diario y tienen los precios menos desfavorables del mercado, lo que de alguna manera invitar¨ªa a la venta, sobre todo en caso de necesidad.
Existen, por otra parte, una serie de factores cuya incidencia en el comportamiento del grupo ha sido m¨¢s inmediata, pero que han necesitado del complemento de las razones anteriores para provocar esta situaci¨®n. Esta ser¨ªa la incidencia del fuerte incremento en las emisiones de renta fija, que de aqu¨ª a fin de a?o exigir¨¢n al inversor m¨¢s de 70.000 millones de pesetas, la m¨¢s importante de las cuales, la deuda p¨²blica, de 50.000 millones, ha pesado especialmente, al haberles correspondido 35.000 a los bancos, o la m¨¢s ?da?ina?, la reciente de Renfe, emisi¨®n peque?a, s¨®lo 3.000 millones, con aval del Estado, a tres a?os, pero con un tipo de inter¨¦s del 14,25%, que obligar¨¢ a reajustes al alza en los pr¨®ximos procesos de colocaci¨®n de emisi¨®n.
Otra raz¨®n es la consideraci¨®n fiscal que el presente a?o van a tener las minusval¨ªas realizadas en valores mobiliarios. El tratamiento que a estas operaciones se les va a dar induce a la materializaci¨®n de minusval¨ªas, como modo alternativo de eludir el pago de las liquidaciones del impuesto sobre la renta. Estrechamente relacionado con ¨¦ste se encuentra el llamado problema de la ?transparencia? de las sociedades de inversi¨®n colectiva, cuya normativa resulta menos flexible y, sobre todo, su control m¨¢s severo.
Hay otra raz¨®n adem¨¢s, y ¨¦sta completamente t¨¦cnica: el err¨®neo tratamiento que se les dio a los saldos vendedores en el mercado madrile?o desde un primer momento. La Junta Sindical no tuvo inconveniente en autorizar descensos de un 1%, e incluso inferiores, con unos porcentajes de cobertura de la oferta de un 10%.
Esta autorizaci¨®n, en franco desacuerdo con el art¨ªculo 152 del vigente reglamento, referido a la obligatoriedad de cubrir, cuando menos, un 20% de oferta o demanda en casos de excepcional contracci¨®n de una de ellas, es posible que se intentase basar en el art¨ªculo 163 del mismo reglamento de 30 de junio de 1967, que autoriza a la Junta a autorizar operaciones efectuadas con diferencias distintas a las previstas.
Estas diferencias, l¨®gicamente, deben ir referidas a fraccionamientos en los cambios distintos de los usuales y no al porcentaje de cobertura de las posturas resultantes.
Esta autorizaci¨®n no s¨®lo solucion¨® los problemas del sector, sino que contribuy¨® de manera importante a producir la congesti¨®n de t¨ªtulos a la venta. Como era l¨®gico, los operadores, tan pronto como tuvieron conocimiento de que su oferta s¨®lo iba a ser atendida parcialmente, se apresuraron a ?hinchar? sus ¨®rdenes, multiplicando en ocasiones hasta por cinco -para el caso de que s¨®lo se atendiese un 20%- sus saldos vendedores. Esto tuvo el efecto de una bola de nieve. Los saldos comenzaron a multiplicarse vertiginosamente, y como en el mercado madrile?o no se marcaba cambio, se produc¨ªan salidas desesperadas hacia las dos Bolsas perif¨¦ricas, poni¨¦ndolas en situaciones comprometidas.
Probablemente la aplicaci¨®n rigorista del reglamento no hubiese evitado la situaci¨®n, pero, cuando menos, la Junta Sindical no habr¨ªa quedado en entredicho, y esto es algo extremadamente importante al tratarse del ¨®rgano representativo de un colegio profesional cuyos miembros son fedatarios p¨²blicos.
Estas razones, propias del sector, han de ser insertadas en otras, relacionadas con el ambiente general de la Bolsa, para su comprensi¨®n. La instituci¨®n tiene depauperado su prestigio entre peque?os y medianos ahorradores y no cumple su funci¨®n como fuente de financiaci¨®n para las empresas, ante su raquitismo y falta de fluidez,
As¨ª pues, con un mercado secundario m¨ªnimo y el primario reducido a unas emisiones de renta fija canalizadas a sus espaldas, se plantea un problema de identidad. Y ¨¦ste si es el problema. La oferta bancaria se est¨¢ retirando pr¨¢cticamente como surgi¨®, pero no porque est¨¦ siendo asimilada por el mercado, que es lo que ocurrir¨ªa en cualquier Bolsa sana, sino porque los propios vendedores han reconsiderado sus posturas y han decidido esperar a mejor ocasi¨®n. Pero, en definitiva, ese papel, y mucho m¨¢s, pues lo hay en otros grupos, permanece latente y a la espera de encontrar una coyuntura propicia.
El encontrar una soluci¨®n a estos problemas, y sobre todo el intrumentar un mercado de valores eficaz y funcional, es una necesidad que se evidencia a diario.
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