Muri¨® Al Capp, un maestro del "comic" americano
Al Capp, dibujante americano muerto ayer, a los setenta a?os, escribi¨® un d¨ªa en uno de sus cartoons: ?El bien es mejor que el mal, porque es m¨¢s bello.? Luch¨® contra el mal, y lo personific¨® en las man¨ªas del establishment al que fustig¨® con sa?a e ingenio. Naci¨® como dibujante con el crac de 1929 y se consolid¨® durante los a?os anteriores a la segunda guerra mundial. Su fama se basa, sobre todo, en su comic Li'l Abner. En Espa?a recibi¨® muchos homenajes, entre los que destacan los que le dedicaron las desaparecidas revista El Globo y Zeppelin, que en nuestro pa¨ªs cultivaron el g¨¦nero que Capp defendi¨® como un maestro.
Al Capp era jud¨ªo, como Woody Allen, cuyo cine podr¨ªa tener como lema aquella frase del dibujante, aunque otros le identifican m¨¢s con D. W. Griffith, e incluso con Henry James. Su verdadero nombre era Alfred Gerald Chaplin. Dej¨® atr¨¢s tan ilustre apellido y lleg¨® a ser, en cierto modo, el Charles Chaplin de los autores de tiras c¨®micas.Li'l Abner ?naci¨®? el 20 de agosto de 1934. Sobrevivi¨® a siete presidentes y se convirti¨® en una instituci¨®n de Estados Unidos. Fue la tira c¨®mica m¨¢s genuinamente americana de todas las producidas en aquel pa¨ªs, como recordaba la revista Zeppelin en su homenaje. El peque?o y semisalvaje poblado de Dogpatch, se afirmaba en la citada revista, ?representa a todo Estados Unidos en conjunto?. Li'l Abner era el t¨ªpico muchacho americano, en el que Al Capp ve¨ªa su propia caricatura. Los ojos del dibujante contemplaban a la familia del protagonista tal como se ven a lo largo de la vida las im¨¢genes de los padres: Mamy y Papy Yokum eran al principio de tama?o normal; en los primeros meses empezaron a reducirse, luego crecieron nuevamente, y, por ¨²ltimo, se estabilizaron en un tama?o intermedio.
El fantasma de la depresi¨®n
Javier Coma, especialista espa?ol en el mundo del comic, situ¨® a Al Capp en el fundamento del trabajo del dibujante: ?Las tiras de Capp?, dice Coma en un libro en el que trata el tema, ?comenzaron estrechamente ligadas a las coordenadas de la depresi¨®n. La familia Yokum era un ?cerrado s¨ªmbolo del desastre econ¨®mico nacional?.Despu¨¦s de la guerra, recuerda Javier Coma, Al Capp lleg¨® a los momentos m¨¢s trascendentes de su producci¨®n. A partir de 1962 se dedic¨® a parodiar a una generaci¨®n contestataria que ignoraba sus aportaciones en favor del progreso ideol¨®gico. En 1964, Al Capp rompi¨® con la United Features Syndicate y entreg¨® sus tiras al Chicago Tribune Daily News, donde sigui¨® narrando historias de Li'l Abner hasta 1977, en que dej¨® de publicar la que ha sido considerada como la mejor obra de la historia de los comics.
Al Capp ten¨ªa clara su f¨®rmula, y por eso prosper¨®: ?Mi f¨®rmula consiste en colocar a unos personajes de comedia en situaciones melodram¨¢ticas y hacerles resolver sus problemas de una forma sencilla.? El m¨¦todo que pone Capp en manos de sus personajes para que estos salgan airosos de cualquier situaci¨®n es la que pronuncia la madre de Li'l: ?El bien es mejor que el mal, porque es m¨¢s bello.? Con esa sentencia, Mamy Yokum lleva adelante, con ¨¦xito, su matriarcado, que ejerce sobre su marido, cuyo inter¨¦s principal en la vida se concentra en la comida. Li'l participa de iguales gustos gastron¨®micos. Luego cambia ligeramente de apreciaciones y es vencido por las mujeres: Daisy Mae, la suya, recuerda a Marilyn Monroe o a su hom¨®nima, Mae West, actrices ambas que simbolizan el genuino sabor est¨¦tico de Am¨¦rica.
Entre las aportaciones que Al Capp dio a la sociedad americana, est¨¢ la celebraci¨®n del 15 de noviembre, cuando los personajes de Dogpatch conmemoraban el Sadie Hawkins Day, durante el cual los hombres solteros aceptan d¨®cilmente ser casados por las mujeres que no han conseguido marido. La tradici¨®n se repite, aunque b¨¢sicamente son los universitarios los que la han recogido.
Li'l Abner ha aparecido en m¨¢s de un millar de peri¨®dicos, cuya cobertura ha sido de m¨¢s de ochenta millones de lectores. El secreto de la acogida que obtuvo fue, seg¨²n Capp, que sus s¨¢tiras no se dedicaban a remediar los males sociales, sino a defender las virtudes tradicionales de Am¨¦rica.
Pero Li'l Abner no ha sido el ¨²nico personaje de Al Capp. Con frecuencia public¨® historias de un detective que parec¨ªa parodiar a Dick Tracy y que representaba a un detective cuya especialidad era la de acribillar a balazos las cabezas de numerosos testigos cuando pretend¨ªa arrestar a un criminal.
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