El Salvador ?fin de una rep¨²blica militar? / 2
Dejando a un lado los condicionados externos -la ca¨ªda de Somoza y la doctrina Carter, fundamentalmente-, el golpe de los militares salvadore?os viene propiciado por las siguientes causas: la incapacidad del sistema para resolver los problemas b¨¢sicos de la poblaci¨®n; la inclinaci¨®n de la gran parte de la Iglesia cat¨®lica hacia un cambio total de las estructuras, y la acci¨®n violenta de los grupos revolucionarios de izquierda, claramente apoyada por las capas m¨¢s marginadas de la poblaci¨®n -campesinos, obreros y estudiantes.En cuanto a la primera, queda resumida en la expresividad dram¨¢tica de las palabras de Farabundo Guardado, l¨ªder del Bloque Popular Revolucionario (BPR): ?O morir de hambre o seguir luchando.? Los datos econ¨®micos que se facilitan en anteriores p¨¢rrafos certifican lo insostenible de la situaci¨®n.
Por lo que respecta a la Iglesia cat¨®lica, cabe decir que hasta 1960 bendec¨ªa el r¨¦gimen establecido y sus viciosas pr¨¢cticas. A partir de esa fecha, el clero empieza a concienciarse socialmente, hasta que recibe el espaldarazo con las tesis que emanan de la Conferencia Episcopal Latinoamericana de 1968. El clero se escinde: una parte se inclina por la teolog¨ªa de la liberaci¨®n y la otra, m¨¢s minoritaria, permanece fiel al esp¨ªritu tridentino, y apoyaen el p¨²lpito las acciones de las bandas de Orden y de los Caballeros de Cristo Rey. Los principios marxistas se incuban en parroquias e iglesias y la bandera reformista es enarbolada por el arzobispo de San Salvador, monse?or Oscar Romero. El sector conservador encuentra su portavoz en la figura de monse?or Pedro Arnoldo Aparicio y Quintanilla, obispo de San Vicente y presidente de la Conferencia Episcopal Salvadore?a. El asesinato del sacerdote Rutilio Grande y otros cinco cl¨¦rigos m¨¢s por las fuerzas de la represi¨®n radicaliza la escisi¨®n eclesial y sirve de base incontrovertible a los partidarios de la reforma, e incluso de la acci¨®n directa para hacerla realidad.
Finalmente, los grupos de extrema izquierda que se dedican al activismo son numerosos y recogen las herencias foquistas del guevarismo, cuyo inicio hay que situarlo en el golpe de 1954 contra Jacobo Arberiz, en Guatemala. La relaci¨®n de los corp¨²sculos revolucionarios es amplia, Ej¨¦rcito Revolucionario del Pueblo (ERP), cuyo l¨ªder, Roque Dalton Garc¨ªa, cay¨® asesinado en 1975; Resistencia Nacional (RN), Frente de Acci¨®n Popular Unificado (FAPU), Partido de la Revoluci¨®n Salvadore?a (PRS); la coalici¨®n campesino estudiantil del BRP, que asegura contar con cerca de 50.000 miembros; Frente Popular del Pueblo (FPP), Frente de Acci¨®n Universitaria (FAU), Grupo Armado Selecto de Masas (Gasmas), Defensa Civil Revolucionaria (DCR) y Ligas Populares de 28 de Febrero (LP 28).
Ahora bien, el protagonismo del clero y de los grupos guerrilleros se ve moderado por dos variables que no deben ser olvidadas: el arraigado anticomunismo de los militares y los beneficiarios del capitalismo, que alcanza a las capas medias, y la existencia l¨¢nguida de unos sindicatos obreros que, en ning¨²n momento han sido la punta de lanza de la contestaci¨®n general. Es por ello que los grupos guerrilleros de m¨¢s fuerza, el BRP, el FAPU y la LP 28, han aceptado una tregua en la acci¨®n violenta a los militares golpistas que encabezan la Junta Revolucionaria. Esta tregua, consideramos, ser¨ªa seguida por el resto de, las organizaciones si el Gobierno provisional designado atiende las propuestas de mejora social y se compromete a la vertebraci¨®n democr¨¢tica del pa¨ªs, cara a las elecciones legislativas de marzo de 1980 y a las presidenciales de 1982. Esta moratoria de los guerrilleros se asienta en un art¨ªculo de la Constituci¨®n de 1962, hoy todav¨ªa vigente, que dice as¨ª: ?La alternancia en el ejercicio de la presidencia es indispensable para el mantenimiento de la forma de gobierno establecida. La violaci¨®n de esta regla obliga a la insurrecci¨®n.? Este texto se lo han venido saltando reiteradamente los militares en el poder, siempre propicios al dogmatismo y a la ausencia de di¨¢logo.
La incertidumbre del modelo salvadore?o
Las recientes declaraciones de los coroneles Guti¨¦rrez y Majano no han convencido a la oposici¨®n y a los grupos de extrema izquierda. El decir ?estamos soportando las condiciones del pasado? y ?la conciencia colectiva e institucional de las Fuerzas Armadas es de apoyo al cambio?, seguido del nombramiento de un Gobierno provisional de car¨¢cter tecnocr¨¢tico y muy inclinado a la derecha, s¨®lo ha conseguido la aceptaci¨®n exterior, Chile y Estados Unidos incluidos, lo que hace sospechar a los radicales, est¨¦n o no armados.
Por otra parte, los esfuerzos de la derecha montaraz, explicitados por la Asociaci¨®n Nacional de la Empresa Privada (ANEP) y el Frente Agropecuario (Faro), para provocar un vuelco contrarrevolucionario, demuestran el dif¨ªcil equilibrio en que se mueve la Junta Revolucionaria. Los titubeos y la tibieza de ¨¦sta son los causantes de los ¨²ltimos incidentes: el asesinato del teniente Castillo, jefe de investigaciones de la Guardia Nacional; las ocupaciones de los ministerios de Trabajo, Econom¨ªa y Planificaci¨®n, y del diario Prensa Gr¨¢fica, resueltos con veinticinco muertos, son la respuesta violenta de las organizaciones guerrilleras, que tachan de continuista al golpe y persiguen una transformaci¨®n en profundidad.
El Washington Post acusa de poco clara la actuaci¨®n de los coroneles golpistas y de poco firme el respaldo del Gobierno Carter. Es m¨¢s, profetiza que, de no hacer una acci¨®n m¨¢s decidida y con propuestas concretas sobre El Salvador, se cierne el peligro de plantearse una guerra civil y brutal, tipo la de Nicaragua. Esperamos que los pa¨ªses situados en la zona de influencia presionen con todos los medios a su disposici¨®n a que la ficha salvadore?a del domin¨® centroamericano resuelva la crisis por medio de un modelo democr¨¢tico y decidido a terminar con la inestabilidad pol¨ªtica y con las demandas sociales no satisfechas. Deseamos que el fin de la rep¨²blica militar -incivilizada e injusta- tenga una sustituci¨®n democr¨¢tica y se consolide en el m¨¢s breve plazo. Ya est¨¢ bien de sangre derramada en El Salvador.
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