Una larga y dura campa?a
Por tercera vez en veinte a?os, un miembro del clan pol¨ªtico m¨¢s influyente de Norteam¨¦rica presenta su candidatura a la presidencia.
El ¨²ltimo de los hermanos Kennedy une a la fascinaci¨®n que su apellido produce entre los norteamericanos sus diecisiete a?os de experiencia en el Senado y un s¨®lido conocimiento del establishment de Washington y de la compleja maquinaria del Partido Dem¨®crata.
La campa?a electoral se anuncia ya como la m¨¢s dura desde 1884, cuando Cleveland y Blaine llegaron pr¨¢cticamente al insulto personal en su lucha por la nominaci¨®n del Partido Dem¨®crata. Los candidatos centrar¨¢n esencialmente su campa?a en temas econ¨®micos (inflaci¨®n, desempleo), as¨ª como en la delicada cuesti¨®n del ?liderazgo? que necesita Estados Unidos en estos tiempos de crisis.
Alarmados por el descenso de popularidad de Carter, que podr¨ªa arrastrarles en su ca¨ªda, muchos congresistas y gobernadores dem¨®cratas han presionado sobre Kennedy, para que ¨¦ste no esperara hasta las elecciones de 1984 y, aun a riesgo de escindir el partido, dispute en 1980 la nominaci¨®n al presidente Carter.
Conjugar el carisma familiar con el liberalismo
Las ventajas que sin duda obtendr¨¢ Kennedy de su propio carisma y de la tr¨¢gica historia familiar, posiblemente no basten por s¨ª solas para contrarrestar sus importantes handicaps, desde Chappaquiddick hasta los problemas conyugales con Joan, pasando por el car¨¢cter ?demasiado liberal? de sus actuaciones en el Senado.Las primeras y todav¨ªa t¨ªmidas cr¨ªticas por el comportamiento de Kennedy en el accidente de Chappaquiddick, ocurrido hace poco m¨¢s de diez a?os, han comenzado ya a aparecer, incluido un editorial fuertemente cr¨ªtico que public¨® el martes el diario financiero The Wall Street Journal.
En pol¨ªtica exterior, Carter y Kennedy han coincidido en todos los grandes temas y el senador ha apoyado al presidente en la cesi¨®n del canal de Panam¨¢, el tratado SALT II, el reconocimiento diplom¨¢tico de la Rep¨²blica Popular China y los acuerdos de Camp David, adem¨¢s de, en l¨ªneas generales, toda la pol¨ªtica de derechos humanos pregonada por Carter, si bien Kennedy ha centrado sus cr¨ªticas especialmente en las dictaduras del Cono Sur latinoamericano.
Los dos aspirantes a la nominaci¨®n como candidato dem¨®crata a la presidencia en 1980 se han puesto ya de acuerdo en celebrar varios debates televisados. Durante un a?o de campa?a los norteamericanos tendr¨¢n tiempo para sopesar detenidamente su elecci¨®n entre el desencanto cotidiano representado por Carter y la tentaci¨®n de ?Camelot?, el viejo sue?o ofrecido, una vez m¨¢s, por un Kennedy.
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