Carta a un amigo del Opus
?(...) Resulta que hoy nos enteramos -con documentos que no tienen vuelta de hoja- de que hace diecisiete a?os ven¨ªs intentando modificar la f¨®rmula jur¨ªdica de vuestra instituci¨®n, que no os sent¨ªs a gusto en las costuras de los institutos seculares y que prefer¨ªs convertiros en una "prelatura nullius". Hasta aqu¨ª, me parece, nada hay de escandaloso. ( ... ) El problema surge cuando este intento vuestro se cubre con los siete velos del m¨¢s profundo secretismo. Ser¨ªa l¨®gico que, lo mismo que no hab¨¦is ocultado que no os gustaba ser instituto secular, hubierais expresado alguna vez, con normalidad, las nuevas v¨ªas a las que aspirabais. Pero hab¨¦is preferido intentarlo en las sombras. Seguramente por respeto a la Santa Sede. Pero ?c¨®mo impedir que, desde fuera, se viera en ello una actitud maniobrera, un deseo de avanzar con la t¨¢ctica de los hechos consumados, tal vez -si posible fuera- de lograrlo sin que los obispos o la opini¨®n p¨²blica fueran o¨ªdos? ( ... )Pero a¨²n resulta m¨¢s llamativo vuestro esfuerzo para conseguir que esa noticia no se difundiera. ?Es que era ilegal lo que ped¨ªais? ?Es que los documentos firmados por vuestros superiores conten¨ªan algo impublicable? Yo s¨¦ muy bien que el viento de la publicidad turba a veces la paz con que ciertos temas deben ser estudiados. Mas s¨¦ tambi¨¦n que muchas otras permite o¨ªr todas las campanas y hace que la visi¨®n de los problemas sea m¨¢s completa y comunitaria. ( ... )
?Puedo ahora deciros mi opini¨®n sobre el fondo del asunto? No tiene m¨¢s valor que el de ser una opini¨®n entre millones. Y el de ser muy sincera.
Es ¨¦sta: me parece un da?o para la comunidad cristiana. Y un da?o a¨²n mayor para vosotros. Entiendo que ser¨ªa m¨¢s c¨®modo para mantener vuestra individualidad el tener vuestro obispo propio, el depender directamente de ¨¦l, el evitar choques con grupos o personas que no os comprenden o discrepen de vosotros.
Pero ser¨ªa infinitamente peor irse de casa, encerrarse en un ghetto, presentar ante el mundo el aspecto de una comunidad de elegidos que se alejan para que no les manche el resto de los hermanos. Y no me dig¨¢is que no es eso lo que pretend¨¦is. Estoy dispuesto a aceptarlo. Pero deb¨¦is saber que, sean los que sean vuestros fines, es as¨ª como ser¨ªa entendido por todos los dem¨¢s. La f¨®rmula de las di¨®cesis personales pudo ser ¨²til y positiva en otros per¨ªodos hist¨®ricos (aunque personalmente crea que produjo muchos m¨¢s males que bienes). Pero, ciertamente, parece la menos apta para una Iglesia que ya tiene en su seno bastantes separatismos Ser¨¦ muy sincero: s¨¦ que hay muchos que os calumnian, s¨¦ que hay otros -yo entre ellos- que, queri¨¦ndoos a muchos como personas, no comparten en puntos muy fundamentales vuestra espiritualidad (en la Iglesia hay muchas moradas y, l¨®gicamente, algunos preferimos una distinta de la vuestra). Pero ?eso qu¨¦ tiene que ver para que no podamos vivir juntos, en la misma Iglesia, bajo la misma jerarqu¨ªa??.
12 de noviembre
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