Enga?osa goleada de un Rayo efectivo
El Rayo gole¨® al Atl¨¦tico, pero el resultado, en un partido (le mal nivel t¨¦cnico, fue en ga?oso. Al equipo rojiblanco, que jug¨® mucho mejor la primera parte e incluso pudo marcar a los trece minutos si el palo izquierdo de la porter¨ªa rayista no hubiese rechazado un disparo de Rub¨¦n Cano, le sali¨® casi todo mal en la continuaci¨®n. Los fallos defensivos ya producidos anteriormente los aprovech¨® entonces el Rayo, que con su segundo gol, de c¨®rner directo, cort¨® de ra¨ªz la reacci¨®n rival. Morena tampoco perdon¨® con su gran clase para sacar fruto de sus escasas oportunidades ante el gol y, el consuelo atl¨¦tico para el futuro es que gan¨® una brillante esperanza con Dirceu.El partido Rayo-Atl¨¦tico tuvo dos fases bien distintas y precisamente por lo visto en la primera, de mejor juego atl¨¦tico, result¨® a¨²n m¨¢s sorprendente el marcador final. Si a lolargo del partido se pudieron contabilizar hasta ocho ocasiones de gol m¨¢s o menos claras por ambos equipos, la gran ventaja rayista fije que en otras cuatro -por una irojiblanca, margen l¨®gico al jugar en casa- las supo convertir en goles. Con H¨¦ctor N¨²?ez el cuadro vallecano -record¨¦moslo hace dos a?os- ve el gol con mucha m¨¢s facilidad. Para esta temporada ha sabido traerse a un Morena que facilita las cosas.
Cuando a los trece minutos Dirceu comenz¨® un contraataque, que termin¨® con disparo al poste de Rub¨¦n Cano, el partido s¨®lo ten¨ªa un claro dominador. Dentro del juego r¨¢pido de ambos equipes -vibrante, pero nunca bueno-, el Atl¨¦tico engarzaba con m¨¢s soltui a y el brasile?o reci¨¦n fichado erripezaba a sorprender por su f¨¢cilidad de aclimataci¨®n. Su movilidad, unida a su clase, le facilitaba las cosas. Robles apenas pod¨ªa con ¨¦l y si se difumin¨® poco a poco -aunque en el minuto 87 un tirazo suyo rebot¨® en alguien, pero mereci¨® el gol- fue arrastrado por el conjunto. Alguien coment¨® en esos momentos que al Atl¨¦tico no le hac¨ªa falta un brasile?o, sino un equipo completo. En la segunda parte, cuando sali¨® el in¨²til Aguilar -?para qu¨¦?-, el ala derecha con Guzni¨¢n fue de pena.
El Rayo mantuvo el tipo la primera parte por el orden que impuso Custodio en el eje central. Robi fue inferior, pero al menos no desenton¨® tanto como Leal, una sombra del jugador que fue. Marian, su ?pareja?, acab¨® por apuntillar su duelo al final del partido y el abultado resultado con un bonito gol de estrambote.
No hubo marcajes f¨¦rreos, porque justamente su ausencia, unida al intercambio de posiciones en el ataque de los dos equipos, permiti¨® la movilidad del juego y que las defensas fallaran m¨¢s de lo normal.
La diferencia, por lo que se vio, estuvo en que el Rayo los aprovech¨® mejor. El partido, como ¨²nica variante a la costumbre t¨¢ctica, enfrent¨® dos sistemas de 4-3-3, pues el Atl¨¦tico no sali¨® con complejos de inferioridad. Sin embargo, ya en la segunda parte, en la que se resolvi¨® el encuentro, fue demasiado ingenuo el penalti de Pereira, o excesivo el fallo de colocaci¨®n de Reina en el saque de c¨®rner de Alvarito. Incluso podr¨ªa entrar dentro de la mala suerte, unida a la gran habilidad de Morena, el tercero, y tambi¨¦n el cuarto, uno de esos tiros que rara vez entran.
Porque fue sintom¨¢tico que la segunda parte: se iniciara con acoso atl¨¦tico y tres c¨®rners seguidos a su favor. En el tercero de ellos casi marca Cano de cabeza. La suerte rayista vino nuevamente por tener en sus filas para el contragolpe a Morena, un jugador que en la primera parte toc¨® tres balones ¨²nicamente (los que un equipo modesto, con m¨¢s fuerza que calidad, puede ofrecerle) y sembr¨® ya el p¨¢nico en la defensa rival. Antes de forzar el penalti y de marcar el espl¨¦ndido tercer tanto que sentenciaba el encuentro ya explic¨® claramente que es uno de los pocos futbolistas con capacidad suficiente para dejar sentado a Pereira.
La clave, no obstante, estuvo en el gol de Alvarito, cuando el Atl¨¦tico, tras encajar el primero, se lanz¨® furiosamente por el empate. El mismo Pereira no lo logr¨® dos veces -Mora ha sido otro acierto en un a?o sembrado de ellos para el Rayo-, y el 2-0 fue un jarro de agua demasiado fr¨ªa para el ya maltratado cuadro de Luis. Su gol de penalti, ya con 3-0 en contra, s¨®lo fue un peque?o consuelo. Para colmo, no entr¨® el disparo de Dirceu y s¨ª el de Marian. La ma?ana, como los tiempos, realmente no corren rojiblancos. S¨®lo la esperanza Dirceu parece firme. Algo es algo.
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