Gromiko, en Espa?a
EL MINISTRO de Asuntos Exteriores sovi¨¦tico, Andrei Gromiko, ha tra¨ªdo en su cartera algunos persistentes temas de la pol¨ªtica exterior de su pa¨ªs que afectan a Espa?a. Uno es su deseo de congelar en su n¨²mero actual los pa¨ªses de las dos alianzas militares opuestas; al Kremlin le preocupa la posibilidad de que Espa?a ingrese en la OTAN, lo que supondr¨ªa, en opini¨®n de la URSS, un principio de desequilibrio. Trae una propuesta de desarme en Europa y algunas sugerencias en sentido paralelo para la tercera fase de la Conferencia de Seguridad y Cooperaci¨®n, que va a celebrarse en Madrid el a?o que viene, y, en general, una intenci¨®n clara de profundizar en todo lo que suponga reducci¨®n de tensiones pol¨ªticas y militares en este continente. Estos temas b¨¢sicos, como las amplias propuestas de acuerdos comerciales, tienen ya, sin embargo, un tratamiento diplom¨¢tico normal desde hace tiempo, y no conviene por ello sobreestimar la importancia de la visita en orden a la consecuci¨®n de espectaculares resultados a corto plazo.Tiene, en cambio, este viaje unos valores simb¨®licos nada desde?ables. Gromiko es el primer gran visitante gubernamental que env¨ªa la URSS desde los tiempos de la guerra civil. Las relaciones diplom¨¢ticas fueron establecidas hace dos a?os y medio, pero las fuerzas residuales en uno y otro lado, principalmente el espa?ol, tienden continuamente a contenerlas, a reducirlas. La dictadura de Franco impidi¨® durante a?os esta normalizaci¨®n, pese a la distensi¨®n mundial. Antes que Espa?a, ya hab¨ªa normalizado sus relaciones con Mosc¨² un pa¨ªs con la herida sangrante de muchos millones de muertos mutuos, y con una partici¨®n nacional y un muro, como Alemania Federal; y Gromiko viene a Madrid muchos a?os despu¨¦s de que le fueran abiertas -por Pablo VI- las puertas del Vaticano. El reflejo de este viaje, por tanto, se extiende a la pol¨ªtica interior tanto como a la exterior. La visita que deber¨¢n hacer los Reyes a Mosc¨², para la que Gromiko trae una invitaci¨®n oficial, contribuir¨¢ a ese saldo del cerrilismo diplom¨¢tico antiguo. Sin que ello signifique ninguna forma de compromiso respecto al r¨¦gimen actual de la URSS, como tampoco lo han podido significar las visitas de Estado a China o Argentina.
Como valor a?adido, la visita de la URSS -devoluci¨®n oficial de la que hizo previamente Marcelino Oreja- nos trae un personaje que figura entre los grandes protagonistas de la historia contempor¨¢nea, presente y actuante en todas las grandes conferencias de guerra y posguerra, cargado con la experiencia de veintid¨®s a?os de ministerio de Asuntos Exteriores bajo las distintas sucesiones del r¨¦gimen sovi¨¦tico.
Parece que en el inter¨¦s de Espa?a, independientemente de su configuraci¨®n pol¨ªtica, econ¨®mica y social, est¨¢ la profundizaci¨®n de relaciones con la Uni¨®n Sovi¨¦tica. Este pa¨ªs es la segunda potencia mundial, el primero de cuantos existen por su extensi¨®n territorial, y, al margen las diferencias pol¨ªticas, ofrece mercados y alternativas que ning¨²n Gobierno debe despreciar. La historia, y la realidad evidente de la situaci¨®n interna e internacional, van a hacer dif¨ªcil sin duda esta andadura en nuestro di¨¢logo con Mosc¨². Pero el di¨¢logo debe ser ampliado y encauzado, sin necesidad de renunciar por eso a las leg¨ªtimas discrepancias que el Gobierno de un pa¨ªs democr¨¢tico como Espa?a debe y puede tener respecto al ruso. El viaje de Gromiko es as¨ª una buena noticia que merece una continuaci¨®n.
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