El marqu¨¦s de Villaverde y los tontos olvidadizos
El yerno del general Franco, que asume ?la enorme y honrosa responsabilidad de ser el jefe de esa familia Franco?, ha pronunciado en el aula de Fuerza Nueva -a tal se?or, tal honor- un mitin malamente disfrazado de conferencia. El propio orador, que afirma haber ?adquirido una responsabilidad ante la historia y el pueblo espa?ol?, ha dado una enorme trascendencia a su comparecencia p¨²blica, en tanto por ruptura de ?un silencio mantenido tras cuatro interminables a?os de calvario ?, durante los cuales la familia del anterior Jefe del Estado ha sido ?objeto de persecuci¨®n, de discriminaci¨®n y de injusticia?.El se?or Mart¨ªnez Bordi¨² expres¨® respetables sentimientos de amor y agradecimiento hacia su suegro y se?al¨® que su destino le hab¨ªa hecho ?el inmenso regalo? de unirle con lazos familiares a Francisco Franco, cosas ambas de las que no dudamos. Las evidentes exageraciones e inexactitudes de algunos de los elogios de su oraci¨®n f¨²nebre, tales como considerar a Franco ?la m¨¢s grande figura de la historia de Espa?a?, atribuirle un conocimiento del pueblo espa?ol ?como ning¨²n otro hombre de Estado? o considerarle ?una figura salida del pueblo y que viv¨ªa para el pueblo de las clases trabajadoras? quedan disculpadas por las comprensibles interferencias de las emociones en su razonamiento. Por lo dem¨¢s, es de sobra conocida la devoci¨®n filial del marqu¨¦s de Villaverde por su suegro, que le llev¨® hasta el singular extremo de autorizar que su primer hijo bar¨®n antepusiera el apellido ?Franco? al de ?Mart¨ªnez Bor-di¨²? en su filiaci¨®n civil.
Pero el duque consorte de Franco no se limit¨® a hacer la ?evocaci¨®n humana de la figura del general¨ªsimo Franco?, tal y como se hab¨ªa anunciado. Tambi¨¦n hizo un apocal¨ªptico an¨¢lisis de la situaci¨®n espa?ola y un en¨¦rgico llamamiento a que en las filas de las Fuerzas Armadas prevalezca ?el honor? sobre ?la d¨ªsciplina?; esto es, sobre el acatamiento del ordenamiento constitucional vigente. El se?or Mart¨ªnez Bordi¨² no tiene pelos en la lengua. Despu¨¦s de citar p¨¢rrafos de la proclama con la que el general Franco llam¨® a la rebeli¨®n militar contra la Rep¨²blica, aclar¨®, por si alguien no hab¨ªa entendido la indirecta: ?Este manifiesto, como os digo, fue escrito el 18 de julio de 1936. El desastre de Espa?a lo hace tan actual que bien pudo ser escrito esta noche. ?
No vale la pena detenerse en sus diagn¨®sticos sobre la historia, la econom¨ªa, la pol¨ªtica, las instituciones y las costumbres espa?olas. Lo realmente significativo de esta oraci¨®n f¨²nebre transformada en una arenga fueron las reticencias e injurias contra don Juan Carlos de Borb¨®n.
Con su habitual torpeza, el portavoz del Gobierno, que siempre entra al trapo, dej¨® entender, en la rueda de prensa que sigui¨® al ¨²ltimo Consejo de Ministros, la posibilidad de una querella criminal contra este Caballero del Santo Sepulcro por sus palabras referidas al Rey. Evidentemente, tal decisi¨®n ser¨ªa un disparate, al menos desde una perspectiva pol¨ªtica. Las injurias del marqu¨¦s de Villaverde honran al injuriado. Pues si alguien pod¨ªa preguntarse todav¨ªa por la honorabilidad personal y pol¨ªtica de don Juan Carlos, el hecho de que el se?or Mart¨ªnez Bordi¨² se dedique a denigrarle le convencer¨¢ de lo infundado de sus dudas.
Nos parece muy bien que el marqu¨¦s de Villaverde haya roto su silencio y nos alegramos incluso de la forma en que lo ha hecho. Tiene todo el derecho para expresarse a su antojo. Pero, a diferencia de lo que suced¨ªa cuando su suegro viv¨ªa, tambi¨¦n los dem¨¢s tenemos la posibilidad de decir lo que pensamos. El agradecimiento del se?or Mart¨ªnez Bordi¨² por el ?inmenso regalo? que para ¨¦l supuso sus lazos familiares con Franco es cosa suya. Por lo dem¨¢s, la figura de este play-boy, que dice amar a Africa y que no conoce de ese continente m¨¢s que los safaris y los negocios, es como un mal sue?o donde se da cita toda la groser¨ªa del se?orito espa?ol. Sus oscuros rencores contra don Juan Carlos tienen seguramente muchos or¨ªgenes; entre otros, sus rid¨ªculas conspiraciones para lograr que Alfonso de Borb¨®n Dampierre, en un tiempo esposo de la hija primog¨¦nita del marqu¨¦s de Villaverde, ocupara el trono espa?ol y le deparara la posibilidad de convertirse en suegro del rey.
En su conferencia, el marqu¨¦s de Villaverde, vuelto al tendido, dijo: ?Ellos hubiesen querido que la familia Franco desapareciese de Espa?a. Y, en verdad, que hubiese desaparecido si tuviese algo deshonroso que ocultar. Pero aqu¨ª estamos. Para quien quiera algo de nosotros. Dando la cara.? Aceptemos, pues, su invitaci¨®n. En la sociedad espa?ola hay una l¨®gica curiosidad por conocer el actual patrimonio de los herederos directos del general Franco, que lleg¨® a la jefatura del Estado con los escasos ahorros de un militar honrado. El anterior Jefe del Estado, con independencia deljuicio hist¨®rico que pueda merecer su dictadura, se limit¨®, justo es decirlo, a disfrutar del ejercicio ?limitado de su propio poder. Ahora bien, tenemos derecho a saber si sus familiares y allegados utilizaron su privilegiada posici¨®n para realizar, en su propio provecho, una redistribuci¨®n del ingreso de los dem¨¢s espa?oles. No hablamos, in¨²til es decirlo, de una investigaci¨®n judicial, sino de una encuesta pol¨ªtica. Para hacer una gigantesca fortuna, quienes rodean a un dictador omnipotente, ni siquiera necesitan infringir el C¨®digo Penal. Les basta, simplemente, con conculcar las normas invisibles que proh¨ªben los abusos, las indelicadezas y la codicia.
Dado que el marqu¨¦s de Villaverde se ofrece a ?dar la cara?, le sugerimos que solicite la formaci¨®n por las Cortes Generales de una comisi¨®n de encuesta que investigue todos y cada uno de los pasos de su propia carrera profesional, que examine los or¨ªgenes, el desarrollo y la actual situaci¨®n del patrimonio de la Casa de los Franco, tanto en Espa?a como en el extranjero, a nombre propio o de personas y sociedades interpuestas. Tal vez as¨ª, esos militares, a los que el marqu¨¦s de Villaverde invita al golpismo, puedan enterarse de los dividendos que puede proporcionar la h¨¢bil administraci¨®n de un afortunado matrimonio.
?Si alguien cree?, dijo Franco, seg¨²n cita de su yerno, ?que el espa?ol es un tonto olvidadizo, est¨¢ completamente equivocado.? Es la ¨²nica frasede la conferencia pronunciada por el marqu¨¦s de Villaverde con la que estamos total y absolutamente de acuerdo.
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