Una decisi¨®n pol¨ªtica grave
Miembro del Comit¨¦ Ejecutivo del PCE
Se ve¨ªa venir. Se ve¨ªa venir ese recorte discriminatorio del Estatuto gallego, comparado con los aprobados para Euskadi y Catalu?a. Y se ve¨ªa venir, sobre todo, desde el momento en que UCD vir¨® m¨¢s a la derecha a partir de las elecciones de marzo y la investidura, y desde que el resultado de las municipales de abril le ha producido un cierto sobresalto, incluso en el caso de Galicia.
El prop¨®sito de ese recorte, que existe ya desde hace meses, confirma una experiencia hist¨®rica: la de que la derecha y en general la oligarqu¨ªa es al¨¦rgica a las autonom¨ªas. Muy especialmente cuando se trata de Galicia. Ello a pesar de que, como en este caso, domine las propias instituciones autonomistas.
A UCD le faltaba la f¨®rmula que revestir¨ªa el recorte, y las condiciones para que la tendencia de orientaci¨®n galleguista de su partido no se revelara. Al fin la ha encontrado. La responsabilidad de UCD es absoluta, mas en ella tambi¨¦n tiene parte Coalici¨®n Democr¨¢tica, dirigida por el se?or Fraga, que facilit¨® la tarea ucedista. La ausencia de los grupos vasco y catal¨¢n contribuy¨® a que prevaleciera la discriminaci¨®n de Galicia. En la lentitud del proceso estatutario gallego y en el mantenimiento del 3 % referido al censo existen otras responsabilidades.
El 20 de diciembre de 1978, en un art¨ªculo en Faro de Vigo, recordando la experiencia hist¨®rica de los a?os treinta, llam¨¢bamos la atenci¨®n sobre la eventualidad que hoy se confronta. Al analizar el significado de la Constituci¨®n aprobada subray¨¢bamos el peligro que pod¨ªa significar un retraso en la presentaci¨®n del Estatuto Gallego. Porque unas elecciones generales o un eventual viraje hacia un Gobierno de centro-derecha podr¨ªa dejar, una vez m¨¢s, descolgada la autonom¨ªa de Galicia respecto a las otras dos nacionalidades hist¨®ricas: Catalu?a y Euskadi. ?Atenci¨®n al tiempo f¨ªsico y pol¨ªtico; atenci¨®n al ritmo?, conclu¨ªamos.
Los hechos vienen a incidir en ese sentido. Porque si la descolgadura no es como en 1933, los prop¨®sitos revisten quiz¨¢ m¨¢s gravedad. La decisi¨®n tomada por UCD de incluir en el Estatuto una disposici¨®n transitoria que priva a los ¨®rganos auton¨®micos gallegos de competencias que resultan ser fundamentales, lleva a que la autonom¨ªa pierda su rasgo esencial: la capacidad de decisi¨®n y de negociaci¨®n, dentro del marco establecido por la Constituci¨®n del Estado. Pero, en mi opini¨®n, m¨¢s importante a¨²n que el contenido jur¨ªdico-pol¨ªtico es el sentido discriminatorio respecto a Galicia con relaci¨®n a las otras dos nacionalidades hist¨®ricas que comporta esa transitoria. Esta inflige una humillaci¨®n a un pueblo que, iron¨ªas de la vida, vot¨® mayoritariamente por UCD. Se comprueba que en pol¨ªtica, en la pol¨ªtica en que la hegemon¨ªa la tienen los grupos olig¨¢rquicos, no deciden las consideraciones morales o sentimentales, sino la presencia pol¨ªtica. Y en este caso la izquierda se encuentra en minor¨ªa. Si ocurriese al rev¨¦s, el pueblo gallego no ser¨ªa humillado.
He le¨ªdo en Informaciones lo que dice Ram¨®n Pi?eiro, un galleguista de siempre, y, por tanto, compa?ero de lucha por la democracia y la autonom¨ªa. ?UCD ha actuado?, dice, ?con soberbia y ha abusado de su propio poder.? Predice que eso le traer¨¢ consecuencias.
Lo primero es una gran verdad. Lo segundo depende de la capacidad de todas las fuerzas autonomistas gallegas para hacer comprender al pueblo lo que significa, como discriminaci¨®n, el recorte impuesto al Estatuto y otras limitaciones, y lo que significan y a qui¨¦n representan las fuerzas extragallegas y gallegas que dentro de UCD ha impuesto esa pol¨ªtica.
En este mismo diario indic¨¢bamos, en julio ¨²ltimo, que esas fuerzas eran el obst¨¢culo principal a las aspiraciones autonomistas gallegas. Porque no est¨¢n interesadas en la autonom¨ªa ni en la democratizaci¨®n del Estado. Por el contrario, consideran m¨¢s rentable, pol¨ªtica y econ¨®micamente, la perduraci¨®n del entramado caciquil que la eventual implantaci¨®n, a los distintos niveles, de instituciones democr¨¢ticas.
Claro que si no la corrige, la grave humillaci¨®n que UCD le inflige al pueblo gallego puede costarle cara. Creo que en ese sentido UCD se ha equivocado. Ha confundido lo que viene sucediendo en Galicia, revelador de una conciencia pol¨ªtica, insuficientemente desarrollada, debido a factores hist¨®ricos sociales en los que el subdesarrollo y el minifundismo son determinantes, con la ausencia de sentimiento nacional gallego. Pero en esto que nadie se llame a enga?o: el sentimiento nacional gallego es muy profundo, aunque en parte se halle reprimido y soterrado. Ojal¨¢ que en este caso ese sentimiento llegue a desarrollarse y a sensibilizarse y que se cree la conciencia pol¨ªtica que el pueblo gallego necesita para reclamar sus derechos.
La pol¨ªtica de UCD puede no s¨®lo da?arla a ella, sino afectar al inter¨¦s del Estado democr¨¢tico. Ya en otras ocasiones hemos llamado la atenci¨®n sobre el hecho de que si la incomprensi¨®n del Gobierno, la presi¨®n centralista, las maniobras de la derecha de UCD gallega llevasen a recortes del Estatuto, hasta el punto de que ¨¦ste no pudiese ser asumido por los autonomistas, el peligro de que las corrientes nacionalistas, maximalistas, hoy muy minoritarias, se desarrollasen, podr¨ªa ser un peligro real, deriv¨¢ndose nuevos obst¨¢culos en la v¨ªa de la consolidaci¨®n democr¨¢tica. ?Es acaso eso lo que se pretende?
A juzgar por ciertos indicios, pareciera ser que s¨ª. La frivolidad con que se ha venido llevando este tema de las preautonom¨ªas y autonom¨ªas, a nivel global, por el Gobierno es uno de estos indicios. Recuerdo la sensaci¨®n que me produjo el antiguo ministro de Territorios, se?or Clavero Ar¨¦valo, cuando se constituy¨® la Xunta Provisional de Galicia. El acto se celebraba en el palacio de Gelm¨ªrez, el famoso se?or feudal, arzobispo de Santiago en el siglo XII, cuando Galicia, con sus gentes y su territorio, con su lengua propia y parte de su historia, era ya una nacionalidad, mientras el Estado espa?ol, m¨¢s o menos centralizado bajo el cetro de los Reyes Cat¨®licos, tard¨® a¨²n tres siglos en constituirse. Pero ?sab¨ªa algo de eso realmente el se?or Clavero Ar¨¦valo? La impresi¨®n es que no.
Pero dejemos la historia. Mirando las cosas con frialdad, lo ocurrido tiene su l¨®gica. La decisi¨®n de UCD entra?a un criterio clasista y de omnipotencia pol¨ªtica. Se trata de una decisi¨®n orientada a dar un frenazo a las autonom¨ªas e inspirada en los intereses de las fuerzas olig¨¢rquicas. Tambi¨¦n en Galicia tienen ¨¦stas nombres y apellidos. En la decisi¨®n de UCD hay adem¨¢s un criterio monopartidista del poder. ?Tomar¨¢ nota de esto el pueblo gallego?
No se ha querido un Estatuto respaldado por todas las fuerzas constitucionales. Se ha preferido un Estatuto unipartidista. Los que nos hemos esforzado por que el Estatuto gallego fuese de todos y no de un determinado sector social o de una determinada corriente pol¨ªtica tenemos que denunciar lo ocurrido, haciendo de ello responsables a las fuerzas m¨¢s retardatarias de la sociedad espa?ola y gallega, tradicionalmente causantes de la opresi¨®n, la marginaci¨®n y la discriminaci¨®n de Galicia. UCD, en tanto que fuerza pol¨ªtica gobernante del Estado, resulta ser el escudero defensor de esa pol¨ªtica.
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