Nueve espa?oles residen a¨²n en Villa Cisneros
Con la misma voluntad que lleg¨® en misi¨®n de apostolado hace veinticuatro a?os al entonces Sahara espa?ol, el padre Camilo Gonz¨¢lez Ria?o, don Camilo de DajIa, se mantiene a¨²n al frente de la, que estaba destinada a ser una de las prefecturas apost¨®licas m¨¢s importantes de Espa?a en Africa.Don Camilo es uno de los raros vestigios de la presencia espa?ola en un territorio que Espa?a ocup¨® activamente durante cincuenta a?os, la mitad de los cuales los ha vivido don Camilo all¨ª. Estuvo seis a?os en Sidi lfni, diez en Cabo Blanco y lleva ocho en la ex Villa Cisneros.
Otros ocho espa?oles constituyen, con el padre, la reducida colonia espa?ola de la ciudad. Dos regentan el bar Los Pinchitos, reducido hoy a simple comedor, aunque es el m¨¢s exitoso de los tres o cuatro de Dajla. Su cocina espa?ola atrae a los numerosos militares originarios del norte de Marruecos. Otros dos espa?oles son alba?iles y uno trabaja de ?pr¨¢ctico? del puerto.
En realidad, y como en el pasado, los contactos comerciale de la ciudad son m¨¢s f¨¢ciles con Canarias que con el lejano norte de Marruecos. El agua que se bebe, a pesar de los proyectos existentes para autoabastecerse a partir de los pozos sigue tra¨ªda de Las Palmas; lo mismo que la carne, los huevo, los alimentos y lo esencial de los productos manufacturados. La guerra ha cortado los itinerarios comerciales habituales entre el puerto y el ?hinterland?, pero el Ej¨¦rcito marroqu¨ª, sobre todo, y una poblaci¨®n a simple vista escasa hacen vivir a los comercios que subsisten.
Si la Iglesia sigue a¨²n en manos de don Camilo se debe a ¨®rdenes expresas del rey Hassan lI. Pero los nuevos tiempos se hacen sentir. La parroquia no tiene feligreses; la pintura ocre de las paredes exteriores desaparece bajo la in fluencia de una brisa marina demasiado cercana, y un salitre que se ha comido el barniz de unas puertas que ya no se abren. Un veh¨ªculo blindado de comunicaciones vivaquea en el patio de la misi¨®n, cuyas cuarenta celdas tambi¨¦n han sido ocupadas por el personal especializado del coronel Dlimi.
?Por qu¨¦ permanece don Camilo en el Sahara? Porque Roma, dice, a¨²n no ha decidido cerrar esta prefectura apost¨®lica. La realidad parece m¨¢s bien residir en el apego a la tierra y los hombres. Para quien no es del lugar, el amor al desiert¨® resulta incomprensible. Y, sin embargo, las arenas ¨¢ridas han sido cantadas con tanta o m¨¢s frecuencia que los vergeles y harenes ¨¢rabes.
?Don Camilo?, dec¨ªa Semlali Mohamed Fadel, reci¨¦n nombrado ?bacha? de Dajla por Hassan II, ?es un saharaui m¨¢s. El ha conocido a nuestros padres y conoce a nuestras familias.? Esta amistad familiar es el secreto para ser admitido en las comunidades de estos hombres de tanta frugalidad en su vida como en sus costumbres. En un lugar donde la historia se transmite a¨²n por tradici¨®n oral, don Camilo resulta un elemento indispensable.
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