Jomeini: ¡°La religi¨®n isl¨¢mica puede ser misericordiosa en el momento justo¡±
Jomeini fue, desde 1953, la ¡°bestia negra¡± del sha Mohamed Reza Pahlevi. El pobre cl¨¦rigo que, en ese a?o, se neg¨® a saludar al emperador, es el hombre que, veintis¨¦is a?os despu¨¦s, derrib¨® su trono. Desde su modesta casa de Qom salen las decisiones de las que puede depender una guerra mundial o, al menos, una paralizaci¨®n del mundo industrial de Occidente. El pasado jueves, 29 de noviembre, el iman Jomeini recib¨ªa en la ciudad santa de Qorn al enviado especial de EL PAIS.
¡°Pienso que la postura de Estados Unidos obedece a otras razones diferentes a las humanitarias cuando se niega a conceder la extradici¨®n de ese criminal. Hasta ahora no hemos visto ning¨²n rasgo de humanitarismo ni en Carter ni en los suyos. Si actuasen por razones humanitarias, no pensar¨ªan en sacrificar a 35 millones de seres humanos a cambio de uno solo. Tampoco hubieran iniciado un boicot econ¨®mico con el que pensaban matar de hambre a estos 35 millones de personas que habitan Ir¨¢n, ni preparar¨ªan el comienzo de una guerra que puede da?ar a su propio pa¨ªs y causar un ba?o de sangre en otras partes del mundo.¡° El im¨¢n Jomeini ha ido recitando en farsi estas palabras, sin interrumpirse ni levantar los ojos del suelo. S¨®lo nos ha mirado durante medio segundo cuando entr¨® en la habitaci¨®n. Sin embargo, parece dotado de un tercer ojo que nos vigila en toda la entrevista. S¨®lo levantar¨¢ la vista en dos ocasiones: cuando interrumpimos la traducci¨®n de una de las preguntas para a?adir una observaci¨®n y, ya al final, cuando parece molestarse por el ruido del motor de la c¨¢mara fotogr¨¢fica. Han sido dos miradas breves, fulminantes y de significado bien claro,
La entrevista tiene lugar en una peque?a habitaci¨®n, modestamente enmoquetada de celeste y con dos mantas dobladas como ¨²nicos asientos. Hace tiempo que se empapelaron las paredes y en algunos lados se adivina la pintura verde que, tiempo atr¨¢s, cubri¨® los delgados tabiques de la habitaci¨®n.
Dos c¨¢maras y un equipo de video grabar¨¢n toda la entrevista, que fue transmitida la noche del jueves para todo el pa¨ªs. Detr¨¢s del im¨¢n hay dos cortinas de color naranja que tamizan la d¨¦bil luz gris¨¢cea que pasa a trav¨¦s de la ventana. A la derecha de Jorneini, una vitrina empotrada guarda los objetos m¨¢s diversos: un radiotel¨¦fono, un micr¨®fono a trav¨¦s del cual un joven dirige peque?os discursos al millar de Fieles que, desde el amanecer, esperan fuera de la casa con el deseo de ver al im¨¢n; un pulverizador, cartas, peri¨®dicos, un altavoz desconectado, un tel¨¦fono rolo y seis estuches vac¨ªos que, alguna vez, contuvieron alguna bisuter¨ªa. A la izquierda de Jomeini, una docena de curiosos y alg¨²n ni?o sirven de testigos a la entrevista.
¡°Las razones de Estados Unidos¡±, prosigue Jomeini, ¡°no son, pues, humanitarias. Son de otro tipo. La m¨¢s fuerte, probablemente, es que saben qu¨¦ cr¨ªmenes ha cometido este hombre corrupto (el sha). Ellos conocen que varios de los cr¨ªmenes que cometi¨® Mohamed Reza Pahlevi no son conocidos por nadie, excepto por los presidentes de Estados Unidos. Ni sus Gobiernos ni el nuestro los conocen. Carter est¨¢ aterrorizado, lleno de miedo, pensando que, si Mohamed Reza es juzgado y le interrogamos, podremos probar, adem¨¢s de sus cr¨ªmenes, los cr¨ªmenes de los que fueron, en su tiempo, presidentes de Estados Unidos, y especialmente de Carter.¡±
¡°As¨ª como hemos pedido, y seguimos pidiendo, someter a Mohamed Reza a las leyes divinas, tambi¨¦n podemos pedir el juicio de los presidentes que colaboraron en sus cr¨ªmenes, sea cual sea su situaci¨®n actual. Tanto si se trata de Carter, como de Nixon o Johnson... Carter teme que lo que salga a la luz en el juicio de Mohamed Reza le quite posibilidades de ser reelegido presidente.¡±
¡°A veces no pasa un solo d¨ªa¡±, contin¨²a Jomeini, ¡°sin que reciba una, dos o tres notas del Ministerio de Asuntos Exteriores, comunic¨¢ndome que diversos pa¨ªses ruegan la libertad de los rehenes y cosas de este tipo. Nuestra experiencia dice que la principal superpotencia, e incluso otros pa¨ªses con menos poder, no prestan ninguna atenci¨®n a los seres humanos, incluso a aquellos que viven en su propia naci¨®n.... tan s¨®lo miran sus propios intereses... Hay gente que por ser presidente durante unos pocos a?os son capaces de destruir a otros pueblos e, incluso, a una parte de su propio pueblo, sin importarles nada. ¡°
¡°Hace pocos d¨ªas escuch¨¦ que Carter hab¨ªa ido a la iglesia para rezar por la libertad de los rehenes. Creo que sus rezos son como los de Mohamed Reza, que iba a veces a rezar a Mashad (ciudad santa, venerada por los chi¨ªtas, en la que est¨¢ enterrado el octavo im¨¢n), A ellos les viene bien la frase de Obeyd Zakan, cuando dec¨ªa que se extra?aba de que un gato pudiera ser un ser piadoso. Ahora le toca a Carter decidir y ver qu¨¦ es lo correcto para ¨¦l. Puede hacer estallar la guerra y destruir su propio pa¨ªs. No es probable que la ganase.... tambi¨¦n puede actuar con cordura y conceder la extradici¨®n de ese asesino que durante cincuenta a?os ha cometido cr¨ªmenes, ha matado a nuestros j¨®venes, se ha apropiado o destruido nuestras fuentes de riqueza y ha hecho caer a nuestro pa¨ªs en el nihilismo.¡±
Poco despu¨¦s de que los estudiantes isl¨¢micos seguidores del im¨¢n se hicieran con la embajada, Jomeini dijo que guardar¨ªa silencio hasta el 5 de diciembre. Nunca ha sido f¨¢cil acceder a su casa de Qon y menos a¨²n estas ¨²ltimas dos semanas. De hecho, ¨¦sta era la segunda entrevista concedida a la prensa escrita en los ¨²ltimos tiempos. Jomeini desconf¨ªa de los periodistas.
?Qu¨¦ es lo que hay de dictatorial aqu¨ª"
¡°Siento que el Occidente¡±, se queja el im¨¢n, ¡°con todo el autobombo que se ha dado con su civilizaci¨®n y su humanitarismo, pueda decir en sus medios de comunicaci¨®n cosas sobre Ir¨¢n que nunca han ocurrido. ?Qu¨¦ clase de pa¨ªses son estos, que tienen una prensa como esa? Dicen que hay una dictadura en nuestro pa¨ªs, pero ?qu¨¦ es lo que ven de dictatorial aqu¨ª? Hace cinco meses que tenemos completa libertad, y esta gente nos traiciona y conspira contra nosotros. Despu¨¦s hemos sabido que hay periodistas que colaboraban con los esp¨ªas norteamericanos; estos mismos nos lo han dicho.¡±
En los ¨²ltimos meses han abundando las cr¨ªticas al nuevo r¨¦gimen iran¨ª, que ha sido calificado, entre otras cosas, de ca¨®tico. ?Qu¨¦ se puede responder a esto?
¡°El caos¡±, afirma Jomeini, ¡°es inevitable cuando un r¨¦gimen reemplaza a otro. Francia es tenido por uno de los pa¨ªses m¨¢s civilizados, y ?qu¨¦ ocurri¨® all¨ª despu¨¦s de su revoluci¨®n? ?Cu¨¢nta gente ha muerto aqu¨ª? Y bien, ?cu¨¢nta gente muri¨® en la revoluci¨®n rusa y en otras revoluciones? Nosotros decimos que nuestra revoluci¨®n fue ¨²nica en el mundo, porque era una revoluci¨®n isl¨¢mica, y, al ser isl¨¢mica, toda la gente de este pa¨ªs participaba en ella. No ha sido una revoluci¨®n en la que simplemente un r¨¦gimen ha reemplazado a otro; ni tampoco ha sido un golpe militar. Ha sido la revuelta de una naci¨®n que, al ser musulmana, defend¨ªa su propia moralidad. Nuestra revoluci¨®n se ha hecho en calma, porque segu¨ªamos las regla isl¨¢micas.¡±
"Aqu¨ª no ha habido caos"
¡°Los traidores¡±, prosigue el im¨¢n, ¡°no fueron fusilados inmediatamente. Se les deten¨ªa, se les trataba correctamente y, si parec¨ªan culpables, se les llevaba los tribunales. Seg¨²n los cr¨ªmenes cometidos, se les condenaba. Aqu¨ª ha habido menos caos que en otras revoluciones. Aqu¨ª, se puede decir, no ha habido caos. ¡°
Qom festeja la primera Ashura de la Rep¨²blica Isl¨¢mica. Desde las ocho de la ma?ana, las calles est¨¢n llenas de gente que marchan en procesi¨®n, al son de bombo y platillos, golpe¨¢ndose r¨ªtmicamente las espaldas con unas cadenas o haciendo sonar los pu?os sobre el pecho.
La gran mezquita, de c¨²pula dorada, est¨¢ completamente llena. Muchos han venido de muy lejos. Hay kurdos, turcos, baluchis, hombres con rasgos mongoles...; de cuando en cuando, un fugaz cortejo f¨²nebre entra en la mezquita. As¨ª, se dice, se facilita la entrada del muerto en el para¨ªso. El modesto ata¨²d, destapado, corre entre la multitud, mientras el cortejo se empe?a en llevar el mismo paso. No se ven caras tristes. La muerte tiene aqu¨ª un significado muy diferente.
En Qom hay tambi¨¦n mujeres que se guardan m¨¢s a¨²n de las miradas que el resto de las iran¨ªes: un tupido velo negro les tapa toda la cara. Entre las procesiones se ven j¨®venes cubiertos por un mandil blanco. As¨ª se ha vestido siempre a los muertos; es una forma de decir que est¨¢n completamente dispuestos a ofrecer su vida. La situaci¨®n se ha seguido en Ir¨¢n sin ning¨²n tipo de histerismos: a nadie parece extra?arle ya que la televisi¨®n dedique un programa de hora y media a mostrar la utilizaci¨®n del fusil ametrallador.
En los accesos a la modesta vivienda de Jomeini, estrechamente vigilada por los Pasdaran (guardias isl¨¢micos), no se escucha la charanga de las procesiones; s¨®lo los esl¨®ganes que r¨ªtmicamente van gritando los que pasar¨¢n todo el d¨ªa frente a la casa, con la vana esperanza de ver al im¨¢n: ¡°Hemos venido para verte, Jomeini¡±. Y, de cuando en cuando, nuevamente: ¡°Muera Carter.¡±
¡°El art¨ªculo 26 de nuestra Constituci¨®n¡±, contin¨²a Jomeini, ¡°dice que todos los partidos, comunidades, asambleas o minor¨ªas religiosas son libres, con la condici¨®n de que no conspiren contra el pa¨ªs, contra nuestra naci¨®n o contra la Rep¨²blica Isl¨¢mica, y no violen las leyes. Desde el principio de la revoluci¨®n la gente gritaba: "Ala akbar." ("Al¨¢ es grande"), y "Queremos una rep¨²blica isl¨¢mica". Esto era lo que quer¨ªa el pueblo. Desde el comienzo de la revoluci¨®n, varios grupos comenzaron a crear problemas. Unos dec¨ªan que quer¨ªan s¨®lo una rep¨²blica; otros, que quer¨ªan una rep¨²blica democr¨¢tica, y otros, una rep¨²blica isl¨¢mica democr¨¢tica. El 98,2% de nuestro pueblo vot¨® a favor de la Rep¨²blica Isl¨¢mica. Los grupos que se repart¨ªan el 2% restante comenzaron a crear problemas. ?Qu¨¦ quieren los que conspiran contra la Rep¨²blica Isl¨¢mica cuando dicen que no se les ha dado espacio para sus actividades? Si no violan la Constituci¨®n, tendr¨¢n libertad.¡±
Visto desde Ir¨¢n, la situaci¨®n de los rehenes no parece tener f¨¢cil soluci¨®n. ?Es posible a ¨²ltima hora una medida de clemencia?
¡°La religi¨®n isl¨¢mica puede ser misericordiosa en el momento justo¡±, comenta el im¨¢n. ¡°Si los rehenes son culpables y se prueban sus delitos, ser¨¢n condenados. En algunos casos, le corresponde a los l¨ªderes religiosos la posibilidad de perdonar. Si Am¨¦rica devuelve al criminal y todas sus propiedades, incluyendo las que est¨¢n guardadas en los bancos, entonces la autoridad ser¨¢ misericordiosa, y esta gente (los rehenes) tendr¨¢n la oportunidad de meditar su propia culpabilidad.¡±
"El Papa deber¨ªa comportarse como se comportar¨ªa Cristo"
¡°El Papa mand¨® aqu¨ª a un enviado, y su punto de vista era que pusi¨¦ramos en libertad a los rehenes que hab¨ªamos capturado en el "nido de esp¨ªas". Nosotros informamos al Papa de los cr¨ªmenes que se hab¨ªan cometido aqu¨ª, ya que pod¨ªa no estar informado. Le explicamos al Papa que, ya que se considera santo padre y vicario de Cristo, el mes¨ªas, en la Tierra, deber¨ªa de comportarse como se comportar¨ªa Cristo. Si Cristo estuviera aqu¨ª, ni el Papa ni las jerarqu¨ªas religiosas dejar¨ªan que Cristo se pusiera del lado de Carter, olvidando a las naciones oprimidas... Es cierto que Carter tiene poder, tanques y municiones; pero los pa¨ªses, tanto si son cristianos como jud¨ªos o zoroastrianos, tienen que estar de acuerdo con nosotros¡±, a?ade el im¨¢n.
¡°Nosotros¡±, concluye, ¡°queremos ser amigos de todos los Gobiernos. Pero si un Gobierno no quiere estar con nosotros e intenta interferir en nuestros asuntos, no podr¨¢ contar con nuestra ayuda. A nuestros amigos les daremos petr¨®leo, si lo necesitan, y si nos hace falta algo, ser¨¢ a ellos a quienes se lo pidamos.¡±
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.