El ambulatorio de Legan¨¦s lleva la psiquiatr¨ªa a la calle
Pero el ambulatorio es una especie de ap¨¦ndice avanzado del hospital Psiqui¨¢trico de Legan¨¦s. En los primeros a?os de esta d¨¦cada el equipo de m¨¦dicos del hospital comenz¨® a orientar el ejercicio de la psiquiatr¨ªa hacia unos rumbos nuevos. De forma paulatina y con subvenciones aportadas por el entonces Ministerio de la Gobernaci¨®n, responsable de la pol¨ªtica psiqui¨¢trica, se empezaron a aplicar nuevos m¨¦todos y a cambiar el sistema interno del centro. Del cl¨¢sico manicomio para tratar casos tan avanzados que en su mayor¨ªa resultaban irrecuperables se fue pasando a una instituci¨®n m¨¢s racional, atendiendo a las teor¨ªas y corrientes en boga en el mundo. De una medicina enclaustrada se fue pasando al contacto con la comunidad. As¨ª se lleg¨® a la apertura del despacho municipal en 1974. Pero la ?lucidez? ministerial se fue oscureciendo y la aportaci¨®n de subvenciones y contrataci¨®n de personal t¨¦cnico ces¨®.Sin embargo, el equipo de m¨¦dicos continu¨® su programa. Se abandona la simple recetaci¨®n de fuertes f¨¢rmacos para calmar los ataques de los enfermos y se comienza un sistema de participaci¨®n. En ¨¦l intervienen desde los servicios de limpieza (pueden ser ?notarios? de un modo de comportamiento en cuanto a fobias de higiene de los pacientes) a los enfermos, eslabones de una cadena compuesta tambi¨¦n por auxiliares ATS, terapeutas ocupacionales psic¨®logos, asistentes sociales y psiquiatras. Se organizan reuniones de equipos, se intercambian ideas, puntos de vista y se sigue una terapia de continuidad. Y se llega a la salida a la calle y el despacho municipal.
En la actualidad, y con el apoyo del Ayuntamiento, se realiza una de las primeras y m¨¢s importantes experiencias de medicina preventiva, asistencial e higiene mental. Desde la apertura del despacho en 1974 hasta ahora se han abierto m¨¢s de mil quinientas nuevas historias cl¨ªnicas. El primer n¨²cleo, en su avance tanto experimental como territorial, se ha tenido que subdividir en dos equipos. Uno lo dirige el doctor Rosell, y el otro, que abarca la zona de Zarzaquemada principalmente, el doctor Montoya.
La paciente por hora
Desde hace cinco a?os se han llevado a cabo unas 6.000 consultas de diverso tipo. Se han formado m¨¢s de diez grupos terap¨¦uticos y con una plantilla reducida (seis m¨¦dicos, dos psic¨®logos, dos asistentes sociales, dos ATS) se ha pasado de atender a unas cincuenta personas a la hora a dedicar como m¨ªnimo una hora por paciente. Y el esfuerzo de estos equipos, a pesar de la falta de fondos aportados por el Ministerio de Sanidad, que no tiene oficializada esta clase de medicina, llega a organizar coloquios, actos informativos en todos los cuerpos de la comunidad que pueden verse afectados, como son los educadores, las asociaciones de vecinos, los clubs de j¨®venes, las iglesias, etc¨¦tera. Se intenta cubrir todos los rincones humanos de la segunda poblaci¨®n madrile?a en n¨²mero de habitantes, ya que Legan¨¦s se acerca a los 200.000 al comenzar 1980. ?Entrando en la comunidad, es tamos reduciendo el costo de esta medicina para el futuro?, se?ala el doctor Rosell, mientras el doctor Blanco, otro m¨¦dico del equipo, aporta un dato que corrobora la afirmaci¨®n anterior. ?El 40% de nuestra poblaci¨®n?, dice, ?es menor de quince a?os. De ah¨ª la necesidad de entrar en la comunidad.?
Se?alan los m¨¦dicos que el salir de los enormes muros del manicomio significa un proceso que ya comienza a dar frutos importantes. En primer lugar, representa una continuidad, un seguimiento de los enfermos desde las primeras consultas, con un tratamiento posterior a lo largo de todo el proceso de enfermedad. Tambi¨¦n se consigue captar los desequilibrios que se van produciendo en la poblaci¨®n desde los primeros momentos. Esto se logra con la participaci¨®n de pivotes sociales ?incrustados? en guarder¨ªas, colegios, empresas, asociaciones vecinales, etc¨¦tera. Estos pivotes investigan en los distintos puntos sociales y preparan la futura acci¨®n del equipo m¨¦dico, a la vez que logran una sensibilizaci¨®n en los habitantes. Es, en definitiva, un sistema de higiene o prevenci¨®n m¨¦dica que evita la aparici¨®n de casos consumados, ya dif¨ªciles de tratar o en estado irreversible.
Pero los logros obtenidos hasta el momento pueden verse truncados por las dificultades econ¨®micas. Porque en Legan¨¦s est¨¢ terminada una unidad de urgencias, dotada de dieciocho camas, con unas instalaciones modernas, que se alejan de todo lo que recuerda un manicomio, de las instalaciones cl¨¢sicas de un hospital, que hacen encontrarse a los enfermos como en su propia, casa. Son habitaciones individuales, decoradas con colores acogedores, dotadas de todos los servicios necesarios. Sin embargo, esta unidad de urgencias, terminada el pasado verano, no puede entrar en funcionamiento por falta de personal de servicio. El Ministerio de Sanidad no aporta los fondos necesarios para la contrataci¨®n de tres ATS, ocho auxiliares de cl¨ªnica y personal de limpieza. El edificio ha sido recuperado gracias al Ayuntamiento, pero ¨¦ste no tiene competencias en pol¨ªtica sanitaria. Y los responsables ministeriales no parecen interesados en el tema. Esto puede significar el cierre de la unidad, con el corre spondiente perjuicio para el plan establecido, para la poblaci¨®n en general, para una pol¨ªtica sanitaria adecuada a la actualidad.
Mientras tanto, los enfermos que necesitan un tratamiento de urgencia son llevados al hospital Psiqui¨¢trico Alonso Vega, situado en la carretera de Colmenar Viejo, a muchos kil¨®metros de Legan¨¦s y teniendo que atravesar el caos circulatorio de Madrid. Y al ser llevados a este centro se rompe la continuidad en el tratamiento. El enfermo es puesto en manos de otros m¨¦dicos, que no conocen el proceso cl¨ªnico. Significa, en realidad, un retroceso en el sistema.
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