?Renace el movimiento estudiantil?
LAS MOVILIZACIONES de los alumnos de Ense?anza Media contra el Estatuto de Centros Docentes, en discusi¨®n en el Congreso, y contra un todav¨ªa inexistente proyecto de ley de reestructuraci¨®n de la ense?anza media, pueden converger con las protestas de los estudiantes de la ense?anza superior contra la ley de Autonom¨ªa Universitaria, remitida por el Gobierno a las Cortes hace pocas semanas y todav¨ªa pendiente del dictamen de la ponencia, a finales de 1979. Resucita as¨ª un movimiento social que, tras desempe?ar desde 1956 tan importante papel en la lucha por la democratizaci¨®n del pa¨ªs, hab¨ªa conocido en los ¨²ltimos a?os un espectacular reflujo.Esa desaparici¨®n de la conflictividad pol¨ªtica en los campus universitarios y en los institutos y colegios de Ense?anza Media desde 1976 no obedeci¨® a causas misteriosas. Ha sido la consecuencia natural del desplazamiento hacia los terrenos abiertos de la competici¨®n electoral y la militancia en los partidos y sindicatos de los alumnos y profesores, a los que el anterior r¨¦gimen hab¨ªa condenado a hacer pol¨ªtica ilegal en el c¨ªrculo m¨¢s protegido de la vida acad¨¦mica y escolar. Cuando los ciudadanos pueden designar a sus representantes pata hacer las leyes o administrar los ayuntamientos, cuando las libertades de asociaci¨®n y de expresi¨®n est¨¢n reconocidas por la Constituci¨®n, cuando se pueden celebrar m¨ªtines en salas de espect¨¢culos, plazas p¨²blicas o campos de f¨²tbol, carece de sentido sobrecargar de tensi¨®n pol¨ªtica la elecci¨®n de delegados de curso, aspirar a que un grup¨²sculo universitario se convierta en vanguardia de la vida p¨²blica, utilizar una revista escolar como sustitutivo de un peri¨®dico de partido o transformar las aulas y los paraninfos en teatro de actividades propias del Congreso de los Diputados.
El renacimiento del movimiento estudiantil, que ha tenido un airado y violento despertar en Santiago de Compostela hace pocas semanas, persigue, por ahora, objetivos estrictamente corporativos. No hay que olvidar, sin embargo, que tambi¨¦n fue ese el origen de las primeras movilizaciones universitarias bajo el franquismo. Ahora bien, la diferencia sustancial entre el ayer y el hoy es que las estructuras autoritarias del anterior r¨¦gimen necesariamente conduc¨ªan a cualquier movimiento reivindicativo de car¨¢cter profesional a rebasar por su propia din¨¢mica los objetivos gremiales y a transformarse en una impugnaci¨®n global del sistema. En cambio, un Estado constitucional, que descansa en la legitimaci¨®n democr¨¢tica y en el reconocimiento del pluralismo ideol¨®gico y de intereses de la sociedad, no tiene por qu¨¦ condenar a los movimientos contestatarios a una aceleraci¨®n de radicalismo que les empuje a un choque frontal contra las instituciones. El di¨¢logo, la negociaci¨®n, la investigaci¨®n de las causas y la b¨²squeda de los remedios deben prevalecer sobre la arrogancia del principio de autoridad y sobre los procedimientos represivos.
La presencia en los medios universitarios y en algunos colegios e institutos de algunos matones de la organizaci¨®n juvenil de Fuerza Nueva y de otras bandas neofascistas es la mejor demostraci¨®n de que, en un r¨¦gimen democr¨¢tico, la poblaci¨®n estudiantil puede continuar siendo un campo abonado para el reclutamiento de militantes y su iniciaci¨®n pol¨ªtica. De otro lado, el abandono de los partidos de la izquierda parlamentaria de ese ¨¢mbito universitario y escolar como terreno espec¨ªfico de la pr¨¢ctica pol¨ªtica est¨¢ siendo probablemente aprovechado por la izquierda extraparlamentaria e incluso por grupos no legalizados para potenciar su propio desarrollo. En ese sentido no cabe descartar que algunas de las claves de las recientes movilizaciones en la Ense?anza Media no hayan de ser buscadas en la espontaneidad y que algunos grupos situados a la izquierda del PCE lleven parte del peso de esas luchas. La confusa gestaci¨®n asamblearia de los movimientos de estudiantes de las ense?anzas secundarias har¨ªa imprudente la exclusi¨®n de esa hip¨®tesis tan leg¨ªtima como cualquier otra, siempre que no oculte su estrategia. Pero tambi¨¦n es probable que haya que incluir la agitaci¨®n estudiantil en la ola de protestas que en el terreno laboral, y tambi¨¦n en el campo, podemos contemplar.
Por lo dem¨¢s, la impugnaci¨®n de la ley de Autonom¨ªa Universitaria, cuando el proyecto gubernamental ni siquiera ha entrado en comisi¨®n, reviste a veces un tono innecesariamente demag¨®gico. Muchas cosas hay en el proyecto enviado por el Gobierno a las Cortes que merecen serios reparos. Sin embargo, resulta parad¨®jico que el mismo tinte corporativo, gremialista y ego¨ªsta que anima a disposiciones como la c¨¢tedra vitalicia o las dificultades para la contrataci¨®n de profesores fuera de los escalafones ministeriales coloree igualmente algunas de las reivindicaciones de la poblaci¨®n escolar universitaria.
En cualquier caso, la posibilidad de que el nuevo movimiento estudiantil rebase los l¨ªmites de la protesta acad¨¦mica y se convierta en fulminante de movilizaciones pol¨ªticas de signo m¨¢s amplio y de orientaci¨®n extra o antiparlamentaria est¨¢ exclusivamente en manos del Gobierno. Si las Fuerzas de Orden P¨²blico siguen golpeando a muchachos y muchachas como anteayer en Madrid, y si los estrategas de la pol¨ªtica estatal se empe?an en asfixiar los s¨ªntomas y fortalecer las causas de esas reivindicaciones, entraremos en 1980 con un panorama efervescente -y no sin razones- en los ambientes universitarios y estudiantiles. La experiencia de mayo del 68 no es irrepetible. Pero tampoco es irrepetible, y deben ser conscientes de ello los contestatarios, el fen¨®meno de represi¨®n y autoritarismo que la sociedad pol¨ªtica occidental sufri¨® como reacci¨®n ante la justificada protesta de las nuevas generaciones.
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