Jes¨²s Mar¨ªa de Leizaola vuelve a Euskadi tras 43 a?os de exilio
?Es un milagro pol¨ªtico que hayamos podido llegar al d¨ªa de hoy, que hayamos podido resistir 43 a?os de exilio gracias al apoyo del pueblo vasco. Salimos al exilio para seguir manteniendo la causa vasca y volvemos cuando el proceso auton¨®mico vuelve a estar otra vez en marcha.? A primera hora de esta tarde llegar¨¢ al aeropuerto de Sondica-Bilbao el lendakari Jes¨²s Mar¨ªa de Leizaola. Se cierra con su regreso a Euskadi un per¨ªodo, de 43 a?os de exilio del ¨²nico resto legal de una instituci¨®n republicana elegida democr¨¢ticamente en octubre de 1936. Estas fueron sus ¨²ltimas veinticuatro horas de exilio.
A menos de un d¨ªa del esperado regreso a Euskadi, el presidente del Gobierno vasco en el exilio, Jes¨²s Mar¨ªa de Leizaola, parece aparentemente tranquilo (??C¨®mo no voy a estarlo, despu¨¦s de todo lo que he pasado??). Sin embargo, hay un brillo especial en sus ojos y un no -s¨¦-qu¨¦-hacer-con -las -manos que le delatan. La larga espera de 43 a?os le confiere un halo especial de placidez. Su rostro, afilado y anguloso, de mirada casi beat¨ªfica, apenas se descompone con alguna sonrisa nerviosa cuando se le pregunta por la vuelta a su tierra. Recostado pacientemente en el viejo sill¨®n de su despacho, el se?or Leizaola asiste, ?como si aquello no fuera con ¨¦l?, a todo un montaje propagand¨ªstico-pol¨ªtico-sentimental que se ha creado para su regreso a Euskadi.Por eso, el d¨ªa de ayer, 14 de diciembre, fue, un d¨ªa normal, una jornada m¨¢s en la existencia rutinaria de un hombre de 83 a?os, de vida met¨®dica, que lleg¨® una vez a Par¨ªs, hace 42 a?os, para vivir un exilio que ha durado hasta hoy. Como cada ma?ana, se levant¨® muy temprano, desayun¨® frugalmente y a las ocho sali¨® del n¨²mero 25 del bulevar Arag¨®, domicilio de una de sus cinco hijas, donde vive desde que enviud¨®, en 1968. Se dirige a pie hasta un quiosco, donde, ya sin preguntarle, le ofrecen Le Figaro. Tomar¨¢ luego el Metro para recorrer los 45 minutos que le separan de la sede del Gobierno vasco, en el 48 de la Rue Singer.
Antes har¨¢ una paradita en un bar, donde, como cada d¨ªa, leer¨¢ el peri¨®dico entre sorbo y sorbo de un caf¨¦ solo. S¨®lo en v¨ªsperas de su partida el camarero que le atiende desde que entr¨® en el local conocer¨¢, por boca de los periodistas que le acompa?amos, su personalidad.
A la entrada de la sede del Gobierno vasco, en el hall presidido por el busto en bronce del primer presidente del Gobierno vasco, Jos¨¦ Antonio Aguirre -muerto en 1960-, se amontonan, dispuestos para ser enviados a Euskadi, centenares de cajas y maletones llenos de documentos, propaganda, libros y peri¨®dicos. Es todo el material almacenado en 43 a?os de existencia en el exilio franc¨¦s del Gobierno vasco aut¨®nomo. El lendakari lo muestra con orgullo.
El "lendakari" rinde cuentas
Ya en su despacho, donde parece que nadie hubiera tocado nada en cuarenta a?os (hay fotos en las paredes de Aguirre, Companys y Maci¨¢), el se?or Leizaola se encierra para redactar los ¨²ltimos folios -ser¨¢n unos cincuenta en total de un largo informe de ?rendici¨®n de cuentas? de ese largo per¨ªodo de exilio. ?Esta es?, dice, ?mi principal preocupaci¨®n hoy. Quiero hacer un informe constructivo y v¨¢lido para el pueblo vasco y su historia. Un trabajo que aporte algo a la situaci¨®n de mi pa¨ªs ... ?A lo largo de la ma?ana, Jes¨²s Mar¨ªa de Leizaola se aplica, emborronando folios con letra menuda, para concluir este importante asunto, quiz¨¢ el ¨²nico de envergadura que trata desde hace muchos a?os. Cierra al mismo tiempo el balance econ¨®mico de todos estos a?os de exilio del Gobierno vasco (?Vamos a tener super¨¢vit?). Ayer no hab¨ªa correspondencia sobre su mesa cuando, como presidente de la instituci¨®n aut¨®noma hist¨®rica, firm¨® el ¨²ltimo documento (?Certifico, a petici¨®n del interesado, que Isidro Bilbao perteneci¨® al cuerpo de orden p¨²blico dependiente de la Consejer¨ªa de Gobernaci¨®n desde octubre de 1936 a junio de 1937. Para que conste ... ?).
Una tercera preocupaci¨®n ten¨ªa tambi¨¦n el lendakari en v¨ªsperas de su partida hacia Euskadi: los periodistas, que, en n¨²mero elevado, turbaban su paz con un incesante traj¨ªn. El se?or Leizaola habl¨® con todos, se dej¨® fotografiar de mil formas, pacientemente, respondi¨® a todo tipo de preguntas y, sobre todo, desgran¨® -como a ¨¦l le gusta hacer- mil recuerdos de los a?os del exilio. Demasiados recuerdos y horas de historia amontonados en aquel despacho no parecen retenerle especialmente. ?No sentir¨¦ nostalgia?, afirma. ?Siempre he vivido pensando que llegar¨¢ el d¨ªa de ma?ana y que el pueblo vasco ejercitar¨¢ pac¨ªfica y democr¨¢ticamente sus derechos. Esta etapa m¨ªa de 42 a?os ha sido s¨®lo un par¨¦ntesis, un largo y laborioso par¨¦ntesis.?
A la hora de rememorar los momentos m¨¢s felices en aquellas paredes del exilio, Jes¨²s Mar¨ªa de Leizaola cita el final de la segunda guerra mundial y la rendici¨®n de Hitler: ?Momentos que fueron de especial alegr¨ªa aqu¨ª, en Par¨ªs. He vivido tambi¨¦n aqu¨ª?, a?ade, ?momentos de pena y de alegr¨ªa con respecto al Pa¨ªs Vasco. De pena, cuando el pueblo vasco ha sido reprimido o se ha condenado a muerte; de alegr¨ªa, cuando se han producido liberaciones de presos y cuando se aprob¨® el Estatuto de Autonom¨ªa.?
Una buena comida de despedida
El lendakari cita tambi¨¦n como un recuerdo feliz de ¨²ltima hora la liberaci¨®n de Javier Rup¨¦rez. Tanto su partido como ¨¦l estaban seriamente preocupados por la posibilidad de que el regreso se produjera sin haberse solucionado el secuestro del diputado de UCD.A las doce y cuarto del mediod¨ªa, puntualmente, el se?or Leizaola abandon¨® la sede para comer con un grupo de amigos. Pese a su edad, la salud le permite a¨²n meterse entre pecho y espalda una raci¨®n de at¨²n, un entrecot con patatas y un helado. Para beber, vino. Tras el caf¨¦, una copita de Arma?ac, una de las pocas debilidades que se le conocen.
De vuelta a su despacho cumplir¨¢ la mayor parte de la tarde en redactar el discurso que debe pronunciar en la Casa de Juntas de Guernica, en la ceremonia de traspaso de la legalidad, que representa a Carlos Garaikoetxea, presidente del Consejo General Vasco. En el mismo se refiere a los 43 a?os de gesti¨®n del Gobierno vasco (?que naci¨® para lograr la paz en Euskadi?). Hablar¨¢ el se?or Leizaola de los tradicionales fueros de los vascos y su entronque con el Estatuto de Autonom¨ªa. Finalmente llamar¨¢ a todos los vascos a la concordia y a la paz en torno al Estatuto. ?Lo primero que quiero decir cuando llegue a Euskadi?, manifest¨®, ?es que los violentos vayan renunciando a sus m¨¦todos de violencia y que los pac¨ªficos sostengan a las autoridades que han elegido para trabajar todos en este per¨ªodo aut¨®nomo que se abre ahora.? Jes¨²s Mar¨ªa de Leizaola quiere regresar a Euskadi como hombre de paz, para pedir la reconciliaci¨®n entre los vascos.
A media tarde de ayer a¨²n tendr¨ªa el viejo lendakari tiempo para hacer alguna confidencia divertida a los periodistas, como la narraci¨®n de la operaci¨®n que le mont¨® su partido para que asistiera en 1974 al Aberri-Eguna que se celebraba en Guernica. ?Era s¨¢bado?, recuerda. ?Sal¨ª de San Juan de Luz por la ma?ana. Me acompa?aban tres amigos que hab¨ªan pertenecido a la brigada vasca. Pas¨¦ la frontera con una carta de identidad francesa falsificada a nombre de un se?or de Hendaya que hab¨ªa muerto d¨ªas antes. Llegu¨¦, sin problemas en la frontera a Bilbao. Por la tarde me reun¨ª, tras una visita a la bas¨ªlica de Bego?a, con los m¨¢ximos organismos provinciales y nacionales de mi partido. Tras dormir en Bilbao, a la ma?ana siguiente asist¨ª al Aberri-Eguna en Guernica. Para la una de la tarde estaba ya en San Juan de Luz. ?Es?, dice ri¨¦ndose, ?la ¨²nica vez que en estos 42 a?os he estado en Euskadi. Fue el mejor viaje organizado de mi vida. ?
Primeras Navidades en casa desde la guerra
Jes¨²s Mar¨ªa de Leizaola y el personal del Gobierno vasco ofrec¨ªan a los muchos periodistas venidos del Estado espa?ol y a los medios de informaci¨®n franceses un sencillo acto de despedida. Luego, puntual como siempre, a las siete de la tarde se retir¨® a su casa para cenar pronto, descansar y poder saborear a solas las im¨¢genes que hoy vivir¨¢ en Euskadi, im¨¢genes que revolotean en su cabeza -pese a que disimula perfectamente- en los ¨²ltimos d¨ªas. Un momento antes, I?aki Mart¨ªnez, dirigente de Euskadiko Ezkerra, le transmiti¨® el saludo de su partido y le pidi¨® ?que no vuelva s¨®lo?, que con su regreso interceda para que los presos vascos comiencen a abandonar las c¨¢rceles.Cuando Jes¨²s Mar¨ªa de Leizaola llegue hoy a Euskadi se cerrar¨¢ una etapa hist¨®rica de su vida, dedicada a la causa vasca, e iniciar¨¢ una nueva en la que, ?aunque algo tarde, podr¨¦ dedicarme a lo que me gusta: leer, investigar y escribir. Seguir¨¦ la pol¨ªtica de cerca, pero no me quedar¨¢n ganas de participar?. Nadie duda que el PNV utilizar¨¢ su presencia en Euskadi para las elecciones al Parlamento vasco. Pero, para entonces, ¨¦l ser¨¢ ¨²nicamente un militante, aunque cualificado. ?No s¨¦ d¨®nde tengo el carn¨¦ de militante del partido; debe de estar en alguno de los cajones que env¨ªo a Euskadi. Creo recordar que pertenezco al PNV desde 1918. ? Insiste en que no quiere cargos honor¨ªficos y que ?ahora deben ser los j¨®venes los que arreen. ?
Se r¨ªe el lendakari cuando se le pregunta si es verdad, como se dijo ya hace tiempo, qu¨¦ pensaba retirarse a un convento. ?Mire usted: mi intenci¨®n es vivir ahora en San Sebasti¨¢n, con una de mis hijas. All¨ª pasar¨¦ mis primeras Navidades en Euskadi desde 1936, y all¨ª terminar¨¦ mi informe sobre la rendici¨®n de cuentas. ?
Se espera que el avi¨®n qu¨¦ lleva a Jes¨²s Mar¨ªa de Leizaola de regreso a Euskadi llegue al aeropuerto de Bilbao-Sondica a las 3.30 de la tarde. All¨ª ser¨¢ recibido por Carlos Garaikoetxea y los presidentes de las diputaciones de Alava, Vizcaya y Guip¨²zcoa. Tras un descanso de un par de horas, el lendakari se presentar¨¢ en el estadio de f¨²tbol de San Mam¨¦s, donde el pueblo vasco le tributar¨¢ un homenaje, que se prev¨¦ masivo. Por la noche, el se?or Leizaola asistir¨¢ a una cena que en su honor se celebrar¨¢ en el hotel Carlton, ¨²ltima sede del Gobierno vasco hasta la entrada de las tropas franquistas en Bilbao.
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