Los sucesos del jueves
ANTEANOCHE EN Madrid, una gran manifestaci¨®n, convocada por CCOO, USO, CSUT y SU para protestar contra el proyecto del Estatuto de los Trabajadores, fue violentamente rota, cuando estaba llegando al final del recorrido sin la m¨¢s m¨ªnima alteraci¨®n de orden p¨²blico, por grupos extremistas. Como consecuencia de esta intervenci¨®n, que buscaba obviamente el choque con las Fuerzas de Orden P¨²blico y origin¨® tambi¨¦n ataques contra miembros del servicio de orden de CCOO, hay que lamentar la muerte de dos j¨®venes. Se dan, pues, triste cita en este comentario hechos muy diversos que ni deben ni pueden amalgamarse en el an¨¢lisis. La ruptura de la manifestaci¨®n, con desprecio hacia los miles y miles de trabajadores que la formaban, constituye una muestra m¨¢s de la puesta en pr¨¢ctica de los principios de la ultraizquierda, siempre dispuesta a ocupar con su m¨ªnimo volumen todo el ampl¨ªsimo espacio de la clase obrera. ?Qu¨¦ razones, qu¨¦ argumentos y qu¨¦ l¨®gica pueden justificar que, precisamente en el seno. de una concentraci¨®n de m¨¢s de 100.000 trabajadores, unos centenares de personas contrar¨ªen la expresa y clara voluntad pac¨ªfica de los manifestantes y traten de imponer un giro cualitativamente distinto a su orientaci¨®n? La enorme dificultad de responder a esa pregunta explica la irrefrenable tendencia a interpretar provocaciones objetivas como la de anteayer en t¨¦rminos de una provocaci¨®n calculada y maquiav¨¦licamente concebida, con agentes a sueldo incluidos. La descarada manipulaci¨®n informativa del Gobierno y de Televisi¨®n Espa?ola acerca del dinero que llevaba encima uno de los muchachos muertos, empleado de una agencia de viajes que se pagaba su carrera trabajando, y del supuesto lugar de cita de los revoltosos s¨®lo puede entenderse por una incurable ineptitud para analizar cuestiones complejas.Que la ruptura de la manifestaci¨®n fue una provocaci¨®n nos parece indudable. Pero no hace falta recurrir al lamentable clich¨¦ de los agitadores pagados para explicar algo que, desgraciadamente, es f¨¢cil de interpretar mediante el fanatismo y el doctrinarismo de la ultraizquierda, sectores, por lo dem¨¢s, propicios a manipulaciones e infiltraciones del m¨¢s variado signo. De otro lado, ser¨ªa inadmisible que la necesaria condena de los provocadores evite otras consideraciones en torno a los problemas que la muerte de Emilio Mart¨ªnez y de Jos¨¦ Luis Monta?¨¦s plantea o sirva para hacer recaer la responsabilidad ¨²ltima de lo acontecido en quienes organizaron la manifestaci¨®n y la permitieron. La democracia no consiste s¨®lo en unas reglas de juego para articular la conquista del poder, sino tambi¨¦n, y sobre todo, en un conjunto de valores y de principios. El creciente griter¨ªo de voces que atacan a la democracia, simulando acatarla o fingiendo defenderla, tan s¨®lo indica el d¨¦bil enraizamiento en nuestro suelo de esos valores y principios y la delgada capa de oportunismo que recubre la maleza autoritaria lista para rebrotar.
As¨ª, pues, parece un deber recordar que la vida de un hombre es siempre sagrada y que incluso en los casos de defensa propia, m¨¢xime cuando son hombres armados y con uniforme los agredidos, la adecuaci¨®n entre fines y medios es una imperiosa exigencia en una sociedad civilizada que, como la nuestra, se precia adem¨¢s en influyentes sectores de los principios del humanismo cristiano. Hasta que una investigaci¨®n judicial no esclarezca los hechos, ser¨¢ imposible determinar si esas dos muertes pudieron ser evitadas y si los disparos que las causaron procedieron, efectivamente, de los polic¨ªas nacionales cuyo jeep hab¨ªa sido asaltado por un grupo de revoltosos. El dato de que corresponda a la jurisdicci¨®n ordinaria la competencia de este sumario y la casual circunstancia de que sea un magistrado de Justicia Democr¨¢tica el encargado de su instrucci¨®n desvanecer¨¢n, sin duda, reticencias y desconfianzas de quienes por principio temen que esos asuntos terminen en un simple carpetazo. La actitud de las autoridades policiales al poner a disposici¨®n del juez instructor a los presuntos responsables de los homicidios -la dotaci¨®n del jeep- es un dato alentador respecto al control efectivo que en una democracia se debe ejercer, sobre las actuaciones de las Fuerzas del Orden.
Por ¨²ltimo, es necesario subrayar que el sangriento desenlace de la manifestaci¨®n del pasado jueves, que hasta ese momento hab¨ªa transcurrido de manera pac¨ªfica gracias al eficaz servicio de orden de los organizadores y a la respetuosa actitud de las Fuerzas de Orden P¨²blico, no es, en modo alguno, un argumento congruente para negar a los ciudadanos espa?oles el derecho a manifestarse. Esa libertad p¨²blica, garantizada por el art¨ªculo 21 de la Constituci¨®n, s¨®lo excepcionalmente puede ser restringida o suspendida.
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