El estorbo
Joaquina Prades ha informado muy bien desde Granada sobre ciertas jornadas feministas que, puestas en limpio, vienen a decirnos que la sexualidad masculina no significa mucho m¨¢s, para la mujer, que ?el rabo de la sart¨¦n?. Desde que Ortega hablaba de la redenci¨®n de las provincias hasta hoy, en que las provincias son nacionalidades e intercambian y secuestran diputados repes por nada, resulta que los provincianos -y mayormente las provincianas- se han redimido un demasi¨¦, y es desde la Granada lorquiana de las bodas de sangre y de Bernarda Alba desde donde nos aleccionan a los m¨¢sculos sobre lo in¨²til de nuestra masculinidad. Lo he estado meditando. S¨®lo contamos con un mango de sart¨¦n. Y nosotros que cre¨ªamos tener la sart¨¦n por el mango.Me lo dijo Sartre en Par¨ªs, sentadito en las rodillas de Simone de Beauvoir (la cual no pod¨ªa prever, en su Segundo sexo, que la guerra sexual por ella desencadenada, acabar¨ªa a sartenazos):
-Mon petit, el hombre es una pasi¨®n in¨²til.
Yo cre¨ªa entonces que la vieja carroza existencialista lo dec¨ªa en plan Heidegger, tipo El ser y la nada o Ser y tiempo, libros que me apresur¨¦ a leer, con notoria p¨¦rdida de mi tiempo, de mi ser y de mi nada. Siempre me he sentido un poco de m¨¢s en mi vida y en la vida, pero a partir de los acuerdos/marco feministas de Granada me siento s¨®lo un estorbo dotado de otro inexplicable estorbo incorporado y secundario, porque establecen las matriarcas/ amazonas, en sus furiosos gineceos, que la sexualidad-penetraci¨®n no conduce a nada, salvo a la indeseada e indeseable procreaci¨®n, y resulta para media humanidad (la media humanidad penetrada/impenetrable) un acto tan gratuito, retro y soso como bordar con bastidor, tocar el piano sin saber piano ni saber lo que se toca o interpretar El espectro de la rosa con el exprimelimones en el programa de I?igo. (Al fin y al cabo, I?igo da premios y fama, mientras que ninguna se?ora se ha hecho famosa por yacer con su marido, salvo si el marido era el de Catalina la Grande, por lo excepcional del caso.)
Creo profundamente que las feministas tienen raz¨®n, y lo creo sobre todo porque me conviene, ya que, teniendo la menopausia masculina como programa de vida m¨¢s o menos mediato, como proyecto nada sugestivo de vida en solitario, vale m¨¢s empezar a olvidarse de los estorbos que a uno le estorban. Para alarma de mis amistades y preocupaci¨®n de mis allegados hipot¨¦ticamente beneficiarios de tan poco beneficioso trasto, resulta que he empezado a olvid¨¢rmelo en el bote de los rotuladores, en el cuarto de ba?o, en el asiento del taxi, entre las p¨¢ginas amarillas de este peri¨®dico atrasado, en la sauna de la comunidad de vecinos, en el Club Presidente o en otros clubes donde hago masaje, paralelas y curas termales entre lo mejor de la clase pol¨ªtica y me ba?o en la gran piscina redonda, entre oligopolios nacionales, multinacionales, laterales y Tri. Un oligopolio se mueve en una piscina como un p¨®lipo en un acuario. El se?or oligopolio es realmente el pulpo de los clubes de cultura f¨ªsica donde el establishment, en plan Yo, Claudio, termas de Caracalla o tipo Fellini/ocho y pico, lucha contra el tiempo biol¨®gico como luego en las Cortes luchan contra el tiempo hist¨®rico. ?Y el estorbo?
Antes me encontraba al cantante Manzanero en esos clubes. Como es bajito, supongo que el estorbo le estorbar¨ªa menos. A mis compa?eros de club, generaci¨®n, discriminaci¨®n feminista y machismo irreversible no me atrevo a preguntarles por el tema, pero el tema (el m¨ªo personal, que nunca ha sido el del gallo de la pasi¨®n de Archidona, pero me ha ayudado a salir de m¨¢s de un apuro y m¨¢s de dos moteles), el tema, digo, dec¨ªamos ayer, me lo olvido con olvido involuntario y freudiano cuando m¨¢s falta me hace, cuando la se?orita de la tesina quiere llegar m¨¢s all¨¢ de la tesina o la se?ora del t¨¦ quiere pasar m¨¢s all¨¢ de la simpat¨ªa. No s¨¦ qu¨¦ opinar¨¢n las beneficiarias no radicalizadas, pero he decidido prescindir de tan oneroso y ominioso enser, de tan arcaico apero, impropio de la d¨¦cada/80, y lo dejo disimuladamente en la cabina telef¨®nica de los pubs. Mas la se?ora de los lavavos me lo devuelve siempre y encima tengo que darle propina.
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