Javier Rup¨¦rez: "La paz en Euskadi, paso previo a cualquier medida de gracia"
Javier Rup¨¦rez, diputado de UCD por Cuenca y secretario de relaciones internacionales del partido centrista, ha roto el silencio que caracteriz¨® sus primeros d¨ªas en libertad, despu¨¦s de haber permanecido 31 d¨ªas secuestrado por ETA pol¨ªtico-militar. En unas declaraciones efectuadas a su hermana Paloma, jefa de la secci¨®n de archivos de la agencia Efe, el se?or Rup¨¦rez sostiene que est¨¢ convencido de que no ha habido negociaci¨®n para su puesta en libertad, y afirma que el Estatuto de Autonom¨ªa es el camino para que finalice la violencia en el Pa¨ªs Vasco. Al mismo tiempo comenta, en relaci¨®n con una posible amnist¨ªa, que las medidas de gracia que pudieran tomarse deben pasar previamente por una consolidaci¨®n de la convivencia y de la paz.
Pregunta. ?C¨®mo fue tu secuestro?
Respuesta. El domingo d¨ªa 11 de noviembre, a las nueve de la ma?ana, cuando estaba poniendo el coche en marcha para ir a la clausura de la Mesa Iberoamericana de Partidos Democr¨¢ticos, dos individuos me abrieron la puerta por detr¨¢s y me dijeron: ?Esto es un secuestro?. Me sentaron en la parte trasera y me llevaron a la Casa de Campo. All¨ª me pusieron unas gafas negras -y me dieron unas pastillas -en el interior del veh¨ªculo encontrado en la Casa de Campo hab¨ªa un tubo de Valium- y me metieron en otro veh¨ªculo. Despu¨¦s me qued¨¦ dormido.
Me es muy dif¨ªcil precisar el tiempo de viaje en el otro coche; no lo s¨¦ exactamente. Fue relativamente largo, yo dir¨ªa que cuatro o cinco horas. Cuando despert¨¦ estaba en una habitaci¨®n peque?a, que ten¨ªa una cama, una mesa y una silla, las paredes estaban totalmente desnudas.
La habitaci¨®n ser¨ªa de tres por dos metros, y yo notaba bastante humedad. No ten¨ªa ventanas ni ning¨²n lugar por donde entrase la luz natural. Hab¨ªa una bombilla el¨¦ctrica en una de las paredes -siempre estuve con luz el¨¦ctrica-, y no sab¨ªa cu¨¢ndo era de noche ni cuando de, d¨ªa. Nada m¨¢s secuestrarme me quitaron el reloj y, por tanto, perd¨ª la noci¨®n del tiempo. Tan s¨®lo hab¨ªa una puerta, que comunicaba a otro sitio. Yo me mov¨ªa con cierta libertad en esa habitaci¨®n y es la ¨²nica que he conocido, junto a la del ba?o.
P. Sin embargo, en las fotos que se publicaron durante tu secuestro aparec¨ªa detr¨¢s de t¨ª un poster de Pertur. ?Significa eso que te fotografiaron en otra estancia?
R. No; lo que ocurre es que lo colocaron las dos veces que me hicieron las fotograf¨ªas.
P. ?O¨ªas alg¨²n ruido?
R. Pr¨¢cticamente, ninguno. No: sab¨ªa si estaba en un sitio urbano o rural. Era una sensaci¨®n tremenda la de la p¨¦rdida del concepto del tiempo, del sentido del espacio, de la soledad, de la incomunicaci¨®n con el exterior. Claro..., una de las cosas que estoy haciendo ahora es recomponer un mes de mi vida. Es algo que para m¨ª ha pasado de una manera y que, ciertamente, para el resto del pa¨ªs ha sido de otra.
P. ?Cuando estaban contigo los secuestradores llevaban el rostro descubierto?
R. No; siempre llevaban una capucha blanca que les cubr¨ªa totalmente la cabeza.
P. ?C¨®mo fue el trato que recibiste?
R. El trato, dentro de la peculiaridad tremenda de la situaci¨®n, ha sido correcto; es decir, he estado alimentado y no he estado maltratado f¨ªsicamente. Hay que tener en cuenta tambi¨¦n, el contexto ese de falta de informaci¨®n, de falta del sentido del tiempo, de falta de conciencia real de lo que puede ser tu vida...
P. ?Le¨ªas alg¨²n libro?
R. S¨ª; le¨ª mucho. Le¨ªa libros que yo ped¨ªa. Para m¨ª era una manera de mantener esa tensi¨®n en la esperanza y de evadirme de la angustia constante de pensar en mi vida, en la familia..., entonces fui pidiendo libros., Le¨ª a Manuel Puig, el escritor argentino; a Jos¨¦ Donoso, en Casa de campo, a Gil-Robles, en sus memorias de No fue posible la paz -espero que el t¨ªtulo no tenga absolutamente ning¨²n valor premonitorio, porque yo s¨ª creo que es posible la paz-. Le¨ª tambi¨¦n Espa?a, de la dictadura a la democracia, de Raymond Carr. Me di cuenta de una cosa casi anecd¨®tica, y es que la historia o las memorias tienen un poder de evasi¨®n y de atracci¨®n mucho m¨¢s intenso que la ficci¨®n misma.
Tres cartas durante el cautiverio
P. ?Escribiste cartas?
R. S¨ª; escrib¨ª tres. Una al presidente, que cuando me liberaron no hab¨ªa recibido, y dos a Geraldine, una de las cuales no ha llegado.
P. ?Te comunicaron en alg¨²n momento que ibas a ser liberado?
R. S¨®lo minutos antes de que efectivamente me sacaran.
P. ?En qu¨¦ momento de tu cautiverio te comunicaron que no ibas a morir?
R. Yo creo que en el ¨²ltimo tercio: ocho o nueve d¨ªas antes de liberarme.
P. ?Cu¨¢l era la preocupaci¨®n inmediata de tus secuestradores?
R. El tema inmediato que les preocupaba era la amnist¨ªa. Como se ha v¨ªsto en su ¨²ltimo comunicado, ETA (p-m) denota ser consciente de que el secuestro ha contribuido a poner sobre el tapete temas que estaban no olvidados, pero que, indudablemente, no constitu¨ªan la actualidad inmediata: torturas, presos, amnist¨ªa. Son perfectamente conscientes, lo han dicho y me lo dijeron, de que el tema de la amn¨ªst¨ªa es complejo. Y pienso, a t¨ªtulo personal, que las medidas de gracia que pudieran tomarse deben pasar previamente por una consolidaci¨®n de la convivencia y de la paz.
Interrogatorio de tres d¨ªas
P. ?ETA (p-m) te interrog¨® en alg¨²n momento de tu cautiverio?
R. S¨ª; hubo un interrogatorio que dur¨®, con los intervalos para comer y dormir, unos tres d¨ªas, en mi particular concepto del tiempo. Los temas eran fundamentalmente vascos, sobre los cuales yo no he tenido ning¨²n contacto y, ciertaMente, no soy un especialista. Pero, en fin, salieron tambi¨¦n cosas de tipo internacional, sobre UCD y sobre el Sahara. Era un interrogatorio de tipo general, que se produc¨ªa en una situaci¨®n, cuando menos, opresiva para m¨ª, do.nde yo no sabia cu¨¢l era la situaci¨®n fuera, cu¨¢les eran los planes que respecto a m¨ª ten¨ªan...
P. ?Hab¨ªa debate o cambio de opiniones en estos interrogatorios?
R. No. Ellos preguntaban y yo contestaba. Luego lo que pasa es que la convivencia con dos personas, aunque se produzca en una situaci¨®n tan absolutamente anormal y peculiar como es esa, lo que crea es cierto conocimiento. Todo lo que pueda ser puramente confrontaci¨®n desaparece a veces para dar lugar a un di¨¢logo. Con estos dos hombres que tuve permanentemente conmigo se produc¨ªan intercambios de opini¨®nes y entonces habl¨¢bamos de nuestros respectivos planteamientos pol¨ªticos y de la lucha armada. Lo que yo les dec¨ªa es que no compart¨ªa sus planteamientos pol¨ªticos e ideol¨®gicos, lo que yo les manifestaba era el radical desacuerdo con el planteamiento de la lucha armada y que deber¨ªan abandonar ¨¦sta y entrar en la vida pol¨ªtica normal, cosa hoy posible en el marco de la Constituci¨®n y el Estatuto.
P. ?Y ellos qu¨¦ dec¨ªan?
R. Que sus planteamientos siguen exigiendo la altemativa de las dos acciones, una pol¨ªtica y, otra militar, y que no creen que haya llegado todav¨ªa el momento de abandonar la lucha armada.
La liberaci¨®n
P. ?C¨®mo se produjo la liberaci¨®n?
R. Un d¨ªa, que no vino precedido de nada anormal, me dijeron que nos ¨ªbamos. Yo no sab¨ªa si nos ¨ªbamos a otro sitio. Se produjo de una manera paralela a como se produjo el secuestro. Me dieron ropa nueva, me vendaron los ojos con espa radrapo, de manera que no pudie ra ver absolutamente nada, ni si quiera algo de luz, me dieron unas pastillas y me metieron en la parte trasera de un coche. Me dorm¨ª y no s¨¦ cu¨¢nto tiempo estuve viajando.
Cuando me despert¨¦ hac¨ªa un fr¨ªo tremendo, me sentaron en un poyete que hab¨ªa all¨ª y me dijeron que esperara la llegada de la familia. Esper¨¦ un rato con los ojos todav¨ªa vendados y, al pasar un cierto tiempo, me quit¨¦ las vendas, y cuando abr¨ª los ojos vi un campo vac¨ªo y me di cuenta de que estaba, obviamente, en la parte trasera de un edificio. A mi izquierda, no demasiado lejos, vela un resplandor rojizo. Pens¨¦ que pod¨ªa ser Madrid, por aquello que me hab¨ªan dicho de la familia, y en ese momento me levant¨¦ y empec¨¦ a andar un poco, a hacer un poco de ejercicio, por que ten¨ªa fr¨ªo. Me hab¨ªan dejado con una manta, pero no era suficiente.
P. ?Hubo o no negociaciones?
R. Estoy convencido de que no ha habido negociaciones. La misma ETA (p-m) lo ha reconocido.
P. ?Qu¨¦ consecuencias, qu¨¦ reflexiones y qu¨¦ vivencias has asimilado del secuestro?
R. Son cosas que se agolpan en la mente. Por una parte, tengo la impresi¨®n de que las percepciones del resto de Espa?a hacia el Pa¨ªs Vasco y la percepci¨®n del Pa¨ªs Vasco hacia el resto de Espa?a est¨¢n torcidas y son insuficientes. Son incompletas. Yo tampoco puedo decir que tenga una visi¨®n global del pueblo vasco, ni mucho menos, y, desde luego, me propongo seguir profundizando en el estudio del pueblo vasco.
Yo desear¨ªa que esto no fuese una experiencia bald¨ªa, habiendo sido traum¨¢tica. Desear¨ªa que fuese en alg¨²n momento positiva y que, al menos, pud¨ªera serv¨ªr para que ese tipo de percepci¨®n -que, por otra parte, debe ser aplicada al conocimiento mutuo de los espa?oles todos entre s¨ª- sea mejor y m¨¢s profundo.
Hay otras muchas reflexiones a las que hacer referencia. Ocurre, sin embargo, en estos momentos, tan pr¨®ximos todav¨ªa al secuestro en s¨ª, que no s¨¦ bien c¨®mo podr¨¢n resistir el p¨¢so del tiempo y el an¨¢lisis libre y desapasionado. Me podr¨ªa referir, por ejemplo, y dentro de la radical repugnancia que me produce la utilizaci¨®n de la violencia, a los matices diferenciales existentes entre las dos ETA. La esperanza, que a tantos todav¨ªa nos mantiene en el Pa¨ªs Vasco y fuera de ¨¦l, de que en el marco del Estatuto y de la Constituci¨®n se pueda encontrar el cauce para una convivencia pac¨ªfica.
No quiero que todo ello aparezca ni como comprensi¨®n hacia actividades violentas ni como espejismo circunstancial. Soy consciente de las enormes dificultades acumuladas. Precisamente por ello y porque todos nos jugamos tanto en el empe?o, creo que toda imaginaci¨®n y toda valent¨ªa ser¨¢n pocas para seguir abordando en toda su extensi¨®n el tema de la pacificaci¨®n del Pa¨ªs Vasco. P. En el Congreso tuviste un abrazo con Bandr¨¦s y le dijiste que hablar¨ªais.
R. S¨ª, qued¨¦ con ¨¦l para hablar, y no fue precisamente eso de ?quedar para tomar unas copas?. Es algo mucho m¨¢s.... mucho m¨¢s profundo. Porque quiz¨¢ seguramente nuestras concepciones pol¨ªticas no son exactamente las mismas... Le conozco desde hace tiempo. Adem¨¢s ha tenido tambi¨¦n la generosidad de recordar alg¨²n peque?o incidente en el que yo pude ayudarle, pero dentro de esa diferencia, de esa confrontaci¨®n de puntos de vista puramente ideol¨®gicos, lo que ha tenido por parte suya ha sido una profunda preocupaci¨®n por mi vida.
P. ?Qu¨¦ pensaste cuando Landelino Lavilla dijo, al recibirte en el Congreso, que tu esca?o hab¨ªa estado ?hirientemente vac¨ªo??
R. Si yo hubiese podido hablar ante la C¨¢mara, hubiera dicho que si alguna consecuencia positiva pudiera tener mi experiencia y mi secuestro, que fuera simplemente la de que nunca m¨¢s un esca?o quedara hirientemente vac¨ªo, que nunca m¨¢s la violencia fuera utilizada en Espa?a. Yo no dir¨ªa eso de que dar¨ªa mi vida, porque s¨¦ ahora, por experiencia, lo tremendamente duro que es pensar el que hay que dar la vida por nada. Yo creo que ninguno somos h¨¦roes, todos tene mos y debemos tener aprecio por la vida. En el fondo, nuestra primera obligaci¨®n es agarrarnos a la vida y vivir. Vivir honesta y honrada mente, pero fundamentalmente vivir.
P. ?Y esto es posible?
R. Ahora m¨¢s que antes comprendo las dificultades de la situaci¨®n. Yo creo, quiero creer, que es posible. Estoy convencido de que es posible. Aunque ciertamente existen todav¨ªa factores de irracionalidad. Evidentemente, el tema del Pa¨ªs Vasco sigue siendo el ?tema ?, pero estoy convencido de que ese Estatuto, que tambi¨¦n ha apoyado ETA (p-m), es la v¨ªa.
P. ?Qu¨¦ hablaste con Su¨¢rez en esa hora larga de la Moncloa?
R. Eso, por razones evidentes, se queda entre ¨¦l y yo. Pero, en fin, fue la conversaci¨®n entre dos amigos que se encuentran y que tienen muchas cosas que contarse.
P. ?En qu¨¦ va a cambiar ahora tu vida pol¨ªtica y familiar?
R. Mi vida familiar, si cabe, va a cambiar a mejor; es decir, nos conocemos mejor, nos amarnos m¨¢s, nos queremos m¨¢s. Mi vida pol¨ªtica..., no lo s¨¦, algo cambiar¨¢. Me gustar¨ªa que esto fuera el ?dec¨ªamos ayer? de fray Luis. Quiero creer que as¨ª ser¨¢, con peque?os cambios. Pero mi determinaci¨®n, mis ideas, mis planteamientos pol¨ªticos, mi dedicaci¨®n a eso que es la libertad, la justicia y la racionalidad en la vida pol¨ªtica y democr¨¢tica seguir¨¢n siendo exactamente lo mismo.
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