El Gobierno belga, amenazado de nuevo por la querella regional
La reforma del Estado belga, la modificaci¨®n de la Constituci¨®n para dar entrada a una regionalizaci¨®n que ponga freno a la perpetua querella entre franc¨®fonos y flamencos, amenaza, una vez m¨¢s, con dar al traste con el actual Gobierno de coalici¨®n, presidido por el socialcristiano flamenco Wilfried Martens.El se?or Martens se ha entrevistado en las ¨²ltimas horas con los presidentes de los cinco partidos que integran la coalici¨®n gubernamental: socialcristianos franc¨®fonos y flamencos, socialistas franc¨®fonos y flamencos y frente de los franc¨®fonos (el partido que preside la se?or Spaak, y que se limita a Bruselas). Objetivo: ganar tiempo hasta el pr¨®ximo d¨ªa 6 de enero, en que deber¨¢ reunirse la comisi¨®n constitucional del Senado para examinar las nuevas propuestas gubernamentales.
La crisis se desat¨® a ra¨ªz del reciente congreso del CVP (socialcristianos flamencos, que preside Leo Tindemans), en el que se rechaz¨® la regionalizaci¨®n a tres: Flandes, Valonia y Bruselas. Los flamencos est¨¢n dispuestos a aceptar que Bruselas, isla franc¨®fona en territorio de lengua holandesa, tenga un estatuto especial en su condici¨®n de capital de la naci¨®n, pero estiman que si se le concede el de ?regi¨®n? la comunidad flamenca se encontrar¨¢ con que oficialmente es un tercio de B¨¦lgica, cuando en la realidad constituye la primera fuerza del pa¨ªs.
Por el contrario, la se?ora Spaak ha anunciado ya que no aceptar¨¢,un ?trato discriminatorio? y que no est¨¢ dispuesta tampoco a renegociar la primera fase de la regionalizaci¨®n, que est¨¢ ya en marcha, y, que tiene aspectos ? irreversibles ?.
El primer ministro Martens conf¨ªa en evitar la crisis, no tanto por m¨¦ritos propios como por el convencimiento de que todo el mundo comparte la misma tesis: una crisis gubernamental en medio, de la fuerte crisis econ¨®mica no resolver¨ªa el problema de fondo, sino que tendr¨ªa ?efectos catastr¨®ficos para el pa¨ªs y para sus instituciones?, seg¨²n declar¨® ayer mismo.
La soluci¨®n del problema regional belga ha sido la pesadilla de todos los Gobiernos de este pa¨ªs desde hace m¨¢s de diez a?os. El Gabinete del se?or Martens pretende finalizar con esa pesadilla, pero ha quedado enredado en la misma tela de ara?a que sus predecesores. ?B¨¦lgica puede estallar?, es el t¨ªtulo que desde hace dos semanas campea en la portada de[ semanario franc¨¦s L'Express, defensor, l¨®gicamente, de la comunidad belga francohablante. ?No es para tanto?, responden los diarios de Bruselas; ?llevamos a?os as¨ª y, siempre logramos seguir adelante.?
Se cumple casi un a?o desde la celebraci¨®n de las ¨²ltimas elecciones generales (el 17 de diciembre de 1978). Seis millones de belgas acudieron a las urnas para elegir un Parlamento constituyente, que llevara adelante la reforma del Estado. La mayor¨ªa de dos tercios exigida para dicha reformase obtuvo mediante la formaci¨®n de un gobierno a cinco, en el que las tensiones surgieron desde el primer d¨ªa.
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